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Sociedad del espectáculoCabaret de las ideasLa guerra no tiene rostro de mujer. Cien años del Hotel Florida

La guerra no tiene rostro de mujer. Cien años del Hotel Florida

Macu: La guerra no tiene rostro de mujer… porque la guerra ha sido siempre cosa de hombres… Pero resulta que la mujer está en todas las guerras, ahora cada vez más participando y desde siempre sufriendo y trabajando… aunque luego hayan sido otros los que la cuentan y en los libros de historia apenas se hagan referencias sobre ellas.

Me sugirió mi amigo Alfonso Armada que montara uno de nuestros Encuentros de Alejandría con lecturas dramatizadas, en el que el hilo conductor se centrara en la guerra y sus cronistas y en particular en la Guerra Civil Española y el Hotel Florida… Enseguida pensé que la mirada de la mujer sobre la guerra está escasamente reflejada en libros, en películas, en documentos… su presencia resulta casi invisible… Así es que me puse a buscar relatos de mujeres sobre nuestra guerra civil… Algo así como el reportaje que me hubiera gustado hacer si yo hubiera estado en la guerra civil… Claro que 88 años después ya no se pueden hacer reportajes de su presencia… pero sí se pueden encontrar relatos escritos por periodistas, escritoras, fotógrafas o mujeres de cualquier ámbito… que cumplan la condición de haber vivido y sufrido la guerra directamente. Así es que busqué crónicas, libros, cartas, diarios, respuestas a entrevistas, en definitiva, relatos personales… Busqué su mirada en ese rostro de mujer que no tiene la guerra… Y he encontrado unas cuantas cosas sin demasiado esfuerzo, a pesar de que la mayoría están dispersas, perdidas, olvidadas… o que se escondieron y han salido ahora a la luz… aunque tal vez no salgan nunca otras muchas.

Como guía me fijé en la forma de trabajar de la periodista bielorrusa, y premio Nobel en 2015, Svetlana Aleksiévich, de la que hemos tomado el título de su libro para nombrar este encuentro… y aquí estamos… Siguiendo su ejemplo he seleccionado también los testimonios de las mujeres a las que no se suele preguntar, que no son famosas, ni salen en los libros de historia, ni tampoco salían en los noticiarios… pero que estaban allí… Y vamos a empezar con un relato oral que me llegó de primera mano: el relato de Luisa Orihuela, que murió hace unos años.

L’Hôtel des Postes. Manosque

En la Guerra Civil Luisa tenía 16 años… Al poco de conocernos, ella fue mi segunda suegra, un día le pregunté por la guerra y ella me contó una historia sorprendente que transcurría en un hotel… Por eso empezamos con ella… En periodismo es importante captar la atención desde el principio… Me contó que aquellos tres años fueron, creía ella, los mejores de su vida… Luisa vivía en Madrid, pero los tres años de guerra los pasó en Francia, en un hotel, donde se empezó a ennoviar con el que luego fue su marido, Antonio, igual de joven que ella… El hotel estaba en Greaux les Bains, cerca de Manosque, en plena Provence… Esto fue lo que me contó:

Araceli/Luisa: Fíjate tú, en España matándose los unos a los otros, y nosotros allí pasándolo divinamente… mi padre trabajaba en una empresa de cajas registradoras, que era americana y se llamaba NCR, y el director, que era de Boston o de por ahí, y muy rico, decidió que las familias de sus empleados no iban a estar en una guerra donde podrían morir… porque a varios empleados jóvenes los habían reclutado ya para la guerra… Y entonces nos llevó a todas las familias a Francia, a un hotel precioso, con jardín… Éramos unas 12 o 14 familias… y nos organizamos muy bien…

Luisa sirviendo las mesas

Yo me encargaba de poner y quitar las mesas en la comida y en la cena… y paseábamos y jugábamos… y aprendíamos a coser y muchas cosas… y ahí empezó a tontear conmigo Antonio… se ponía muy pesado con que le besara… pero yo no quería… y fuimos bien felices allí… très bien, très bien… ¡Uy! Aprendí algunas palabras en francés… merçí… coma’ntaleVú… que’es que vu vulé… y muchas cosas… Luego terminó la guerra y volvimos a España porque empezó la guerra mundial y los alemanes invadieron Francia enseguida… y en Madrid, en Tetuán de las Victorias, donde vivíamos, es donde pasamos el año del hambre… y eso fue horroroso… y luego Antonio tuvo que ir a hacer el servicio militar a África y no nos pudimos casar hasta mucho después… pero eso ya es otra historia… Lo bonito fue aquella luna de miel adelantada en Francia… durante la guerra… ¡Bien bonito!… Fíjate tú qué cosas…

Macu: El ángulo de mirada de Luisa me impresionó… los demás que escucharemos no serán tan amables, claro… serán de escritoras, periodistas, fotógrafas, milicianas, enfermeras, amas de casa, mujeres de pueblo o de ciudad que vivieron, sufrieron y miraron lo que sucede en la guerra… Creo que con la ayuda de Mari Carmen García Vela, que tantos años nos presentó en TVE lo que pasaba en el mundo y en nuestras vidas en Informe Semanal, podremos seguir, con un poco de orden, la selección de relatos que espero que nos desvelen algo de la mirada de la mujer sobre la guerra…

Carmen: Buenas tardes… Aquí no hemos tenido una Svetlana que preguntara a cientos de mujeres qué vieron ellas, qué sintieron ellas, qué hicieron ellas, qué les hizo la guerra… pero testimonios hay… dispersos, escondidos, salpicados en novelas y en periódicos… Siempre puede sustanciarse la mirada de la mujer sobre la guerra, en cualquier época y en cualquier parte del mundo, porque siempre están en ellas… Vamos a conocer unos cuantos testimonios y recuerdos de guerra, fundamentalmente de la nuestra, y quizá…, si os parece, debiéramos empezar por el final… para completar ese relato de Luisa que terminaba diciendo que luego, el año del hambre, cuando la guerra acabó y empezó la postguerra, fue lo peor de todo… Sobre ese momento final de nuestra guerra nos ha llegado un recuerdo que resume muy bien lo que seguramente todos conocemos… Es el recuerdo de una mujer que se llamaba María Teresa Videras… Su relato nos llegó a través de su hijo, José Luis Téllez que nos lo contó…

Araceli/Madre de Téllez: Era el año 40 y la madre de Téllez, que vivía en Madrid, buscaba comida desesperadamente para su familia donde fuera… Se enteró de que, a los que asistían a los actos de exaltación de la victoria, que se organizaban en diversos cines y teatros, al final, les daban garbanzos o lentejas… Y entonces se fue a un cine para conseguir garbanzos, o lo que le dieran… Aquellos actos acababan siempre con una serie de gritos rituales… Termina el acto y un hombre con camisa azul grita desde el escenario: “¡España!”… Y todo el teatro contesta: “¡Una!”… El hombre de la camisa azul vuelve a gritar: “¡España!”… Y la madre de Téllez contesta rápido y muy decidida: “¡Dos!”… Inmediatamente se hizo un corrillo a su alrededor… y el peligro se hizo tan espeso que se masticaba… así es que María Teresa se fue corriendo sin pensárselo dos veces… aterrada… y por supuesto sin garbanzos.

Carmen: Lo de España Una, Grande y Libre, no se lo sabía María Teresa… Nadie se lo sabía tres años antes, cuando comenzó la rebelión militar contra la república, así es que… empecemos… ahora sí, por el principio…

… Y lo primero que nos suele llegar de una guerra son imágenes… Esta es de julio de 1936, y es una de las fotografías más icónicas de nuestra guerra civil, y desde luego la más icónica de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), usada en multitud de libros y carteles durante la guerra y después. A ver qué sabemos de esta mujer…

Ángeles: Pues ahí vemos a una joven miliciana sonriente que saluda con la mano… su figura queda enmarcada por una bandera de la CNT y un edificio modernista en el cruce de la Rambla con la calle Hospital, en Barcelona… Nadie sabía su nombre ni quién era… Y del autor de la fotografía, que fue Antonio Campañá, tampoco se supo hasta 2018…

Julián: Cientos de fotos de Campañá sobre la guerra civil estaban guardadas desde 1940 en dos cajas rojas, fechadas y con algunas explicaciones, en la antigua casa familiar de los Campañá, en San Cugat. Esa casa fue revisada en 2018 por su nieto, Toni Monné, porque la iban a derribar, y fue entonces cuando encontró las cajas rojas. En la foto de la miliciana Campañá había anotado que la hizo el 25 de julio de 1936, que vio a la chica en la barricada y disparó su cámara… y que un miliciano muy joven con un fusil le detuvo por hacer la foto, pero que luego le dejaron libre.

