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Mientras tantoLa línea y el árbol

La línea y el árbol


Newyópolis

¿Y si me hubiera quedado ahí? Al lado de ese cauce de agua seco, frente a esas matas que crecían bajo ese círculo de fuego, cuando el tío Juve y el primo Marcelo me enseñaban a sacar el algodón. Así fuera cierto que miraba con ambición los cerros, las hojas de los olivos agitándose por la tarde. Así me gustara el olor de los cuartos de quincha, la luz que flotaba entre los pacaes. Así recordara la leche recién ordeñada, el sonido de la Remington con que mi abuelo apuntaba a los pájaros que volaban sobre la bodega, sobre sus vinos. Así me gustara el viento que silbaba frente a las pencas, detrás de las pircas del corral, donde alguna vez mi madre abrió una fruta cubierta de espinas. «Prueba«, dijo ella, colocando la tuna rojísima en mi boca.

Ahí no podía quedarme.

¿Y al lado del mar? En aquella ciudad que recorriste en un viejo Toyota Corolla. Donde ella te dijo ese no muy claro antes de bajarse, de alejarse sin mirarte. Mes tras mes: tú imaginándola en cada cabellera larga que caminaba por Lima. Ese escuálido sol, esa garúa ¿Y por qué no recuerdas la noche en que regresabas con la poeta desde Barranco, entre los jazmines y las camelias de un pasaje estrecho de San Borja? O las tardes frente a las olas que reventaban contra las rocas de la Herradura. O esa noche en El Dorado, intoxicado entre sus piernas. Si te fuiste por ella ¿Es que acaso, después de esa noche, no deseaste volver?

¿Por qué insistes en recordar el cuerpo de tu abuelo en la morgue? Verdoso. Frío. Sólido. Él que no podía hablar cuando sus lágrimas resbalaban dentro de la sala del Hospital del Empleado. Esta no es forma de morir, dijo el doctor. También recuerdas las escaras en la piel de tu abuela, postrada en la cama. Tu otra abuela: muriendo sola, enmedio de la noche, sin que nos diéramos cuenta.

¿Por qué insistir?

Eres limeño. Te has ido pero eso eres. Nunca serás nada más.

Otro lugar donde pudiste haberte quedado: su rostro severo, la voz grave. Tú ya habías conocido el agua del río en Allariz. La arena de Laxe. La Torre de Hércules. Ella, tu hermana, te dijo que ahí en A Coruña no te podías quedar. Te recordó que la Guardia Civil le puso luz contra la cara y la orden de salida en el pasaporte. Tú no necesitas pasar por eso. España no vale la pena

¿Y Brasil? Si te hubieras quedado unos días más con ella, en Porto Alegre. Si te hubieras atrevido. Pero aquello era arriesgarse al mismo no. Los rechazos dolían más antes de los 20.

¿Y en Francia? En esa casa con gallinas picando sobre el césped, tan cerca del río Garona, del Golfo de Vizcaya, donde ella te decía que por favor:doucement. Tal vez hubieras aprendido, en la Universidad de Burdeos, el por qué de aquel odio hacia a los gitanos.

¿Por qué entonces Nueva York? ¿Por qué no te has ido aún? 

Respiras el aire de un viernes de otoño. Miras la taza con las manchas del café: dice Montauk 2014. Chowder Contest. Imaginas ese mundo cuando no sabías lo que era un Chowder. Recuerdas haber escuchado la palabra en la lluviosa Maine, en una barra de Acadia, antes de regresar a Ogunquit. Miras por la ventana las piedras de una colina, atrás de tu casa (tu casa) en un pueblo que los primeros 30 años de tu vida ni siquiera sabías que existía en el mapa: Pleasantville (¡Tienes que mirar la película! te dijo Paloma desde Calgary. Paloma: otro recuerdo de Lima. La primera vez que la viste: desgarbada, hermosa, saliendo de la carpa de nuestro amigo en una playa neblinosa, un mar frío.)

Miras tu colección de lapiceros en un bote verde claro, ese color que no existía cuando ibas al colegio limeño, o al estadio. Observas los libros sobre la mesa. Piensas en los nombres que te llevaron a esos libros: Aforismos (Juan), Vox Horrísona (Rossana), Poetry July/August 2007 (Patricia Cockram), Motel Chronicles (Julio). Y quieres entonces trazar una línea que conecte todos los puntos de tu vida: Clínica Tezza-Urbanización de Ingenieros/Anqui/Silaca-Colegio Recoleta-Centro Pre Universitario-ella-Universidad de Lima-Viaje a Brasil-ella-Barra Norte-ella-trabajos-renuncias-ella-viaje al Cusco- ella-Viaje a Europa-un camión entre Lisboa y Nuremberg-la posibilidad (siempre abierta) de llegar a Estocolmo- A Coruña-Cielo de Islandia-Nueva York.

Y ahí, en esta región del mundo donde te quedaste, piensas en otros lugares y en otras ellas. Como si hubieran sido cartas, opciones de vida que perdiste en el camino (o que jamás estuvieron a tu alcance): Mamaroneck-Greenridge Medical Center-ALCC-ella-Knollwood-Port Chester-ella-White Plains-ella-Lehman College-Brooklyn-ella-Bronx-ella-Riverdale-Peekskill-Pleasantville. Ellos.

Piensas entonces en esa biografía que tuviste que afinar para un taller, semanas atrás: Nació en Lima. Vive en Nueva York donde ya plantó un árbol, escribió una novela, tuvo mellizos. Tiene una revista de literatura. Es profesor de cine.

Lo lees varias veces hasta estar seguro. Piensas en el árbol.

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