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¿La Ley de la Calle o la Ley de la Jungla? 18-07-2010


Después de muchos requerimientos por email, conseguí una cita para ir a ver a mi abogado a Ouaga. Al final le estoy poniendo copia de los emails a su jefe que creo que ya os conté que me pareció el tipo más inteligente que he conocido aquí, aún siendo abogado ;-))

Un montón de cosas pendientes y pasan los días y las semanas y no consigo que avancen lo más mínimo. Todo está en el aire, como si fuera una melosa canción de los ’80, hablando del amor… a mí el amor se me está viniendo abajo por todas esta dificultades y el amor de los bajos no se me está viniendo arriba, no levanta cabeza y mira avergonzado al suelo maltratado por la diabetes…

Así que de nuevo madrugón para llegar sin problemas a las cita de las 9 de la mañana al despacho de mis abogados. Lo de las 9 se lo puse en un email para intentar ‘fijarle’ como a los toros mansos y concretar un poco, porque él me había puesto ‘en la mañana’.

¡Ah, que concepto tan amplio y generoso con el tiempo…!

Yo duermo poco, pero si tengo que viajar duermo menos, pero tampoco quería presentarme antes de tiempo, dando la sensación de que no tengo nada que hacer, que no soy nada en la vida, y porque sé lo que eso significa (lo de llegar pronto): horas de espera en salas de espera. Ya sé que su propio nombre lo dice todo, S A L A S   D E  E S P E R A,  pero estaba uno acostumbrado a sus 15 minutos, su media hora… 

La cachondada esa de que los blancos no tenemos tiempo, que lo que tenemos es reloj suena graciosa e idílica cuando llegas, pero cuando por enésima vez tienes que esperar 1 hora o más se pone una mala hostia por dentro…


Y allí estaba yo, aparcado, dentro de mi furgoneta, frente al despacho, fumando un cigarrillo a las 8,45 , haciendo tiempo, cuando veo pasar al abogado con el chófer que se va… (no confundir este abogado con el que es el jefe, éste es un machaca). Menos mal que él también me vio y se paró a explicarme que me acababa de mandar un email diciéndome que tenía una cita a las 9… que mejor venga a las 10,30, bueno que él a las 10 ya estaría de vuelta. OK, le dije, iré a hacer algo, unas gestiones, dándome importancia… Volví a las 11, todavía tuve que esperar más de media hora. El tiempo, un concepto interesante.


Aquí hay muchos buitres, pero estos son de los buenos, los malos son los otros


Hablamos de todos los asuntos un poco, pero no había hecho ninguno de los escritos que tenía que hacer, ni el nuevo compromiso de obra con el empresario que NO construye mi biblioteca y que hace 10 días nos dijo a los dos que nos enviaba esa misma tarde, ni la ampliación del compromiso de venta de la casa que quiero comprar en Ouahigouya. NADA. También me había enviado por email un presupuesto de todo lo que tenía que pagar al propietario-timador que me alquiló el apartamento en Ouaga. Y le dije que de acuerdo, pero que se dedujera de eso la fianza de 3 meses que había dado, y me cuenta que el propietario lo quiere todo y que tenemos que ir al día siguiente a Comisaría. 

Me cagué en todos sus muertos, que estoy acabando de perder los buenos modales. En los de los dos, propietario y abogado. ¡Coño, eso se avisa! Y me traigo una muda, ropa limpia, neceser, que con lo que sudo, de normal, y estos calores, excuso deciros. Tener que estar 2 días sin cambiarme y encima que me había venido con una camisa blanca con lo dado que soy a ‘condecorarme’ con lamparones al comer. Amén de mi barriga que si se me cae algo no llega a la servilleta del regazo sin el peaje de la camisa.


Total, coge habitación de hotel, no te puedes bañar aunque tenga piscina porque en calzoncillos no vale ni aquí, y gástate una pasta en comer y cenar en restaurantes y todo ¿para qué?

Para que un estafador se quede con la pasta que quiero destinar a los que lo necesitan.

No os podéis ni imaginar, no conseguía dormirme (las pastillas para dormir las tengo en el neceser que tampoco viajó conmigo, claro), todo el rato imaginando los diálogos y la puesta en escena del encuentro en el despacho del Comisario, con el propietario.

“Me niego a pagar una extorsión como ésta en la que me dan una citación criminal cuando ésta es una cuestión civil”

“Porque yo no he venido aquí a robar a los ricos para dárselo a los pobres, pero no estoy dispuesto a que me roben los ricos lo que quiero entregar a los pobres”

“Y si me tienen que detener, aténganse a las consecuencias: ‘Abogado, aquí le he anotado los teléfonos de la Embajada de España, de la Unión Europea y de mi hija en España para que se ponga en contacto con mis amigos jueces y abogados’…”


Es más por estos niños que he venido, aunque parezcan que se pueden enfrentar a la vida sin problemas



Y así me fui calentando la cabeza toda la noche en un duermevela que ya me hubiera envididado el mismo Quijote.