Ángeles: La foto fue valorada por la propaganda de la CNT como un retrato perfecto del “asalto a los cielos” que acababan de hacer los anarquistas y se convirtió en una postal icónica. Ha sido usada en decenas de libros y carteles sin saber quién era el fotógrafo… ni ella… la miliciana… Pero ahora ya lo sabemos… por lo que pasó después de descubrirse las fotos…

Julián: Una vez descubiertas las fotografías por su nieto se hizo una exposición en Montpelier, en Francia… Y al año siguiente la exposición llega a Barcelona. Allí la visitan dos sobrinos, hispanofranceses, de la protagonista de la foto, que se quedan de piedra cuando ven la cara inmensa de su tía, impresa en seis metros cuadrados, porque ese era el cartel gigante de la exposición: “¡Es la tía Anita!”… Entraron de inmediato y ahí se conocieron los descendientes de la joven miliciana y el nieto del fotógrafo. Eso sucedió el verano pasado…

Ángeles: Y ahí quedó claro que la protagonista del cartel era Ana Garbino Alonso, que había nacido en Almería en 1915. En la foto tenía 21 años, era muy cristiana y miliciana desde el primer momento. Tres años después de la foto, con su bando derrotado, un teniente republicano la ayuda a ella, a su madre y a sus cuatro hermanas, a huir a Francia en febrero de 1939. En Béziers conoció al anarquista exiliado José Lumbreras, se casó con él y tuvieron un hijo, Pepito. Se hizo costurera y rehicieron su vida, y en 1977 Ana murió en Béziers… Cuando el verano pasado sus sobrinos visitan Barcelona y reconocen a su tía en la exposición de Campañá, donde había además más fotos de ella, empezaron a buscar documentos y recuerdos de su tía… pero casi lo único que recordaban es… que en casa de la tía Anita nunca se hablaba de la Guerra Civil.

Julián: Su hijo, Pepito, conocía muy pocos detalles… por ejemplo que en el camino de huida de España Anita había tirado una pistola del 9 largo. Pepito, lo explica así: “Mi madre, anarquista. Mi padre, comunista. Era un conflicto muy sensible. Así es que nunca regresaron… Jamás. Ni se hablaba de ello. Habían hecho una cruz sobre España”.

Mujeres tras un bombardeo. Antoni Campañá

Carmen: Para los interesados en las magníficas fotos de Campañá es muy recomendable ver el documental de la serie Imprescindibles La caja roja. La guerra infinita de Antoni Campañá, que está en TVE y Tv3. Lo hicieron Plàcid Garcia-Planas, de La Vanguardia, Arnau González y Toni Monné, el nieto de Campañá. Garcia-Planas tuvo la maravillosa sorpresa, y el privilegio, de catalogar las más de 5.000 fotografías de Campañá que había encontrado su nieto…

Macu: Después de verlas le quedó muy claro que aquel magnífico fotógrafo no era un reportero de guerra… Claro que no, Campañá era un fotógrafo artístico, cristiano, republicano y catalanista, que había ganado ya premios por su arte… cuando estalla la sublevación franquista salió a las calles de su ciudad cámara en mano y retrató lo que vio… él no fue a fotografiar la guerra… se la encontró en su calle. Sus fotos, fueron utilizadas por ambos bandos sin firma…Y después, ni siquiera su familia sabía que había ocultado toda aquella obra en dos cajas rojas… Un punto de vista, el de este fotógrafo, que recuerda a las miradas de mujer sobre la guerra como vamos a ir viendo…

Gerda Taro

Carmen: Pues la mirada de la mujer de la que hablaremos ahora es sumamente importante, porque a la fotógrafa alemana Gerda Taro, se la identifica en el mundo entero como la fotógrafa de la guerra civil española. De Gerda Taro no tenemos testimonios directos, pero sí indirectos por el recuerdo de quienes la escucharon y trabajaron con ella, y sobre todo están sus fotografías… que son auténticas crónicas que apenas necesitan palabras…

Amaya: Este es un resumen de quienes escucharon a Gerda Taro decir cosas sobre la guerra y la fotografía aquí, en este lugar, cuando aquí estaba el Hotel Florida y era el año 1937… Lo hemos recogido del relato Ruinas, el trayecto: Gerda Taro, de Juan Eduardo Zúñiga.

Panadero/Miguel: Gerda ojeó periódicos y revistas que había en una larga mesa…/… entonces se acercaron dos franceses que trabajaban para agencias de París y pusieron sobre la mesa fotografías que habían sacado de un sobre…/… se veían tristes escenas de lo que ocurría en los campos y en las ciudades… Pregunté y uno de los franceses señaló a Gerda como la autora de las fotografías… Gerda se puso a mirarlas con detenimiento y ante algunas movía la cabeza negando, como si no estuviera satisfecha… /… un joven periodista de Ahora, que andaba por los frentes haciendo reportajes, se acercó a la mesa…/… alguien elogió la fotografía como el mejor procedimiento para conservar los hechos y el joven intervino diciendo que como documento la fotografía resultaba pobre porque solo reproduce un instante de una realidad inmensa que cambia sin cesar…/…

Ebbaba/Gerda: Gerda le miró frunciendo las cejas y respondió que todos los sistemas de información recogen la realidad parcialmente, pero, sin embargo, son útiles… /… enérgicamente continuó diciendo que la fotografía no es un puro hecho mecánico: “Precisa de una conciencia formada para elegir lo que se debe captar y que así quede registrado como el momento equivalente a lo que los ojos ven en un instante y se consideran informados…”.

Panadero/Miguel: Los franceses y los demás escuchaban en silencio, pero el joven de Ahora se apartó un poco y sin mirar a Gerda dijo algo así como que nunca una foto informaría de un suceso como lo conseguía la palabra escrita, por lo que la historia la habían hecho desde el pasado los escribas, los cronistas, y no los pintores, que solo reproducían lo instantáneo…

Ebbaba/Gerda: A lo que Gerda dijo que aquellas fotos podían dar testimonio indiscutible de lo que ocurrió, aunque fueran escenas aisladas. Y también dijo que pasarían los años y todo quedaría olvidado, lo sucedido sería un confuso recuerdo, pero un día aquellas fotografías habrían de servir para juzgar la barbarie y la crueldad de unos años sangrientos.

Amaya: El relato de Juan Eduardo Zúñiga está incluido en el libro de Ignacio Martínez de Pisón Partes de guerra y en él se cuenta la historia de Miguel, el soldado republicano que acompañaba como guía a Gerda desde el Hotel Florida… Este Miguel, al que estamos escuchando, cuando han pasado dos años, estamos en el 39, y su bando ha perdido, está huyendo y… sin saber por qué, quiere saber qué pasó con la fotógrafa aquella…

Panadero/Miguel: … estaba recogiendo y destruyendo papeles y cosas que podrían ser comprometedoras…/…Tenía un plan, cambiar de identidad para salvarse… Entre las cosas a destruir conservaba, no sabía por qué, ni quién se la había dado, una fotografía de Gerda Taro, aquella extranjera a la que recordaba con una brillante Leica colgada del brazo en el hall del Hotel Florida… en la fotografía, pequeña, se la veía a ella junto a otra mujer y a un rubio con cazadora en los campos de Brunete… no la quemó, se la quedó guardada en la cartera…/…

AMAYA: En su huida cruzando Madrid se encuentra con algunos antiguos compañeros… 

Gerda Taro en el frente

Panadero/Miguel: ¿Alguno de vosotros estuvo en Brunete?… ¿Oísteis hablar de una extranjera allí?… Una extranjera que hacía fotos… 

Julián: Cuando aquella ofensiva, le contesta uno, allí no se salvaba ninguno… había muchos extranjeros… era un infierno para todos…

Amaya: Miguel sigue su deambular errático por Madrid y encuentra a otro que le conoce…/… 

Panadero/Miguel: Oye, tú eres Alonso, ¿verdad?…

Alfonso: Lo soy, aunque no sé por cuánto tiempo… vamos a intentar ponernos a salvo…

Panadero/Miguel: ¿Te acuerdas de una extranjera fotógrafa que estuvo por los frentes? Se llama Gerda…

Alfonso: Síii, una Gerda que era alemana, me parece, que fue a Brunete y allí la mataron…

Panadero/Miguel: ¿Que la mataron?

Alfonso: Yo recuerdo que allí le pasó algo a esa Gerda… murió y su cuerpo lo llevaron a Francia para enterrarlo en París.

 

La muerte de Gerda en Le Soir

Amaya: Ahora Miguel la recordaba con toda claridad en el Hotel Florida…/… durante algunos días la acompañó junto a otros corresponsales a las calles bombardeadas para que hicieran fotos… 

Panadero/Miguel: … el barrio de Argüelles, destruido por los bombarderos… la ciudad era distinta, sin habitantes, sin ruidos… cristales y tejas rotos. Las bombas habían abierto de arriba abajo las casas de varios pisos y su interior aun mostraba muebles y enseres.

Ebbaba/Gerda: Gerda disparaba continuamente su Leica, miraba toda aquella destrucción sin decir nada, ni hacer comentarios… ella había visto esa misma destrucción en Almería y en otras partes… 

Panadero/Miguel: … recorrió con ella los barrios donde las mujeres formaban largas colas antes los economatos que distribuían alimentos…/… Subieron una vez al torreón del Círculo de Bellas Artes porque quería hacer unas panorámicas, pero el sol era tan deslumbrante que dudaba…/… Fumaron un cigarrillo mientras ella observaba las columnas de humo negro cerca de la Telefónica… Y de pronto ella dijo en español:

Ebbaba/Gerda: “La capital de la gloria, cubierta de juventudes la frente”…

Panadero/Miguel: … quedó perplejo, era un verso de Rafael Alberti… /… 

Amaya: Miguel sigue su camino tortuoso para huir… y se encuentra con Iriarte, otro compañero que también huye… y que no sabe darle indicaciones para conseguir documentación que le ayude a cambiar de identidad… pero Iriarte sí le da detalles exactos de cómo murió Gerda…

Julián/Iriarte: Su compañero Robert Capa se fue a Francia pero Gerda no quiso faltar en Brunete… y fue atropellada en la carretera de Villanueva de la Cañada… Iba subida en el estribo de un camión, sosteniendo el trípode de la cámara con una mano y con la otra se sujetaba a la ventanilla abierta. Un tanque venía en dirección contraria, se ladeó y la golpeó y cayó al suelo, y el mismo camión en el que iba, o el tanque, la aplastó una pierna y el vientre. La llevaron al hospital de sangre del monasterio de El Escorial, pero no pudieron salvarla.

