¿Cambio climático? Los conocidos artistas británicos Robert Graves y Didier Madoc-Jones buscaban digerir todas esas nerviosas pláticas de ocasiones sociales. Pero, ¿un Apocalipsis climático? Tendría que ser más que sólo algunas alfombras humedecidas y apartamentos londinenses de siete cifras enmohecidos, niñeras aisladas en la otra parte de la ciudad por inundaciones en el metro. Y ya basta de lloriquear por los precios de los inmuebles. Faltaba un verdadero sentido de la proporción y de la urgencia.
Algo tan serio como esto requería una visión más grandilocuente. ¿Turner? Demasiado viejo, gruñón. ¿Spielbergniana? Las oscuras nubes agrupándose eran tentadoras –pero demasiado yanqui.
Los dos artistas comenzaron a hacer una investigación rigurosa, desentrañando información científicamente fiable acerca de los efectos del cambio climático en Londres, la ciudad en la que vivían, trabajaban y temían la viscosa senilidad que los esperaba. Los resultados fueron reducidos a una nota de post-it: inviernos más fríos y veranos más cálidos. La cual, traducida a través de correos electrónicos dentro de la oficina: acabo de hacer una búsqueda en Google de agentes inmobiliarios en la Toscana.
Afortunadamente, Graves y Madoc-Jones llevan GMJ, una exitosa compañía de comunicación e imagen arquitectónica, y a pesar de ser artistas digitales en plena demanda, fueron capaces de encontrar el tiempo necesario para darle vida a su visión. “Avísale al Palacio de Buckingham que el Photoshop del Corgi de la reina habrá de esperar -estamos renderizando-. Y Bridgett, por favor, deja que el Malbec se asiente por un rato”.
“Arrozales de Parliament Square”
Crearon un Londres del futuro transformado por inundaciones, inviernos más inclementes (por una ralentización de la corriente del golfo) y tormentas más feroces. Las imágenes también eran cómodamente nostálgicas: el que alguna vez fuera el Imperio británico condensado en una imagen de arrozales junto al Parlamento; arrabales bien delineados amontonados a una distancia obediente del Palacio de Buckingham; la época dorada de Venecia recreada por los edificios del Parlamento, parcialmente sumergidos en medio del atardecer (un combo de vanidad y aborrecimiento propio británicos): sombras de patinadores reflejadas sobre el hielo de un Támesis congelado (tarjetas de navidad victorianas). Poco tiempo más tarde se inauguró un evento bien publicitado en el Museo de Londres -que ignoraba una carta de cese y rendición citando la “dilución de la marca del desastre” del productor estadounidense Roland Emmerich-.
“Barrio marginal del Palacio de Buckingham”
La respuesta del público fue impredecible. La genialidad de Madoc-Jones durante la conferencia de prensa: “Es curioso que la Junta de Myanmar opine que una campaña similar habría de aumentar el capital extranjero y el turismo. Es que hasta mis hijos dicen que ellos conducirían a la ciudad si se viera así. Les recuerda a Paris Disneyland y Las Vegas”.
“Patinando por el Tower Bridge”
“No buscábamos crear material para pesadillas, aunque sí compusimos imágenes que muestran los potenciales desastres que Londres podría sufrir”. Didier Madoc-Jones confesaba, “aspirábamos llegar a J. G. Ballard, pero nos quedamos cortos. Francamente, nunca pude terminar sus libros. Pero una cosa sí diré –mi agente de bienes raíces se rehúsa a venir al evento-. Está muere del miedo”.
“Piccadilly Circus –lotos, peces y turbinas de viento”
“Londres como Venecia”
Todas las escenas y diálogos anteriores fueron imaginados tan libremente como las imágenes mismas.
Traducción de Montague Kobbe
Texto original en Ingles (PDF)