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Mientras tantoLa perífrasis y el sesgo negativo

La perífrasis y el sesgo negativo


(Para Jaume)

 

El Congreso Anual de la Asociación Nacional de Informadores de Salud celebrado en Navarra ha tratado el asunto del suicidio y los medios. Han proyectado el siguiente póster y creo que con eso está casi todo dicho: «También es importante un uso correcto y delicado del lenguaje. El suicidio se despenalizó en 1961 y desde entonces algunas personas consideran ofensivo el uso de la expresión «se suicidó»; son preferibles las alternativas «quitarse la vida» o «matarse»». Si algunas personas hubiesen escrito una sola línea en su vida sabrían que suicidarse es mucho mejor que quitarse la vida. El consejo forma parte de las Recomendaciones a los medios audiovisuales sobre el tratamiento informativo de la muerte por suicidio que el Consejo Audiovisual de Cataluña, el Departamento de Salud y la asociación Después del suicidio presentaron hace algunos meses, donde se ve bien que la primera victoria del tabú es la perífrasis.

 

La admirable Cecilia Borrás, presidenta de Después del suicidio, ha dicho que «el suicidio no es noticia, sino una muerte trágica que debe tratarse en la intimidad». Salvo que se trate de un famoso o el suicidio tenga una relevancia social, ha añadido. De acuerdo. Pero sólo porque los suicidios españoles no caben en un periódico. ¡A ver qué diría Borrás si el crimen de pareja no fuera noticia, sino una muerte trágica que debiera tratarse en la intimidad! Que en España se suiciden 3910 y no 53 obliga a establecer un criterio regular en el tratamiento del suicidio más parecido al de los accidentes de tráfico. Pero si los periódicos aspiran a ser un instrumento ilustrado y no una tira enfangada deben revertir forzosamente el patrón actual, donde 53 mujeres ocupan 306 noticias y 3910 suicidios sólo 18.

 

Sobre lo de evitar el cómo, el dónde y hasta el quién de un suicidio, hoy mismo trae El País una investigación sobre Anthony Abbott, un británico de 36 años, suicidado en los calabozos de Benidorm con jirones de manta sujetos a los barrotes, y aprovechando la ausencia de cámaras y vigilancia. Tengo escrito en algún sitio que la información salva vidas. El suicidio de Abbott, modificación de las celdas y instalación de cámaras mediante, probablemente salve la de algunos de los próximos detenidos en esos calabozos. Bastaría para comprobarlo el número de casos antes y después. Pero entiendo que sea difícil de aceptar. Exagerar las (malas) consecuencias de la información sobre el suicidio ha sido uno de los principales éxitos de la teoría del contagio. Un caso práctico del sesgo negativo del que se ocupa el escéptico Michael Shermer en su respuesta a la pregunta Edge de este año. Ese que insiste en que el mal contamina el bien más que el bien purifica el mal.

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