Amaya: Miguel le dio la foto de Gerda a Iriarte… y siguió huyendo…

Panadero/Miguel: Conservaría en secreto la memoria… no debía hundir en otro olvido lo que denunciaban las fotografías que se hicieron… lo que reaparecía en obsesivos sueños de madrugada…

Macu: Algunas fotografías de Gerda Taro se han atribuido durante años a su compañero, el húngaro Robert Capa… en muchos casos es difícil saber quién hizo qué… Porque ese nombre, Robert Capa, se lo inventaron entre los dos para vender mejor sus fotos… les parecía más comercial que sus nombres verdaderos… Robert por Robert Taylor, y Capa por Frank Capra… porque Gerda era muy aficionada al cine…

Tina Modotti

Carmen: Otra fotógrafa, también cronista, enfermera, activista y muchas otras cosas, que vivió de principio a fin la guerra civil, fue la italiana Tina Modotti, más mexicana que italiana a lo largo de su vida… Nació en Italia en 1896 y murió en México en 1942… hay muchas fotografías de ella hechas en la guerra civil, siempre buscando lo que hace la guerra a las familias, a las personas, a las ciudades…

Ángeles: Tina Modotti no firmaba las fotos, pero sabemos que son de ella casi siempre por su punto de vista… Era más activista que periodista y trabajaba para el Socorro Rojo, en asistencia sanitaria sobre todo y en múltiples tareas porque era políglota… pero sobre todo colaboraba en el semanario, Ayuda, con fotografías y textos… Sus escritos tampoco suelen llevar firma, pero son detectables y reconocibles… A veces usaba seudónimos, Carmen Ruiz y María Sánchez fueron los más habituales… Esta crónica publicada en Ayuda y titulada ‘Málaga-Almería: ruta sangrienta’, que detalla los bombardeos sobre la población civil que huía en Málaga, es señalada unánimemente como suya:

Aracelin/Tina: “Muertos y heridos, aplastados y pisoteados, se precipitaban por los acantilados. Seres atacados de locura, de un delirio tremendo, de fugas pánicas. Familias dispersas y deshechas… Las cunetas llenas de una humanidad sobrante, de ancianos definitivamente caídos. Mujeres débiles, fatalmente rendidas, y –algo más doloroso aún si cabe– aquellos pequeñuelos destrozados, triturados, abandonados, muchos de ellos con vida aún… Era imposible detenerse, imposible atender a tantas víctimas, vivas o muertas…/… Nadie que haya contemplado esta visión podrá olvidarla… Padres y madres que llegan sin sus hijos o con menos hijos de los que tenían hacía pocos días. Criaturas perdidas, olvidadas, que han hecho todo el viaje o parte de él en medio de una multitud incesantemente renovada; huérfanos absolutos que se tumban solitos sobre el césped…/… en el rincón de una plaza, al pie de una palmera o de un muro…/… Todos aquellos chiquillos llamaban a sus mamás, pero sus mamás no les respondían. La mayoría eran huérfanos absolutos ya…/… De todos estos niños, ninguno tan adorable como aquel grupito que tenía por cabeza de familia a una encantadora chiquilla de once años, Valeria Gordo Vara, de Vélez-Málaga. La metralla les había dejado huérfanos en medio del camino. Ella se hizo cargo de sus tres hermanitos, incluso del niño de pecho, que, como una madrecita, guardaba entre sus frágiles brazos como un tesoro, hasta que el Socorro Rojo fue a recogerlos a la misma cuneta en que probablemente se tumbó a morir”…

Carmen: Seguro que les han venido a la cabeza imágenes de la actual Gaza bombardeada (¿habrán acabado los bombardeos cuando esto se publique?) y de las víctimas de esos ataques entre los escombros… Ahora las bombas en la guerra estallan sobre la población civil una y otra vez, aunque eso esté considerado como crimen de guerra y delito contra la humanidad por Naciones Unidas… Pero bombardear ciudades y a la población civil no había sucedido en las guerras hasta la Guerra Civil Española… La ciudad de Madrid fue bombardeada sin descanso y el bombardeo de Gernika por la aviación alemana, que apoyaba al bando de los militares sublevados en España, se convirtió en el símbolo de ese cambio sustancial en la guerra… Picasso, que no vio esa imagen de Gaza que tenemos ahí… lo expresó exactamente de la misma forma, colocando en su cuadro a una madre llorando con el cadáver de su hijo en brazos…

Macu: Sobre ese bombardeo de Gernika creo que merece la pena hacer un paréntesis en la reseña de Tina Modotti para hablar de otra periodista… porque precisamente quien consiguió la confirmación, en primicia, de que el bombardeo de Gernika era responsabilidad de la aviación alemana fue la norteamericana Virginia Cowles, considerada la mejor cronista de habla inglesa a partir de la guerra española. Además Cowles se alojaba aquí, en el Hotel Florida.

Carmen: Adelante entonces con ese paréntesis…

Virginia Cowles

Macu: Virginia Cowles fue una de las pocas corresponsales que cubrió la guerra civil desde los dos bandos y, como digo, fue la primera que tuvo confirmación de la autoría alemana en el bombardeo de Gernika… porque tanto Franco como Hitler lo negaban. Merece la pena escuchar cómo pasó…

Alfonso: El millonario Ignacio Rosales, que era oficial de prensa del bando sublevado, había llegado a Santander desde el País Vasco, y allí, en el hotel, junto a la periodista Cowles que le acompañaba, se dirigió a un grupo de oficiales… y todo lo que pasó fue lo que Cowles escribió en su crónica… Rosales contaba a los oficiales una anécdota del viaje:

Panadero/Rosaels: “La ciudad de Gernika está llena de rojos… intentaron convencernos allí de que había sido bombardeada en lugar de incendiada”. 

Alfonso: Inmediatamente un alto mando militar respondió a Rosales:

Julián/Militar: “Pues claro que fue bombardeada. La bombardeamos y bombardeamos y bombardeamos y bueno, ¿por qué no?”.

Macu/Virginia: Cowles lo trascribió exactamente en su crónica. Rosales se había quedado petrificado y cuando estábamos de nuevo en el coche camino de Bilbao, dijo:

Panadero/Rosales: Yo en tu lugar no escribiría nada de esto.

Macu: Pero ella lo escribió todo…

Carmen: Virginia Cowles tuvo una brillante carrera periodística… y como dices cubrió la guerra civil desde los dos bandos… Podemos escuchar algún ejemplo de cómo describía la vida en Madrid al principio de la guerra… cuando estaba alojada aquí, en el Hotel Florida:

Macu/Virginia: “Después de muchos bombardeos, aún no he visto a mujeres desmayarse o gritar, o a hombres empujarse unos a otros presos del pánico. Las desgracias, por el contrario, unen a la gente y la ciudad respira una atmósfera de fácil y cálida amabilidad. Todos son “camaradas” y cuando la gente se encuentra dicen “¡Salud!” y levanta el puño, el saludo del Frente Popular. Las mujeres llevan la cabeza descubierta porque los sombreros son propios de las clases altas y Madrid es bastante proletaria”.

Carmen: Sigamos ahora con Tina Modotti…

Ángeles: La escritora franco-mexicana Elena Poniatowska, premio Cervantes, en su novela biográfica Tinísima, pone en boca de Tina Modotti estas frases en una escena que transcurre en la Gran Vía del Madrid de 1936… Tina está con un compañero de Socorro Rojo y un grupo de jóvenes entusiastas armados con fusiles, les rodean:

Araceli/Tina: ¿Cuándo os vais al frente?… Son niños, piensa Tina, verdaderos niños, no han de tener ni quince años.

Panadero: ¡Fascistas! ¡Maricas!

Julián: ¡Vamos a darles hasta por debajo de la lengua!

Araceli/Tina: Son niños –alega Tina ante su compañero Vittorio– deberían estar en la escuela. Seguramente ni siquiera saben lo que significa la palabra fascismo. No tienen la menor idea de lo que es la guerra. No saben en lo que se meten.

Alfonso: Ya lo aprenderán.

Araceli/Tina: ¿A costa de su vida? ¿Cuánto les pagan?

Alfonso: Diez pesetas diarias y tienen buen pan y buena comida, tanta que muchos se la llevan a casa y tenemos que sancionarlos por robo.

Ángeles: Poniatowska conoció a Tina Modotti y se documentó concienzudamente sobre ella, así es que son frases que resultan creíbles… y esta es la que le dijo al comunista italiano Vittorio Vidali después de vivir el bombardeo de febrero de 1937 en Almería sobre la población que huía por carreteras y caminos:

ARACELI

Araceli/Tina: La guerra es odiosa, pero esta masacre de mujeres, niños y viejos es el hecho más horrible. Nunca hubiera pensado que podría ser tan fuerte y no perder la cabeza en una locura colectiva de esa magnitud.