‘En su sitio les voy a poner, se van a cagar de miedo al ver a un blanco tan resuelto, decidido y con un par de agallas detrás de las orejas… gachas’.

Porque acabé con las orejas gachas.


Mi abogado, Trashoras, ya le he puesto ese mote, quedó en llamarme a las 8,30 para vernos, porque la cita en Comisaría era a las 9. Tumbado en la cama y cerca del baño, porque estas cosas me dejan muy suelto, esperaba y esperaba su llamada. A las 9 le envié un sms, y me llama y me dice que está en Comisaría (¡¡¡). Así que le digo que… voy para allá, lo demás me lo tragué, porque ¿para qué?


Como no me había avisado de que teníamos que ir a la policía no me había traído ningún papel al respecto, ni siquiera los originales de las citaciones policiales. Él llevaba una fotocopia. Entramos en el despacho de unos 3×4 metros con 2 mesas y 2 oficiales de policía, habría otras 6 personas dentro y un detenido sentado en el suelo entre los policías, en calzoncillos. Porque cuando te detienen no te esposan dentro de Comisaría, pero te dejan medio desnudo y supongo que es una manera de tenerte controlado para que no te escapes. Eso que se ahorran en esposas. Supongo que como suelen tener varias de las otras, será para compensar.

Mi abogado se dirige al mayor policía (más viejo y más galones) y le da la fotocopia y éste la rechaza y le dice que quiere el original, nada de fotocopias.

Le contesta mi abogado que las tengo en Ouahigouya y dice que volvamos otro día con los originales.

Así que salimos del despacho y mi abogado me dice que va a llamar al propietario para ver cuándo viene. Me explica que el poli quiere los originales para quedárselos porque no me tenían que citar criminalmente, pero… baja la voz, porque es abogado, pero estamos en Comisaría y aquí el poder está más en la punta de las pistolas que en los otros mundos. Con la policía no se juega, ni siquiera los abogados. La ley está bien, decora mucho y da imagen exterior de democracia bendecida por los EEUU, Francia, etc, pero la ley sigue siendo la de la jungla, la ley del más fuerte. Y estos suelen llevar armas.

Me dice, además, que no puede decir que es mi abogado. Me le quedo mirando, extrañado, ¿cómo?, ‘sí, me dice, porque si lo sabe el comisario lo más probable es que me eche del despacho…’

No daba crédito, mi famosa boca abierta de incredulidad que cada vez cierro más en esta época de lluvias plagada de moscas y mosquitos, le anima a explicarme que según la ley burkinesa un detenido no tiene derecho a estar asistido por su abogado en los interrogatorios por la Policía. Ni por un médico. Quizás por eso haya fallecimientos por enfermedad en las dependencias policiales.

Puede que les suministren demasiados jarabes (de palo) y se acaben congestionando.

Ha habido estos días unos graves altercados en Gaoua por la muerte de un joven en dependencias policiales, pero lo arreglaron matando otros 2 más en las manifestaciones de protesta.


Noticia, discreta, de la muerte de un detenido. Luego empezaron los disturbios en serio que han durado más de una semana


Así que llamamos y que sí, que llega enseguida. Tiene su oficina al lado de Comisaría, ya estuvimos allí. ¿A que no sabéis cuánto tardó en llegar? ¡Exacto!: 1 hora. De hecho le volvimos a llamar porque el abogado confesó que nos iba a tener allí toda la mañana esperando, para ablandarnos.

Acabó llegando y el policía, sin dejarnos entrar siquiera al despacho nos dijo que nos pusiéramos de acuerdo.

Yo, ladino de mí, no le di la mano alegando una herida supurante en el dedo. Y aquí como hay lepra enseguida aceptan dejar de lado ese trámite de cortesía.

Total, aquí el ladino que os escribe y después de breves intercambios de palabras y de enseñarnos un papel firmado por mí diciendo que renunciaba a la fianza si dejaba la casa, agaché las orejas y todo lo demás y nos fuimos a un bar a hacerle el talón por la totalidad de lo que pedía.


Y digo yo, ¿qué narices le habría costado haberme dado fotocopia de todo ello el primer día y haberme evitado viajes, hoteles, gastos y sobre todo pérdida de salud, un montón de salud?

Bueno y un poquito de orgullo, pero está claro que no sólo se trataba de sacarme todo el dinero posible, también se trataba de humillar al blanco. Y eso jode. Sobre todo porque yo había venido aquí a otra cosas aunque no esperaba que le pusieran mi nombre a ninguna calle.


Nunca eres lo bastante viejo para aprender algo y aquí estoy aprendiendo un montón. Aunque a veces las clases me ponen de muy mala hostia, para qué engañarnos.

Sin embargo estoy contento: tengo el dinero para pagarlo (aunque cada vez me queda menos) y ¡problema resuelto!

La lista de problemas ya sólo tiene 5, gordos, pendientes. ¡Yupi!

 

 

GALERÍA DE RETRATOS DE JAVIER NAVAS

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