Dos amigos de la infancia con solo una gabardina por encima sentados en las ramas de un árbol; las miradas hacia puntos diferentes del horizonte de un hombre y una mujer (ella sujetándole el miembro); una cola interminable en las afueras de una discoteca gay del centro de Londres; una caja repleta de antirretrovirales que mantienen en vida al fotógrafo seropositivo. Son solo algunas de las más de 400 fotografías con las que el MoMa de Nueva York celebra el instinto creativo de Wolfgang Tillman. El fotógrafo alemán que quería ser astrónomo, cuya primera mirada se centró en las profundidades del universo, se ha convertido más tarde en un referente de la fotografía contemporánea. Desde los retratos hasta llegar a la fotografía abstracta, resultado de la impresión de tinta sobre aluminio y de la exposición del papel fotográfico a láseres u otras fuentes de luz, la obra de Tillman es magnética. En un mundo de hiperinflación visual, el artista nos recuerda que hay algo más allá de la imagen: una rebeldía creativa que hace que el objeto observado convierta los detalles de una vida en pura obra de arte.
Dónde: MoMa, Nueva York
Cuándo: Hasta el 1 de enero