Carmen: Dejando aparte las guerras actuales, siempre se ha considerado que la Guerra Civil Española fue la más mediática de la historia hasta ese momento… la mayoría de los grandes medios entendieron que era el ensayo de lo que vendría después y por España pasaron cientos de periodistas de todo el mundo… Muchos de ellos fueron mujeres, aunque lo que ha prevalecido en las reseñas, casi siempre, es de ellos… Y por ejemplo Hugh Thomas, el autor de un libro básico La Guerra Civil española, solo cita a una periodista mujer en sus páginas… Pero como mínimo fueron 183 mujeres extranjeras las que hicieron crónicas, reportajes y fotografías… y muchas de ellas estuvieron aquí, en el Hotel Florida…

Macu: El libro de Bernardo Díaz Nosty, Periodistas extranjeras en la guerra civil, reseña que el 91 por ciento de esas 183, es decir 163, cubrieron la guerra viajando por las zonas republicanas, que eran mucho más permeables al periodismo… Otras 13 lo hicieron exclusivamente desde el lado de los sublevados y en general estaban identificadas con esa causa… salvo una que fue descubierta como espía. Y otras cuatro estuvieron en ambos lados, justamente las señaladas como más profesionales: las estadounidenses Virginia Cowles, enviada por el New York Times una vez y por el grupo Hearst otra, y Olga Kaltenborn, la francesa Clara Candiani y la sueca Anna Elgström.

Carmen: Escuchad esta frase de Virginia Cowles que escribió años después, en un libro sobre recuerdos de coberturas… esto recordaba sobre la Guerra Civil Española cuando estuvo en el lado sublevado:La objetividad no se toleraba. Durante las semanas que pasé en Salamanca, el insulto al enemigo, incluso por parte de los oficiales responsables, era tan extremo que parecía una enfermedad mental”.

Macu: Hay una característica que señala el autor de ese libro sobre las corresponsales extranjeras como algo general cuando la cobertura de la guerra civil la hacían mujeres:

Julián/Díaz Nosty: Cuando las periodistas viajan a los frentes se ocupan de los aspectos humanos sobre el pensamiento y sentimiento de los jóvenes combatientes, o de la gente de las poblaciones. Sus narraciones mostraban las tensiones de la vida civil en las ciudades y no tanto las luchas en los campos de batalla. Y a menudo los editores valoraban que sus escritos estaban basados más en los sentimientos que en los hechos.

Carmen: Cabe preguntarse aquí si es que los hombres no se refirieron nunca a esas cuestiones en sus crónicas de la Guerra Civil…

Macu: No puedo asegurarlo porque no lo he leído todo… pero sí puedo decir que en las crónicas de la guerra española que he revisado, por ejemplo, las de Hemingway, se refiere muy pocas veces a víctimas… escribe de despliegues y de batallas sobre todo, y de balas silbando sobre su cabeza varias veces… y alguna vez de heridos estadounidenses incluyendo detalles y conversaciones con ellos, como es lógico… Pero muy pocas veces escribe algo concreto sobre víctimas civiles… aunque en este ejemplo sí lo hace aunque sea de pasada… pertenece a una crónica fechada el 14 de abril de 1937, cuando vio desde su ventana del Hotel Florida los efectos de una explosión muy cercana:

Alfonso/Hemingway: … la explosión de un proyectil me sacó de la cama; me dirigí a la ventana, me asomé y vi a un hombre con los hombros encogidos y el cuello del abrigo levantado cruzar apresuradamente la plaza. Percibí el olor acre de un explosivo de gran potencia, que yo esperaba no volver a oler en toda mi vida. En pantuflas y bata bajé corriendo la escalera de mármol y por poco choco con una mujer de edad madura que estaba herida en el abdomen; dos hombres con ropa de trabajo de color azul la ayudaban a entrar en el hotel. Ella mantenía cruzadas las manos debajo de sus opulentos senos estilo español y unos hilillos de sangre se le deslizaban por entre los dedos. En la esquina, a unas 20 yardas, un hombre yacía muerto con la ropa rota y polvorienta encima de un montón de escombros y de un hoyo grande en la acera… El proyectil había averiado una cañería maestra…/… Un policía cubrió el tronco del muerto; su cabeza había desaparecido; se avisó para que reparasen la cañería, y yo fui a tomar el desayuno… 

Macu: Hemingway siempre defendió la República y glorificó en sus crónicas a los brigadistas internacionales, pero también logró ser un cronista y novelista celebrado y bendecido en la España de después de la guerra… sus crónicas posteriores sobre los toros le aseguraron éxito y fama en la España franquista…

Y en esa misma España, en cambio, se escondió, directamente se hizo desaparecer, el magnífico periodismo de un gran periodista español como Manuel Chaves Nogales, quizá precisamente porque sus crónicas, esos relatos de guerra entre el 36 y el 37 recogidos en su libro A sangre y fuego, se consideran por muchos como lo mejor que se ha escrito en España sobre nuestra guerra civil… En el prólogo Chaves Nogales advierte que ambos bandos hicieron planes para matarlo…

Julián/Chaves Nogales: De mi pequeña experiencia personal, puedo decir que un hombre como yo, por insignificante que fuese, había contraído méritos bastantes para haber sido fusilado por los unos y por los otros. Me consta por confidencias fidedignas que, aún antes de que comenzase la guerra civil, un grupo fascista de Madrid había tomado el acuerdo, perfectamente reglamentario, de proceder a mi asesinato como una de las medidas preventivas que había que adoptar contra el posible triunfo de la revolución social sin perjuicio de que los revolucionarios, anarquistas y comunistas, considerasen por su parte que yo era perfectamente fusilable…

Macu: ¡Chaves Nogales!… ahora tengo todos sus libros… pero los que estudiamos periodismo en los años 70, y los que estudiaron antes, y los que lo hicieron después, jamás tuvimos noticia de este periodista ejemplar. Un fallo imperdonable para nuestra formación… Afortunadamente desde hace años se puede leer todo lo que escribió. Escuchad esta frase de su libro La defensa de Madrid, contando el día a día, muy al principio de la guerra, sobre su propio barrio en Madrid, muy cerca de aquí, en la Carrera de San Vicente:

Julián/Chaves Nogales: Los madrileños se han puesto a levantar barricadas. Cada uno hace la suya a su gusto y según su concepto particular de la estrategia. Los vecinos de cada calle tienen a orgullo que su barricada sea la mejor del barrio…/… todos creen que la gran batalla para el aniquilamiento del fascismo internacional tendrá lugar a la puerta de su casa…/… y las barricadas cortan arbitrariamente la circulación, impidiendo el paso de camiones y retardando los movimientos de tropas y suministros. Hombres, mujeres y niños trabajan febrilmente levantando el adoquinado y llenando con tierra los sacos de que disponen. Cuando se les acaban los sacos llenan de tierra unas bolsas de papel que han improvisado, los bidones usados, los tiestos, los pucheros, todo cuanto tienen a mano.

Carmen: Actualmente la guerra nos la cuentan tantas mujeres periodistas como hombres… y quizá se han fijado en lo distintas que suelen ser sus crónicas… Los hombres hacen más hincapié en los avances de los frentes, las armas usadas, la destrucción observada, lo que han dicho, o no, los mandamases de los bandos y los detalles digamos técnicos de lo que pasa… Las periodistas también cuentan esas cosas, pero casi siempre acompañan sus crónicas con testimonios de personas, vecinas, tenderos, bomberos que buscan supervivientes, gentes que han perdido su casa, su familia, su trabajo… nos dicen el nombre de esas personas con las que hablan… Exactamente lo que hacían la mayoría de las reporteras que vinieron a la guerra de España…

Macu: También hacen así sus crónicas algunos periodistas hombres, no muchos, pero unos cuantos si… Y uno de ellos, que ha estado en varias guerras es Alfonso Armada… He seleccionado algo suyo, pero no de sus crónicas desde Ruanda, Burundi, Angola o Bosnia, que las hay… estremecedoras, sino de un trabajo que escribió para el libro Hotel Florida, sobre cómo hacer el periodismo de guerra… Por favor:

La biblioteca de Sarajevo bombardeada, 1993. Foto de Gervasio Sánchez

Alfonso: En Sarajevo todos los días me planteaba qué contar y cómo contarlo. Y por eso elegí hablar no de la guerra propiamente dicha, sino de sus estragos… si en la guerra la gente celebraba cumpleaños, se enamoraba, iba al teatro, leía el periódico… Las preguntas me las hacía con los fotógrafos…/… Hasta dónde hay que ir para saber. Ellos, por la naturaleza de su herramienta, han de acercarse más al pozo si quieren que se vea algo nítido, que se entienda, o que se pueda entender. Después de demasiado tiempo en primera línea la fotógrafa Corinne Dufka, a quien empecé a querer y admirar entonces, tuvo que volver a su casa en Nueva York porque se había encontrado fotografiando mecánicamente los rostros de cuatro mujeres a las que había encontrado una patrulla de cascos azules británicos al levantar una trampilla en una granja. Dos niñas y dos mujeres con los ojos abiertos de espanto, congelados, porque sabían que iban a ser asesinadas. Corinne se asomó con su cámara, e hizo su trabajo, pero se dio cuenta de que no sentía nada…/… tenía que volver y recuperar su capacidad de sentir compasión, para poder hablar de ese dolor con su cámara…

Ebbaba Hameida ante un cuadro de guerra

Carmen: Gracias Alfonso… Con nosotros está Ebbaba Hameida, una joven periodista hispano saharahui que nos ha contado ya varias veces lo que pasa en la guerra de Ucrania en la web de RTVE… y después, a través de enlaces difíciles con periodistas de Gaza, lo que pasaba en la franja… Y Ebbaba y un compañero, Nicolás Castellano, que hace crónicas en la cadena Ser, han escrito un libro, Historias contadas al oído, que recoge su conversación sobre el periodismo de guerra… Este es un fragmento…

Ebbaba: “Estás viendo una mínima parte, un puntito dentro de un mapa de un país gigante, de muchos kilómetros cuadrados, con una situación realmente compleja. No es igual contar la guerra con una historia desde el Dombás, donde está todo arrasado, que desde Ivano-Frankivsk. Me di cuenta de que, si quería escribir un buen texto, necesitaba pasar mucho tiempo con las personas. He tenido muchos conflictos, ya no como periodista, sino como persona. He tenido frente a mí a personas que se estaban abriendo, que estaban destrozadas, y yo me dedicaba a sacar información y no les podía dedicar mucho tiempo porque me tenía que ir. Es una sensación horrible…/… me ha costado entender que tú no tienes que ayudar a la gente. Lo que tienes que hacer es contar su historia”.

