Cracovia es una de las grandes capitales de la vieja Europa. Fue la de Polonia y en la actualidad sigue siendo su capital espiritual. Sus universidades tienen una tradición de siglos, sus cafés siguen manteniendo su antiguo esplendor y recuerdan a los de Viena. Sus poetas, como Adam Zagajevski o Wislawa Szymborska, han aportado su granito de arena a la imagen de esta ciudad que es ahora la protagonista de la exposición que Miguel Galano (1956) presenta la Galería Utopia Parkway.  Tal vez ésta sea la más ambiciosa de todas las que el pintor ha realizado en este espacio, desde luego lo es en cuanto al número de obras expuestas, que pasa de la treintena, y también por la variedad de formatos y soportes que actúan como piezas de un gran puzzle cuya solución revela una ciudad emblemática, tanto por su gran pasado como por su prometedor futuro: algunas voces la señalan como la sucesora a medio plazo de la masificada y un tanto banalizada Berlín. Pero la mayor ambición estriba en que Miguel Galano no solo nos muestra la piel de Cracovia sino también su esencia, su latido, al estilo de la gran pintura de todos los tiempos.