En la buhardilla de don Pedro florecían seres como éste. Crisantemo color calabaza con ojos azules de muñeca, mirando impertinentemente. La flor recibió su herencia ocular de un borreguito del Norit, convertido en portada de una revista, que se fabricaba en aquella casa.
Los objetos y las figuras se reanimaban en la buhardilla franciscana de Don Pedro 7, como si fuesen los autómatas del Sebastian de Blade Runner. O bien la luz de gas de la noche, o acaso los retazos de sol que entraban en la casa por las tardes, podrían estar relacionados con estos sucesos extraordinarios.
Foto: Vizcaíno