Carmen: El diálogo que mantenéis en el libro resalta lo diferentes que pueden ser las crónicas de guerra actuales… algo que se nota mucho cuando las hacen mujeres…

Ebbaba: El periodismo es ese compromiso con las víctimas, con las personas que sufren. A mí no me gusta que me llamen reportera de guerra. En el segundo viaje que hice a Ucrania estuvimos muy cerca del frente. Volví bastante mal… En Járkov, en el Dombás… Me di cuenta del paripé: te llevan a ver un arma extranjera, pero no disparan ni nada, es sólo para que la veas, mientras tú te estás arriesgando. Hubo un momento en que estaba acojonadísima…/… nos pidieron apagar los teléfonos…/… En el frente sacaron un Stinger estadounidense, un misil tierra-aire…/… Puse el micro, éramos varios periodistas… no me interesaba ni preguntar. Allí me di cuenta de lo ridículo de la situación. Que sí, que es necesario, pero allí se me desdibujó todo… Yo ese periodismo no lo quiero, o no es para mí…/… La tercera vez que fui a Ucrania fue la que más disfruté. Fuimos a recuperar las historias de personas que habíamos conocido antes… Ya había menos demanda informativa y podía aportar calidad… Noté que tuve más tiempo para centrarme en las historias de las personas…

Carmen: Precisamente un fotógrafo compañero de Alfonso, Gervasio Sánchez, centró su trabajo en las víctimas en la guerra en Sarajevo y más de veinte años después ha vuelto para fotografiar cómo son y cómo viven ahora esas mismas personas… Gervasio lleva a cabo un proyecto desde hace 25 años, Vidas minadas, para seguir la peripecia de muchas víctimas de las minas antipersona en diferentes partes del mundo… En tú caso, mucho más joven, porque como quien dice acabas de empezar en el periodismo de guerra, también has hecho seguimiento de víctimas… algunas historias que contaste en las primeras crónicas desde Ucrania las continuaste después…

Ebbaba: Sí, por ejemplo, la historia de Anna, que era una chica joven que encontré en la morgue de Mykolaiv, llorando, porque acababa de reconocer el cadáver de su padre…/… fue de las ciudades más castigadas al principio…/… Yo me centré en su historia y no tanto en los cadáveres de la morgue… porque nos abrieron la puerta y había un montón de cadáveres, pero yo me quedé hablando con Anna… Su padre murió en un bombardeo sobre una escuela. Ahí tienes una clave de la guerra: se están bombardeando instalaciones civiles…/… Anna me dijo que se iría de Mykolaiv…/… y se fue a Odessa… y al año siguiente volvimos juntas a Mykolaiv…/… la situación en su pueblo había cambiado… hablé con ella, su duelo, su exilio, su vuelta… y con sus vecinos que contaron cómo habían vivido ese año… buscamos la tumba de su padre, el cementerio había crecido muchísimo… las instalaciones de agua estaban destruidas… todas esas conversaciones sobre la historia de Anna y sus vecinos te enseñan el verdadero contexto de la guerra…

Carmen: Desde luego… mucho más que ver el lanzamisiles en primer plano… Gracias Ebbaba… Pero vamos a dejar ahora a los cronistas actuales para mirar a otras protagonistas de nuestra guerra… Svetlana Alexiévich, nuestro ejemplo en busca de la mirada de las mujeres sobre la guerra en este Encuentro, habló con cientos de mujeres que habían intervenido, vivido y sufrido la guerra mundial en la Unión Soviética… Y prácticamente todas las que habían sido soldados empiezan diciéndole a la periodista que no quieren hablar de ello…

Desastres de Goya. «¡Qué valor!»

Macu: Eso mismo habría pasado aquí si se hiciera un libro semejante… En la Guerra Civil Española intervinieron con armas muchas mujeres… algo novedoso en la historia en ese momento… o quizá no tanto si pensamos en Manuela Malasaña o en Agustina de Aragón en 1808 dibujada en cobre por ese magnífico cronista que fue Goya…

Carmen: ¡A propósito!… El novelista y crítico de arte inglés John Berger dice de Goya, precisamente, que si volviera a nacer Goya sería fotógrafo de guerra…

Macu: Yo también lo creo… Pero sí, volviendo a las mujeres en armas… es cierto, las milicianas no hablan… su mirada y testimonio ha quedado prácticamente enterrado en el silencio… seguramente por el terror que sobreviene después…

Carmen: Ya hemos escuchado al principio cómo la miliciana de la foto icónica, la tía Anita, se fue a Francia y no habló nunca más de la guerra… Eso mismo, no volver a hablar de ello, les pasó a muchas… Podemos escuchar algo sobre esto…

Amaya: Hay un proyecto que se llama Mujeres en Guerra –liderado por el historiador Gonzalo Berger– que está rescatando desde 2015 la memoria de las mujeres que lucharon en la Guerra Civil Española y cuya historia ha sido silenciada durante décadas. En un reportaje del eldiario.es del mes de agosto se recogían muchos datos de este proyecto y se especificaba que se han recuperado ya documentalmente 5.224 nombres de milicianas… Estas son algunas declaraciones del historiador Berger:

Julián/Berger: “Se habían construido mitos sobre que la mayoría de las milicianas eran anarquistas, prostitutas, que eran muy jóvenes o que simplemente habían acabado en la guerra siguiendo a sus novios y maridos… pero los datos desmontan esos estereotipos: Apenas el 30% eran anarquistas –había comunistas, socialistas, libertarias, etcétera–, había mujeres casadas, solteras y viudas, y el 70% tenían entre 21 y 30 años… Es la misma media de edad que existió entre los hombres, lo cual también acaba con la creencia de que no tenían una idea política clara o de que su participación no fuera voluntaria y personal”… /…

Amaya: El perfil de las milicianas que averigua este estudio es “muy transversal”: hubo milicianas que eran camareras, modistas, cigarreras y amas de casa; pero también algunas médicos, bastantes funcionarias y periodistas. Así lo resume Berger:

Julián/Berger: “Tampoco todas se limitaron a ser enfermeras durante la guerra como se ha querido hacer creer. Hubo mujeres que llegaron a ser tenientes o incluso capitanas, como la valenciana Encarnación Hernández”…

Amaya: De las 5.224 combatientes que el proyecto Mujeres en Guerra ha documentado, hasta ahora, 148 participaron concretamente en la Batalla de Mallorca… que es la parte del estudio que tienen más completada… y de esas 148 la mayoría eran catalanas, varias mallorquinas y algunas valencianas, francesas, inglesas o canadienses. Cinco de ellas no lograron salir de la isla de Mallorca al terminar la batalla en derrota… porque fueron fusiladas:

Ángeles: Se las llamó las milicianas de Bayo y eran Teresa Bellera, María García, las hermanas Daría y Mercè Buixadé y una quinta de la que se desconoce el nombre y que fue autora del Diari d’una miliciana, que narraba precisamente aquellos días de caos y lucha. El Diari fue publicado en un semanario Arriba, pero nunca se ha encontrado el manuscrito original. Las cinco, junto a muchos milicianos, fueron fusiladas… De ellos se dijo eso, que eran milicianos… pero a ellas, que fueron violadas, se las hizo pasar por prostitutas.

Amaya: Una miliciana de Ibiza, María Costa, sí logró salir de Mallorca tras la derrota… Y de ella podemos tener un testimonio indirecto, porque su nieto, Aureli Vázquez, descubrió su historia hace nada, en el verano de 2022… En la fotografía la vemos en el barrio de Gràcia, en Barcelona, el año 1943 con dos de sus hijos…

Panadero/Aureli: “Yo había comprado el libro de Les combatents cuando, de repente, al llegar al último capítulo se hablaba de dos mujeres de Eivissa que habían ido al frente como milicianas. Y leí que una de ellas se llamaba María Costa… ¡como mi abuela!”.

Amaya: Aureli llamó al autor del libro, Gonzalo Berger, intercambiaron impresiones y documentos y efectivamente se confirmó que su abuela había sido miliciana…

Panadero/Aureli: “Yo sabía que tenía un pasado anarcoide y que había estado vinculada a la FAI, pero no que había ido al frente. Fue una sorpresa, no nos imaginábamos ni de lejos tener una abuela miliciana… También sabemos que en 1937 y 1938 estaba aún en Barcelona, pero acabó junto a otros españoles en el campo de refugiados de Liévin (Francia). Hacia 1941 consiguió volver a Barcelona y, no sabemos muy bien cómo rehízo su vida… suponemos que alguien les ayudó y avaló… de ahí, supongo, el hecho de no haber dicho nunca una palabra, ni siquiera a sus hijos, de que habían estado en el frente… quizá para no comprometer a quien les había apadrinado y también por la propia supervivencia de la familia”.

