El muy ocupado Obama ha debido salir hacia la costa Este de Estados Unidos porque el desastre de la explosión de un pozo petrolífero en el mar a unos 70 kilómetros de Louisiana empieza a adquirir dimensiones que rozan lo apocalíptico
El yacimiento, al fallar una válvula de seguridad, comenzó vertiendo al mar unos 100,000 litros de crudo al día y ahora parece que la cantidad se habría como mínimo duplicado cotidianamente. El accidente que costó la vida de once personas podría ser económicamente el peor de la historia de Estados Unidos superando al de la rotura del petrolero Exxon Valdes en la costa de Alaska en 1989.
La compañía BP, que explota el yacimiento, gastará un mínimo de 100 millones de dólares en tratar de atajar el vertido. Está utilizando diversos procedimientos avanzados, incluído el uso de submarinos robotizados dado que el petróleo mana a unos 1,600 metros de profundidad. Hay, sin embargo, hay un detalle de la catástrofe que la hace potencialmente más grave que la del Exxon Valdes. En aquel caso se trataba de un barco, por grande que fuera la cantidad que podia lanzar al mar ésta era conocida y tenía un límite. Ahora es un yacimiento; si no se tapona con celeridad el crudo seguirá polucionando indefinidamente.
Los daños en la fauna empiezan a ser patentes y la relativa proximidad de costas turísticas ha hecho sonar la alarma. La cuestión ha entrado ya con fuerza en el debate político.
Obama anunció hace meses que iba a autorizar más exploraciones en las costas. Aunque la medida puede chocar a un progre mediambiental, el Presidente se movía por un doble motivo, el conocido de reducir la dependencia energética de su país y el muy importante coyunturalmente de convencer a la oposición republicana de que apoyasen su legislación para limitar la emision de gases en el país. Fue un trueque, ustedes aprueban reducción de gases en la industria, viviendas etc… y yo autorizo perforaciones en las costas. La hecatombe de Louisiana replantea todo esto. El proyecto de ley de la energía tendrá que ser revisado y los miles de kilómetros de costa que iban a abrirse para la perforación puede que tengan que esperar. Habrá una moratoria mientras se estudia la mejora de la seguridad.
Afloran los cuestionamientos. El periódico «The Tampa Tribune»(la industria turistica de Florida representa 65,000 millones de dólares al año) proclama: «la pretensión de las petrolíferas de que la perforación moderna no presenta riesgos es una gran mentira». Un senador de Florida, partidario de las perforaciones, dice que ahora reconsiderará su postura etc…
Genera, como consecuencia, un nuevo argumento a favor de las centrales nucleares, que Obama apoya, pero su construcción, como es sabido, es muy dilatada. A corto plazo apunta el «New York Times», «aunque la perforación sea un negocio peligroso, este caso no es un argumento sólido para detenerlas». Será preciso, concluye, extremar las precauciones.