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La mano de Dios

 

 

El efecto de esa mano fue un gol irrepetible. Y Dios era en realidad Maradona. Pero el ocaso de los dioses como Maradona, relacionado con las drogas, no es infrecuente.

 

El deporte de élite a menudo perjudica la salud. Miles de niñas están siendo sometidas en este momento a dietas estrictas y a sesiones interminables de entrenamiento para intentar llegar a ser campeonas de gimnasia en sus diversas modalidades, retrasando su menarquia y exponiéndolas al riesgo de anorexia.

 

Miles de tenistas de competición, de ciclistas de élite o de futbolistas profesionales tienen en la madurez graves problemas articulares incapacitantes, en las respectivas regiones de sobrecarga (rodilla, espalda, tobillo, etc.)

 

Incontables deportistas de prestigio se han sometido a tratamientos anabolizantes o han usado los más diversos y perversos métodos de potenciación de sus capacidades, desde el uso de eritropoyetina para concentrar su sangre, hasta el de enemas de aire para flotar mejor en el caso de los nadadores. Muchos de ellos han muerto súbitamente por causas cardíacas relacionadas con alguno de esos fármacos.

 

Los accidentes graves en el deporte son menos raros de lo que se cree. Un cable perdido en una estación de esquí mató a un aspirante monárquico. Y del rey para abajo todos iguales…

 

Y luego está el final. El final del verano del deportista de prestigio es un ocaso que los acerca a la depresión y los embarca a veces en el consumo de sustancias de abuso. Casi ninguno recibió preparación, ni psicológica ni humana, para ese abrupto final.

 

De consideración es también el nutrido grupo de los que no llegan, de los que malgastaron su juventud en intentarlo y perdieron horas de infancia, ocio, y estudios.

 

Y no olvidemos los abusados. En el gimnasio, como en el seminario, se han concentrado históricamente los pederastas.

 

Es más rentable políticamente acercarse a un triunfador que fomentar el deporte de base, menos competitivo y más saludable; desde Urtáin hasta “La Roja”, todos los políticos lo han sabido y usado oportunamente.

 

El deporte de élite puede perjudicar la salud.

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