Carmen: Las milicianas no hablan… está claro… hay muchas fotografías de milicianas que hicieron todos los fotógrafos de la guerra española… pero no hay casi huellas de que fueran entrevistadas… y ahora ya están muertas y sus diarios, si es que los escribieron, se perdieron, se quemaron, se escondieron… así es que su memoria sigue muy enterrada… muy invisible… quizá salgan palabras propias de ellas en el futuro…

Mika Feldman

Macu: Hay sin embargo algunos libros… pocos y muy poco divulgados… Uno concretamente se titula Mi guerra de España, y está escrito por una miliciana que llegó a ser capitana… Mika Feldman… Lo escribió muchos años después de la guerra, en París, donde vivió y era amiga de Julio Cortázar… el cual valoró mucho el libro como una gran contribución para conocer la historia… No he podido conseguir el libro, pero sí algunos fragmentos… y en el comienzo, antes de relatar toda su experiencia en el frente, se pregunta cómo la veían a ella los combatientes:

Amaya/Mika: “¿Qué soy yo para ellos? Probablemente ni mujer ni hombre, un ser híbrido de una especie particular a quien obedecen ahora sin esfuerzo, que vivía al comienzo a la sombra de su marido, que lo ha reemplazado en circunstancias dramáticas, que no ha flaqueado, que siempre los ha sostenido y, colmo de méritos, ha venido del extranjero a combatir en su guerra”.

Macu: Mika Feldman procedía de una familia judía de Centroeuropa que se fue a Argentina huyendo de los pogromos… Ella nació en Argentina, y después de sus estudios que acabó en París se casó con el vascofrancés Hipólito Etche-béhère y ambos vinieron a España y se enrolaron en la milicia del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista). Su marido muere enseguida en batalla y entonces ella le sustituye como capitán de su compañía durante toda la guerra. Su libro detalla muchos aspectos de la vida militar y de la vida cotidiana en el frente… habla de estrategias, de combates bien planificados y mal planificados, de fallos, de virtudes… hay muchos detalles descriptivos de los lugares, de la comida… y también de las peculiaridades de los hombres españoles y de un montón de cosas más del día a día en la guerra.

Carmen: Un raro ejemplar este libro de Mika Feldman… Miramos ahora otro género de escritura del que sí tenemos más ejemplos… son algunas cartas… Hay un libro digital, que quizá se acabe por publicar en papel, que se llama Las cartas de la Memoria.

Araceli: En el colectivo Memoria y Libertad, que agrupa a familias de represaliados por el franquismo, empezaron a recopilar y compartir las cartas que a lo largo de la guerra les habían enviado a sus familiares los maridos, padres, hermanos… y hermanas… antes de ser fusilados… las guardaban como tesoros, muchas veces escondidas… En 2009, con muchas cartas recopiladas ya, decidieron contestarlas y darles la respuesta que no pudieron hacerles llegar en vida… y publicar un libro con todas ellas… Esta que firma Dionisia desde la cárcel de Ventas, en Madrid, es una de esas cartas:

Reyes/Dionisia: “Quiero que me mandéis cosas para coser. Si queréis que os haga zapatillas, las sé hacer muy bonitas. Me mandáis trapos, agujas, algunas finas y gordas, dedal, algunos hilos, y algo de tela gorda para hacer de suela”…

Araceli: Dionisia hizo efectivamente algunas zapatillas… y poco después escribió esta otra carta:

Reyes/Dionisia: “Nos os apuréis, conservar la serenidad y la firmeza hasta el último momento, que no os ahoguen las lágrimas, a mí no me tiembla la mano al escribir. Estoy serena y firme hasta el último momento. Pero tened en cuenta que no muero por criminal ni ladrona, sino por una idea […] El apellido Manzanero brillará en la historia, pero no por el crimen”…

Araceli: Esa fue la carta de despedida que escribió a sus padres y hermanos Dionisia Manzanero Salas, una de las Trece Rosas que fueron fusiladas el 5 de agosto de 1939 en las tapias del Cementerio del Éste. Tenía 20 años… Y esto le contesta 80 años después su sobrina Alicia Jimeno Manzanero:

Elena/Alicia: “Dioni, no te conocí, no te conocimos, pero estabas en nuestra vida”.

Araceli: Hay una carta que no aparece en ese libro de recopilaciones y que estremece especialmente. Es de la maestra aragonesa Cándida Bueno, que fue detenida el 4 de septiembre del 36 acusada de haber retirado los crucifijos de la escuela municipal de Farasdués. Ella era republicana, pero también muy religiosa y nunca retiró esos crucifijos… Su detención y su fusilamiento fueron más bien por otra causa que contó después una compañera de celda, María Millán:

Reyes/María: Fue porque no quería salir con un mando militar que la cortejaba y la asediaba.

Araceli: Mientras estuvo presa sufrió muchos abusos sexuales y fue violada el mismo día de su fusilamiento por tres de sus verdugos. No hubo expediente, ni defensa, ni nada que pueda considerarse legal, pero la permitieron escribir una carta a su familia:

Ángeles/Cándida: “No os preocupéis que, en esta ocasión, como en todas, son culpables los malhechores, pero jamás los inocentes”.

Araceli: En la carta citaba a Dios constantemente y pedía a los suyos paciencia y fe en la justicia. Hace dos años, en marzo de 2022, el ayuntamiento de su pueblo, Castiliscar, puso su nombre a la escuela: Cándida Antonio Bueno Iso (1912-1936), maestra de Castiliscar fusilada en Farasdués. 

Carmen: De Cándida escribió un libro con su historia Natalia Salvo, pero no se ha hecho, aún, una película como la estremecedora del El maestro que prometió el mar, la historia de un maestro de Tarragona, fusilado en un pueblo de Burgos, acusado también de quitar el crucifijo de la escuela. Fueron muchos los maestros y maestras asesinados en la guerra.

Araceli: En las cartas que mandan los que van a ser fusilados siempre hablan de sus mujeres, sus madres, sus esposas… de sus hijos.

Carta de un fusilado

Alfonso/Germán: “En capilla, a las 3 horas del 3/7/41. Queridos hijos: estoy viviendo las últimas horas de mi vida y pienso en la vuestra”…/… “os pido que estudiéis mucho, y me honréis con vuestra vida como yo os honro con mi muerte”…/… “mirar por vuestro abuelo y querer a vuestros tíos como a vuestra madre”…/… “Muero tranquilo y orgulloso de morir por lo que muero […] Me quedan dos horas escasas. ¡Adiós, hijos míos!”. Y firma Germán Paredes García, militante de las Juventudes Socialistas, fusilado a los 35 años.

Araceli: Setenta años después le responde su nieta Cecilia, que vive en Perú, donde su familia se exilió, y le cuenta que su hermano lleva su nombre…

Elena/Cecilia: “Se parece bastante a ti”…/… “Abuelo Germán, espero recibas esta carta y quiero que sepas que toda tu familia está muy orgullosa de ti”…/… “Fíjate las vueltas que da la vida y lo irónica que es, pero en estos momentos el nieto de un republicano es el presidente del Gobierno de España”.

Araceli: Esta respuesta a Germán fue escrita en 2009, cuando era presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero.

Simone Weil

Carmen: Hablando de cartas… la filósofa francesa Simone Weil, que vino a la guerra de España y formó parte de la columna Durruti en el frente de Aragón, aunque se fue a los pocos meses por un accidente grave con fuego en la cocina de campaña, le escribe esta carta a George Bernanos en 1938…

Amaya/Simone: Yo no sentía ansia de participar en una guerra, que en lugar de ser lo que parecía cuando empezó (una guerra de campesinos hambrientos contra terratenientes y contra los clérigos que los defendían) se ha convertido en una guerra contra Rusia por un lado y Alemania e Italia por otro…/… reconozco el dolor de la guerra civil, el olor a sangre, y del terror que sale de su libro, yo también lo he respirado…/… te encuentras con una guerra que parece de mercenarios, solo que mucho más cruel y con menor respeto humano por el enemigo…

Ángeles: Esa carta de Simone Weil se recoge en una de las cartelas de un pequeño museo que hay en Navalagamella, un pueblo de la Sierra Oeste de Madrid, que está dedicado a La mujer en la guerra civil… es una carta que le escribe en 1938 a George Bernanos, el escritor católico francés que vivía en Mallorca… El hijo de Bernanos se hizo falangista y lucho en el bando de los sublevados, y él era del todo conservador, pero después del primer año de guerra denunció las atrocidades que vio en el bando franquista en su libro Los grandes cementerios bajo la luna. Y después de leer ese libro es cuando Simone Weil le escribe.

Amaya/Simone: “Nadie, ni entre los españoles ni los franceses que estaban en España combatiendo o de visita, habló de las matanzas inútiles con repulsa, disgusto o rechazo siquiera. Sí, es verdad que el miedo desempeña un papel importante en la carnicería; pero donde yo estaba no parecía tener tanta importancia…/… Mi teoría es que una vez que las autoridades temporales y espirituales han decidido que las vidas de ciertas personas carecen de valor, nada es tan natural en el hombre como matar. Tan pronto como los hombres saben que pueden matar sin temor a represalias, empiezan a matar, o al menos, animan a los asesinos con sonrisas de aprobación”.

Ángeles: La filósofa francesa, de familia judía pero laica, vino a la guerra de España con la ilusión de luchar contra el fascismo… pero muy pronto sus reflexiones se hicieron muy críticas… esto escribe en su diario después de presenciar el fusilamiento de un joven falangista:

Amaya/Simone: Me tumbo de espaldas, miro las hojas, el cielo azul. Es un día precioso. Si caigo presa, me matarán…Pero lo tengo merecido. Los nuestros han vertido sangre de sobra. Soy moralmente cómplice. Se están produciendo formas de control y casos de inhumanidad absolutamente contrarios al ideal libertario.

