La única manera de encontrarte es dejar de buscarte.
Y a la caída de la tarde, vuelves a mí.
Como en un sueño, te desvaneces, cuando el sol acaba por prender el horizonte.
La noche, tu refugio cobarde.
Los besos, una marea incierta, que viene y va.
Soy orilla, sin mar al que adherirse, sin brisas, ni oleaje.
Un puñado de conchas rotas en una playa vacía.
Es la nada, en torno a ti.
¿Será que tu mar no entiende de vocablos, solo de instintos?
¿Será que mi arena solo entiende de palabras?
Amor desahuciado, Amor no definido.
En ausencia de ti, un ambiguo destino.
Maldito juego de niños.
Es la nada, en torno a ti.
Entre tu mundo y el mío, un abismo sin puertas.
Entre mi mundo y el tuyo, el caos, sin tiempos prorrogados.