El número de mujeres que trabajan en Estados Unidos, excluyendo las que hace labores domésticas, superará por primera vez en la historia al de hombres en el 2010. El hecho es histórico. También lo es que 60% de los graduados en las universidades estadounidenses y europeas son mujeres. Igualmente llamativo es que en estos momentos de crisis económica el paro en Estados Unidos afecte menos a las hembras (8´6%) que a los varones (11´2%).
Este avance de la mujer en el mundo desarrollado obedece a causas conocidas, políticas, equiparación legal de la mujer, algo que fue aguijoneado hace décadas por los movimientos feministas, económicas, el progreso ha generado más mano de obra y el crecimiento de los servicios, en donde la hembra compite en igualdad, en detrimento de las manufacturas ha contribuido a la feminización del mercado laboral.
No hay que minimizar la importancia de la técnica, surgimiento de la lavadora, el aspirador, el móvil…y más aún de la ciencia, la trascendental generalización de la píldora anticonceptiva, que han contribuido a la liberación de mitad de la humanidad. Pero la pregunta es: ¿esta evidente capacitación de la mujer ha conducido a la equiparación fáctica de las mujeres? Sabemos que, en muchos terrenos, no. En el empresarial, por ejemplo, las hembras han accedido con fuerza a los niveles intermedios pero aún están claramente rezagadas en la cúspide, así, en Estados Unidos, sólo 2% de los Presidentes de las 500 empresas más importantes reseñadas en la revista “Fortune” son mujeres. En el político aunque el salto es espectacular, el caso de Ruanda en que 55% de los escaños de una de las cámaras del Parlamento son ocupados por mujeres o el de algún país nórdico son claramente excepcionales.
En el empleo, prescindiendo del ejemplo citado de Estados Unidos, la diferencia sigue siendo considerable entre ambos géneros. En Italia o Japón el porcentaje de hembras empleadas es inferior en 22% al de hombres, incluso en la igualitaria y pionera Suecia es del 5%. Recordemos que en la mayor parte de los países desarrollados las mujeres perciben, a igual empleo, un sueldo inferior al otro género. Lo que clama al cielo. Las razones de la persistente desigualdad provienen en buena medida de prejuicios tradicionales. Pero no sólo, muchas mujeres se ven obligadas a escoger en un momento de sus vida entre ser madres o su carrera y el mercado es tiránico, las que se bajan temporalmente del autobús o no pueden posteriormente emplear la misma dedicación que los hombres, sin ataduras de retoños etc..son postergadas.
Si el camino hacia la equiparación en el mundo occidental es afortunadamente irreversible, la situación en el menos desarrollado tiene aún mucha tela que cortar. Hace ya bastantes décadas que las mujeres chinas no se ven, por razones estéticas, con los pies atados y oprimidos de niñas, prometidas en su niñez o abandonadas para que mueran pero aún en ese país, igualitario en muchos terrenos, los abortos de fetos femeninos son mucho más abundantes que los de niños. Nicholas D. Khistof y Sheryl Wudunn han publicado un interesante libro titulado “Half the sky” (Edit. Knof) en el que partiendo de la premisa de que “la brutalidad que se inflinge rutinariamente en mujeres y niñas en muchas partes del mundo es uno de los mayores problemas de derechos humanos” de principios del siglo XXI nos presentan un panorama sombrío.
Los datos que manejan son estremecedores, más mujeres han muerto por violencia o por abandono en los últimos cincuenta años que hombres en guerras en todo el siglo XX, cada año unos dos millones de niñas desaparecen debido a su género. Al considerar que no tienen valor para la sociedad en que viven, no se les cuida, no se les vacuna, no se les educa… Los autores prueban que esa canallesca actitud no es sólo un crimen sino un error: la capacitación de la mujer produce una sociedad más próspera y más desarrollo. El libro es enormemente iluminador.