Carmen: Reflexiones de una filósofa que fue un referente en Europa… Seguimos con más miradas… Una vecina de Madrid que no escribió un diario, ni cartas, sino un libro con sus recuerdos de la guerra, cuando tenía 94 años y la memoria aun lúcida, es Mila Gutiérrez. El libro se titula Hija de la guerra civil. Historias de guerra y posguerra de una joven madrileña entre dos bandos, se editó en inglés y en castellano, y fronterad publicó un amplio extracto hace un par de años…

Alfonso: Mila Gutiérrez tenía 11 años en noviembre de 1936, un mes decisivo en la batalla de Madrid, y sus recuerdos de aquellos días abarcan imágenes muy precisas de lo que vio y vivió entre los dos bandos… Podemos escuchar algunos fragmentos…

Araceli/Mila: … se presentaron unos milicianos en casa y nos pidieron que nos marcháramos porque …/… donde vivíamos, se preveían duros enfrentamientos entre los dos bandos…/… nos lo ordenaron, apuntándonos a todos en la puerta del bar con escopetas de caza y con pistolas. Mi madre temblaba y nosotros nos abrazábamos a sus piernas…/… el abuelo Martín…/… no quiso venir con nosotros: dijo que prefería que lo matasen en su casa, y se negó a abandonarla, escondiéndose en la cueva que había bajo el nuevo bar…/…Yo empezaba a creer que lo cotidiano y lo normal era morir, así que pensé que nunca más iba a ver a mi abuelo…

Alfonso: Estamos en noviembre de 1936 y el frente entre los dos bandos aún no se ha estabilizado en Madrid… La familia de Mila se pone en camino en busca de refugio…

Araceli/Mila: … en la carretera camino de Madrid, decenas de familias estaban en la misma situación que nosotros…/… cada uno de ellos se dirigía a donde podía, algunos a casas de familiares y otros tantos a ningún sitio concreto, simplemente huían…/… cada dos por tres debíamos tirarnos al suelo mojado y helado y esperar el paso de los aviones alemanes…/… vimos muchos cadáveres tirados en la cuneta. Todavía lo recuerdo con horror…/… Finalmente llegamos a la plaza de Colón, donde vivía la prima Eugenia, que trabajaba de cocinera de unos marqueses…/… en cuanto entramos en la casa…/… empezamos a llorar…/… Me acuerdo como si fuese ayer…/… Dormimos allí un par de noches, pero mi papá finalmente decidió volver con todos nosotros a Campamento para estar con el abuelo Martín…

Alfonso: En la vuelta a casa, Mila ve desfilar por las calles por las que pasan a las Brigadas Internacionales que se estrenaban en la guerra…le llama la atención lo bien uniformados que iban… y la pobre indumentaria de los milicianos…

Araceli/Mila: En ningún momento dejaron de cantar La Internacional cada uno lo hacía en su propio idioma …/. Aún lo recuerdo bien: era la primera vez que yo escuchaba ese himno.

Alfonso: Es entonces, la noche del 8 al 9 de noviembre de 1936 cuando la familia de Mila aprovecha para caminar desde el Madrid rojo al Madrid del bando contrario, donde está su casa.

Araceli/Mila: Tan solo hubo una noche tranquila en la zona aquellos días, justo la que nosotros cruzamos en sentido contrario las líneas del frente. Parece increíble, pero fue así. Y parece que, efectivamente, mis recuerdos son correctos, porque mis hijos los han verificado, contrastándolos con documentos históricos…/… pasamos el resto de esa noche en la cueva, junto al abuelo…/… A la mañana siguiente mi padre salió a la calle. Tuvo la ocurrencia de colgar de un palo la funda de una almohada blanca, a modo de bandera.

Alfonso: Pasaron semanas entre constantes escaramuzas y tiroteos cruzados hasta que el frente se estabilizó… y un día cruzando una calle se sintieron en verdadero peligro…

Araceli/Mila: Los soldados moros nos tiraron al suelo, algunos hasta se colocaron encima de nosotros, para cubrirnos y protegernos. …/… Yo era muy pequeña, pero lo recuerdo como un trance horroroso…

Alfonso: Pasan unos días refugiados en un cuartel y después se instalan en su casa, porque el frente se estabilizó en Madrid hasta el final de la guerra…

Araceli/Mila: Quedamos ya en la llamada zona nacional, cerca de la línea del frente, en la carretera de Extremadura. No elegimos nosotros el bando en el que quedamos, como casi nadie en esta guerra. Como ya os he comentado, con nosotros, los requetés y sobre todo las tropas regulares y los moros se portaron muy bien…/… pero muchos años después…/… he conocido…/… las barbaridades que habían protagonizado esas tropas tan sólo unas semanas antes en su avance…/… hasta llegar a Madrid. No creáis que no me ha resultado difícil creer que esos bárbaros, que aniquilaron a tanta gente desprotegida, fueran los mismos que días después nos protegieron a nosotros con sus propios cuerpos de las balas de los milicianos.

Carmen: Varias escritoras españolas que eran un poco más mayores en los años de la guerra civil que Mila Gutiérrez han escrito libros, novelas y relatos, de ficción, pero ambientados en la guerra civil y en la postguerra… Indudablemente sus experiencias personales se reflejan en los personajes que inventan… y sus libros se han convertido en mucho más que una crónica periodística. Una de esas novelas, quizá la más famosa y celebrada por su gran calidad literaria, es La plaza del diamante, de Mercé Rodoreda… Su Colometa, la protagonista, sirvienta en una casa nada más empezar la guerra, representa a muchas mujeres…

Amaya/Colometa: Cuando llegamos al comedor nos sentamos todos y el señor me contó que cada noche escuchaba la radio galena y que pronto iría todo bien porque ya avanzaban. Y al día siguiente, en cuanto quité la cadena de la puerta y puse el pie en el primer escalón, vi a la señora que me esperaba al lado de la mimosa. Tenía la cara rociada de gotitas de sudor y enseguida se me desahogó.

Araceli/La señora: Ayer por la tarde querían matar a mi marido.

Amaya/Colometa: ¿Quién? Dije, y ella dijo…

Araceli/La señora: Vamos al comedor que estaremos más frescas.

Amaya/Colometa: Y en cuanto nos sentamos en la butacas de mimbre dijo…

Araceli/La señora: Ayer a las ocho de la tarde, a la hora en que mi marido llega del despacho, le oímos que gritaba desde el recibidor ¡Subid! ¡Subid!… Subí. Detrás tenía un miliciano que le apuntaba por la espalda con la escopeta.

Amaya/Colometa: ¿Por qué? Dije…

Araceli/La señora: Espérese… Le había tomado por un cura… como no tiene ni un pelo en la cabeza… el miliciano se creía que se había cortado el pelo para disimular y le traía así, desde la Travesera, la escopeta detrás y mi marido delante. Y el miliciano dijo que le detenía, y el trabajo que tuvo mi marido para hacerle venir a casa, para enseñarle la familia…

Amaya/Colometa: Me puse colorada un momento porque tuve miedo de que ese miliciano fuera el Quimet que se hubiese exaltado… pero enseguida me acordé de que la señora ya le conocía. Pero el susto me lo llevé… Y la señora dijo…

Araceli/La señora: ¡Veintidós años de casados!

Amaya/Colometa: Eso le dijo al miliciano… y el miliciano se fue diciendo que le perdonasen… y dice la señora que luego por la noche, todos estaban pendientes de la radio galena…

Carmen: La plaza del Diamante se llevó al cine… lo que multiplicó su fama… y bueno… ya quizá solo nos faltaría, creo, reseñar algo sobre el trabajo de las mujeres en la guerra haciendo las tareas necesarias…

Macu: Aparte de ocuparse de la casa, de la comida, la limpieza, de los cuidados en cada hogar… da igual en qué bando estuvieran, las mujeres en la guerra de España y en cualquier guerra, son las sostenedoras de la vida… pero eso no se contabiliza ni se recoge en las crónicas nunca ni en la historia de las guerras… ni tampoco que muchas asumen todo tipo de trabajos fuera del hogar… Solo se suele resaltar el trabajo de las enfermeras… que por supuesto son principalísimas en una guerra… Sin embargo hay relatos que pueden servirnos de reseña…

Amaya: Por ejemplo los recuerdos de Soledad Real, que tenía 21 años al estallar la guerra civil… militaba en las Juventudes Socialistas y durante la guerra, en Barcelona, se ocupaba se procurar comida y ropa a los soldados y de estar al tanto de sus necesidades… por eso tuvo que visitar una fábrica de armas…

Ángeles/Soledad: En una fábrica de armas en Barcelona donde trabajaban mujeres…/… tenían que trabajar sin máscaras, necesarias por las sustancias venenosas que se producían. También tenían derecho a un vaso de leche diario para desintoxicarse. Pero en lugar de beberlo lo guardaban para los niños de la guardería…. /… Yo fui a esa fábrica de armas y vi a las mujeres con el blanco de los ojos de color yema de huevo –y su piel era también de amarillo asqueroso–. Estaba desconcertada hasta que vi los carteles que decían ¡Leche para salvar a los niños! y otros que decían ¡Compañeras no tenemos máscaras, pero nuestros compañeros necesitan armas! A las mujeres se las ha obligado por costumbre y educación a practicar la abnegación. En este caso era tan exagerado que cuando se compara con el heroísmo de enfrentarse al enemigo, el valor del segundo disminuye.

