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La pesada herencia de la droga

 

Carlos Pagni es profesor de historia, y uno de los columnistas estrellas del diario argentino La Nación, tribuna de doctrina conservadora y eclesiástica, sindicado como una de los amplificadores (y algo más) del Opus Dei. Si derecha e izquierda todavía quieren decir algo, La Nación, fundado hace más de cien años por Bartolomé Mitre uno de los traductores al castellano de la Divina Comedia es un libelo de derecha, pero convengamos que conoció épocas mejores. Es cierto que no se ha hecho cargo de los rumores que indican que Adolf Hitler murió en la Argentina, por ejemplo.

 

Para ciertos trabajos fue contratado Pagni, un platense criado en Mar del Plata, amigo del gastronómico Luis Barrionuevo, de Horacio Rodríguez Larreta y de Enrique Nosiglia, entre otros notables de la política local.

 

Carlitos sostiene una red de informantes y de lectores que suman ventas a ese diario que estuvo a punto de caer en las garras de Raúl Moneta, un banquero que hizo fortunas durante el reinado de Carlos Saúl Menem. El diario del buen patricio argentino en manos de ese señor hubiera sido el hazmerreír de muchos. Lo salvaron fortunas amigas de purpurados entre otras.

 

Carlitos cita a Carl von Clausewitz, a Jorge Luis Borges, a Marcel Proust. Carlitos la va de culto. Además de frecuentar a Fernando de Santibánez, también supo pasear por la ciudad feliz a Rodolfo Modern, Jorge Isaacson, Vicente Massuh. Carlitos no se priva de nada. Ahora se ha convertido en una de las múltiples vocerías de la iglesia de Pedro, alzada contra el flagelo de la droga que azota el suelo de la patria.

 

Hace menos de una semana, en una columna bautizada La pesada herencia de la droga, se hacía eco de la preocupación de los obispos por la entrada masiva de sustancias ilegales a la Argentina y por la facilidad que daría este país para lavar dinero sucio. En rigor, a Carlitos y a sus sponsors, lo único que le importa es el dinero. El resto es para los curas de las villas.

 

Léase: “La voz más poderosa fue la del Episcopado católico. La estridencia del documento El drama de la droga y el narcotráfico, del 7 de noviembre pasado, hizo juego con la centralidad que adquirió la Iglesia desde que Jorge Bergoglio se convirtió en Francisco (…)

 

“La Conferencia Episcopal machacará esta semana con la misma alarma. Su presidente, José María Arancedo, lo adelantó en la mesa inaugural. Y el Papa, que sigue con detalle la peripecia local, potenció el mensaje desde Roma: ayer dijo que simplemente hay que decir no a cualquier tipo de drogas. En San Pedro lo aplaudía una comunidad de recuperación de adictos”.

 

Conmovedor, Carlitos.

 

Carlitos también opera con sus barajas entre políticos, diplomáticos, secretarias de buen pasar y otros influyentes. Si es necesario recurrir a la más baja alcahuetería, ningún problema. Se escribe que un ex ministro kirchnerista tuvo, tiene o tenía problemas con las drogas. Cuando se dice algo por el estilo, el tipo se ha vuelto de cuidado.

 

Carlitos, sobre quien podría contar historias que no le gustarían ni a los curas que frecuenta, es un hombre del poder; un hombre estragado por la mala fe y un ignorante sobre la materia que dice conocer. Es todo lo que conviene decir por ahora de este personaje.

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