En el norte de Siberia, el calentamiento global y el cambio climático han permitido hallar el esqueleto de un mamut de más de 10.000 años de antiguedad. El esqueleto estaba casi perfecto, con el cráneo, costillas, mandíbula inferior y tendones intactos.
El esqueleto estaba casi mirándonos a los ojos para hablarnos de la relatividad del tiempo. Porque en algún lugar, en algún momento, seremos quienes quedaremos con las cuencas vacías y los huesos separados. La pregunta es si, cuando nos toque, quedará alguien al otro lado para recomponer la forma de nuestro cuerpo.
El esqueleto de este mamut tiene algo de sombra sobre la continuidad y lo que nos gusta llamar el ciclo de la vida. Porque ese esqueleto no deberíamos estar mirándolo, no debería estar en la superficie.
Como explica la doctora Mar Gómez (@MarGomezH), las altas temperaturas están provocando la fusión del permafrost. Una capa que se encuentra, bajo nuestros cuerpos, bajo la capa activa del suelo, congelada en algunas regiones de la Tierra. Esta capa está hecha de roca, arena, compuestos orgánicos y agua. Esta capa se está fundiendo porque la temperatura del Ártico sube a un ritmo insostenible.
La materia orgánica de la capa de permafrost acumula carbono y forma una masa vegetal que al descongelarse crea un fango que libera dióxido de carbono y metano, el gas que más afecta al calentamiento del planeta. Si se liberan todos esos gases, la degradación puede entrar en un círculo de retroalimentación irreparable.
Se funden los hielos y surgen los monstruos. En esta capa que está debajo derritiéndose, según biólogos de la Universidad Aix-Marseille, probablemente se encuentren los microorganismos que causaron la viruela y la peste bubónica.
¿Qué haremos cuando toda la memoria a largo plazo de la Tierra nos alcance?
El cambio climático y el esqueleto del mamut casi se puede narrar como una fábula. Los seres humanos estamos empezando a desenterrar a los fantasmas, a matar de una manera cada vez más consciente. Matarlo todo y a matarnos entre nuestra propia gente, sin esconderlo, porque el cuerpo entero de la bestia ha aparecido como evidencia de que estamos asesinándolo todo, y no hay un discurso de parar.
Tan solo el descubrimiento del mamut debería obligarnos a parar; el descubrimiento de una ciencia que nos habla de lo que somos desde un pasado que cada vez es menos remoto.
La Tierra está ya tan agotada de recursos que no le caben ni los muertos.