Amaya: Al acabar la guerra ayudó en la salida de republicanos por Gerona hacia Francia. Ella misma estuvo exiliada y al volver fue condenada a 17 años de cárcel por su militancia y se le prohibió volver a Barcelona…

Ángeles:  Pero al salir de la cárcel, en 1957, en Madrid, se implicó en las asociaciones de amas de casa que impulsaba la Sección Femenina franquista en los barrios de Madrid, donde ella insuflaba a las amas de casa la conciencia feminista… Una escritora, Consuelo García, escribió un libro sobre su vida, Las cárceles de Soledad Real, y ahí es donde se recogen esos recuerdos de Soledad sobre el trabajo de las mujeres durante la guerra.

Julián: Creo que no debéis olvidar otros trabajos importantes que hicieron muchas mujeres en la guerra civil… por ejemplo, después de varios bombardeos sobre el Museo del Prado, organizar la evacuación de cientos de obras… siempre se cita a Alberti sobre esto, pero quien lo organizó y lo coordinó fue María Teresa León… así lo resume ella:

Ángeles/María Teresa León: Jamás soñé entrar en el Museo del Prado bajando una escalerilla insospechada y mucho menos llevando en la mano un documento oficial autorizándome para empresa tan grande: trasladar a Valencia los cuadros del Museo del Prado.

Julián: Ella fue la encargada por la Junta de Defensa y protección del Tesoro Artístico Nacional de decidir qué cuadros debían ser trasladados… más de 300… Y también participó en la evacuación de obras del Monasterio de San Lorenzo y de los Grecos de Toledo.

Alfonso: En la Biblioteca Nacional también se ocuparon varias mujeres de la protección de libros, de incunables y de manuscritos… entre otras María Brey, Matilde Serrano, Asunción Martínez-Bara o Consuelo Vaca. Ahora son datos conocidos por la investigación de Sandra Ferrer para su libro La revolución de las invisibles…/… Y procurando que no olvidemos nada importante… ¿qué tal si recordamos alguna frase de Svetlana Aleksiévich?… Su libro La guerra no tiene rostro de mujer ha sido la inspiración de este encuentro…

Macu: Tienes razón… Por ejemplo… lee tú mismo estas frases… están muy al comienzo de su libro:

Alfonso/Svetlana: … Un libro más sobre la guerra… ¿Para qué? Ha habido miles de guerras, grandes y pequeñas, conocidas y desconocidas. Los libros que hablan de la guerra son incontables. Sin embargo… siempre han sido hombres escribiendo sobre hombres…/… todo lo que sabemos de la guerra lo sabemos por la “voz masculina”. Las mujeres mientras tanto guardan silencio. Es cierto. Nadie le ha preguntado nada a mi abuela excepto yo. Ni a mi madre. Guardan silencio incluso las que estuvieron en la guerra …/… Tan solo en casa, después de verter algunas lágrimas en compañía de sus amigas de armas, las mujeres comienzan a hablar… de una guerra desconocida para todos nosotros…/… durante mis viajes de periodista he sido la única oyente de unas narraciones completamente nuevas… y me quedaba asombrada, como en la infancia…/… Los relatos de las mujeres son diferentes y hablan de otras cosas…

Macu: Varios años de trabajo… miles de entrevistas después termina el libro… y finalmente logra publicarlo incluso con los detalles de sus entrevistas con los censores soviéticos… y esta es una de las últimas y demoledoras frases de su libro, extraídas de la entrevista con Tamara Stepánovna, cabo y técnica sanitaria:

Ebbaba/Tamara: ¿Sabe lo que pensábamos todos durante la guerra? Imaginábamos: ¡Qué feliz será la gente después de la guerra! Qué vida más bella y feliz comenzará. La gente ha pasado por tanto sufrimiento que todos serán buenos, los unos con los otros. Habrá mucho amor. Las personas serán distintas”. No lo dudábamos. Ni por un instante… Pero… Querida mía, todo es igual que antes, las personas se odian entre ellas. Otra vez se matan unos a otros. Es lo que no acabo de entender… ¿Y quiénes son? Somos nosotros… Nosotros.

Carmen: Creo que deberíamos ir terminando y quizá sea buena idea hacerlo como empezamos… con alguna mirada sobre la guerra de una mujer anónima, como tantas, pero que no sea periodista, ni un personaje de novela, ni una líder política, ni militante, ni una soldado… no se… una vecina, un ama de casa…

Macu: Balbina Muñoz tenía 15 años en la guerra y vivía en un pueblo de Toledo… veinte años después fue mi madre y cuando yo crecí y le preguntaba por la guerra contestaba poca cosa… que hacía vendas y cosas así… pero alguna vez decía más… una de ellas horripilante (el simulacro que se hizo de una corrida de toros con el cura de su pueblo antes de matarle)… No quería recordar aquello… Es evidente que las secuelas y traumas que deja la guerra en las personas se quedan para siempre dentro de ellas… por eso mejor que acabemos con la otra cosa que sí contaba mi madre con agrado y que le producía sorpresa a ella misma cada vez que lo evocaba… Siempre empezaba diciendo, “mira tú por cuanto, que, en plena guerra espantosa, aquella Navidad de 1936 resulta que fue una de las más bonitas de mi vida…”.

Araceli/Balbina: “Muchos soldados, más de cien seguramente, habían llegado al pueblo después de que el bando nacional tomara la zona, y en casa de mi familia, que era grande y con muchos espacios y corrales y cuadras, se alojaban muchos de ellos. Llegó la Navidad y se organizó una cena para todos y para otros más que estaban alojados en otras casas… Todavía había muchas cosas para comer… todos eran jóvenes, muy jóvenes, y cada uno de un sitio de España, yo qué sé… de Extremadura, de Andalucía, de Asturias, de Zaragoza… el caso es que después de comer aparecieron un par de guitarras, unas panderetas, zambombas, tamborcillos, alguna bandurria… aquellas botellas de anís que se rascaban… y unos y otros se pusieron a cantar cosas de su pueblo… tan bonitas… fue precioso, mis hermanas y yo y las vecinas nos pusimos a bailar aquellas jotas, aquellas tonadas… todo lo que cantaban lo bailábamos… y era precioso, precioso, y cantaban muy bien todos… y éramos tan jóvenes…

Carmen: Se ha hecho tarde, y con esta última mirada acabamos este Encuentro de miradas sobre la guerra, que sí… también tiene rostro de mujer.  Muy buenas noches a todos.

 

 

Grupo Alejandría. Lectores: 

Araceli González Campa, Carmen García Vela, Amaya Prieto, Macu de la Cruz, Ángeles Bazán, Ebbaba Hameida, Julián Salgado, Rafael Panadero, Reyes Hernández, Elena Serrano y Alfonso Armada

Guion: Macu de la Cruz

Lista de libros, documentos y fuentes revisados, consultados, citados o reseñados: La guerra no tiene rostro de mujer/ Svetlana Aleksiévich. Periodistas extranjeras en la guerra civil/ Bernardo Díaz Nosty. La plaza del Diamante/ Mercè Rodoreda. Celia en la revolución/ Elena Fortún. Tinísima/ Elena Poniatowska. A sangre y fuego/ Manuel Chaves Nogales. La España de Franco/ Manuel Chaves Nogales. Chaves Nogales, el hombre que estaba allí/ Daniel Suberviola y Luis Felipe Torrente. Homenaje a Cataluña/ George Orwell. La Guerra Civil española/ Hugh Thomas. Partes de guerra/ Ignacio Martínez de Pisón. Enterrar a los muertos/ Ignacio Martínez de Pisón. Un corresponsal llamado Hemingway/ recopilación de artículos por la Editorial Arte y Literatura de La Habana. Valdemorillo en la batalla de Brunete/ Antonio Laborda y Ernesto Viñas. Hija de la guerra civil. Memorias de una joven entre dos bandos/ Mila Gutiérrez. Mi guerra de España/ Mika Feldman/Etchebéhère. Diario de España (Cahiers)/ Simone Weil. Las cárceles de Soledad Real/ Consuelo García. Les grands cimetières sous la lune/ George Bernanos. El único camino/ Dolores Ibárruri. Las cartas de la memoria/ libro digital recopilado por el colectivo Memoria y libertad y otras cartas privadas. Cándida, la maestra de Castilistar/ Natalia Salvo. Historias contadas al oído/ Ebbaba Hameida y Nicolás Castellano. La revolución de las invisibles/ Sandra Ferrer. Nada/ Carmen Laforet. Los surcos del azar/ Paco Roca. Tea Rooms. Mujeres obreras/ Luisa Carnés. Robert Capa/ Álbum de Reporteros Sin Fronteras (RSF). Documental de Imprescindibles: La guerra infinita de Antoni Campañá/ Plàcid Garcia-Planas, Arnau González y Toni Monné (TVE y TV3). Titularidad cicatera del último parte de guerra/ Jesús Vivanco (Archivo de RNE). Textos de cartelas/ Museo Mujer y Guerra de Navalagamella. Hotel Florida/ fronterad y Ámbito Cultural. eldiario.es/ varios reportajes y artículos de 2023. El País/ varios reportajes y artículos de 2023. fronterad/ varios artículos de 2021, 2022 y 2023.

 

La guerra no tiene rostro de mujer se estrenó en la VI Edición de Hotel Florida. Jornadas sobre periodismo y literatura, en la cuarta planta del Corte Inglés de Callao, antigua sede del Hotel Florida. Organizado por fronterad para Ámbito Cultural de El Corte Inglés, el jueves, 25 de enero. Cien años del Hotel Florida / Grupo Alejandría.

Los dibujos, hechos durante la función, son obra de Antonia Santolaya, que prepara con Carlos García Santa Cecilia, un cómic sobre el Hotel Florida que publicará este año Norma Editorial.

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