En diciembre de 2018 escribí un texto sobre infraestructura escolar y los megacolegios para la revista «Dinero» (Publicaciones Semana) de Colombia a partir de tres preguntas que me enviaron. Se publicó parcialmente en el suplemento especial «Bogotá 2030». Aquí lo publico íntegro.
¿Cuál es el impacto que tiene construir colegios dotados no solo con aulas tradicionales, sino también laboratorios, salas de arte, danza, comedores, etc?
El impacto es positivo siempre que esa construcción: 1/ responda a un proyecto pedagógico claro, 2/ el profesorado del colegio esté motivado y alineado con ese proyecto, 3/ la financiación haga sostenible la aplicación del proyecto pedagógico a largo plazo.
De poco sirve construir un edificio muy bien equipado, con diseño según las tendencias educativas más innovadoras del momento, si el profesorado no quiere o no puede sacarle partido.
Un centro educativo sin proyecto pedagógico claro es como un barco sin rumbo. El equipo directivo y educativo son el capitán y tripulación que guían a los alumnos en la senda del crecimiento integral sano.
El proyecto pedagógico del centro es «la mano», la infraestructura y equipamiento es «el guante» que se adapta a esa mano.
¿Por qué los jardines de infancia de Reggio Emilia son edificios tan peculiares y agradables? Porque responden a un proyecto pedagógico claro, consensuado, sostenido a largo plazo. ¿Por qué los nuevos colegios de Finlandia son tan singulares y únicos? Porque se diseñan desde el principio con los arquitectos y equipo educativo juntos, y responden a necesidades concretas de la infancia de cada localidad.
¿Qué hace que una infraestructura escolar pueda considerarse de calidad?
Tres condiciones para considerarla de calidad son:
1/ Que cumpla bien su cometido pedagógico, para ello tiene que facilitar la tarea del equipo educativo y alumnado a partir de un proyecto pedagógico bien definido y consensuado.
2/ Que sea buena arquitectura con espacios que motiven, propongan, sugieran, abracen, cobijen, insinúen… La buena arquitectura es un lenguaje universal construido con luz, sonido, temperatura, recorridos, orientación, colores, materiales, proporción, ritmo… todo ello contribuye a moldear a los niños y niñas que lo habitarán durante años.
3/ La sostenibilidad financiera gracias a la planificación a largo plazo. De poco sirve, por ejemplo, un colegio con laboratorios y sala de teatro cuyas instalaciones no pueden arreglarse cuando se estropean.
¿Los colegios y megacolegios (1) que entrega la Alcaldía de Bogotá contribuyen de alguna manera a la cobertura y calidad de la educación?
En las sociedades occidentales contemporáneas, como Colombia, los jardines de infancia y colegios son la puerta de entrada de la infancia en la sociedad. Una niña o niño que queda fuera de esa ruta y entrada, luego puede ser un adulto de difícil encaje en el organismo social. Eso también se cumple con niños y jóvenes que estudian y trabajan a la vez.
El centro educativo, puerta de entrada en la sociedad, tiene que ser generoso con sus espacios, dotaciones y profesorado. El pequeño tiene que sentir que es atendido y escuchado. Si esa puerta de entrada tiene forma de «cárcel» o estructura descuidada, ¿qué asimila el pequeño? Que lo tratan mal, que la sociedad no lo quiere. Ese pequeño se hará adulto. ¿Cómo tratará a los demás?
La Alcaldía de Bogotá ha hecho un gran esfuerzo en los últimos treinta años con el diseño y construcción de nuevos colegios. Ha pasado de tener poca y deficiente infraestructura para Primera Infancia, Primaria y Secundaria a tener una amplia cobertura y en general de buena calidad, tanto en sus diseños como en sus construcciones. Aunque falta bastante para llegar a una situación ideal de cobertura y sobre todo de calidad, hay motivos para el optimismo.
La evolución de esos diseños, década tras década, se debe a:
1/ Lo aprendido con los diseños construidos previamente por la propia Alcaldía de Bogotá.
2/ La sintonía con las nuevas tendencias pedagógicas en el mundo y deseables para Bogotá, como el Aprendizaje Basado en Proyectos -ABP-.
3/ La coyuntura política de cada momento.
Lo megacolegios no son buenas herramientas pedagógicas. La educación no es sólo aprender datos de Química, Matématicas, Inglés… también es profundizar en la empatía, matizar emociones, trabajar en equipo… En los megacolegios hay tantos alumnos y profesionales que es difícil gestionarlos y construir relaciones personales que posibiliten una educación integral.
Es mejor construir varios colegios medianos o pequeños, aunque estén relativamente cerca, que uno inmenso. En los centros medianos y pequeños el profesorado conoce mejor a sus alumnos y familias, personaliza la enseñanza, se forjan mejores relaciones entre el centro y la comunidad.
Tal vez construir un megacolegio sea más barato que varios medianos. Pero a la larga, para la ciudad y el país, no es tan buena inversión.
Nota: Bogotá cuenta hoy con bastante infraestructura escolar oficial (pública) de calidad. Uno de los retos actuales es que el profesorado saque el máximo partido de esos espacios y materiales educativos. De qué sirve construir colegios para trabajar, por ejemplo, mediante Aprendizaje Basado en Proyectos, si luego el profesorado sigue impartiendo sus lecciones «a la antigua».
Nota (1): Se llaman megacolegios los centros educativos que acogen a mil quinientos, dos mil, dos mil quinientos estudiantes o más… Se han construido bastantes megacolegios en Bogotá, en otras ciudades de Colombia, en Ecuador dentro del plan «Colegios del Milenio»… Los megacolegios han provocado grandes problemas en la movilidad de los estudiantes que tienen que desplazarse durante horas de casa al centro, problemas de convivencia y seguridad, de calidad educativa… Es inaudito que aún se defiendan los megacolegios desde puntos de vista pedagógicos.