No quiero abortar; quiero quedarme embarazada en el momento perfecto, con un trabajo estable, con unas leyes protectoras que aseguren que después del parto continuará sin problema alguno mi carrera profesional, quiero que mi hijo o hija venga a un mundo en el que tenga garantizada un educación de calidad, y que si tiene cualquier problema de salud, puntual o permanente, tenga apoyo económico y laboral, que en definitiva pueda tener una existencia digna, tan digna como la mía o como la que yo hubiera deseado tener si no estoy a su lado el tiempo suficiente.
No quiero abortar, quiero sólo tener los hijos o hijas que desee, en el momento que los desee, y que la protección social a esos menores sea paralela a mi responsabilidad y la de mi compañero en su bienestar y cuidado.
No quiero abortar. Pero los anticonceptivos fallan, o fallas tú, a veces ni te han hablado de ellos, a veces ni puedes comprarlos. No quiero abortar. Pero no deseo dejar de estudiar, pero no tengo trabajo, pero tengo un trabajo temporal, pero no me da el tiempo ni el dinero para ser madre.
No quiero abortar, pero estoy embarazada, y no quiero estarlo. No quiero tener hijos o hijas no deseados porque tengo el derecho a que éstos nazcan con un mínimo de dignidad, dignidad que para mí, como para muchas mujeres y para muchos hombres, incluye venir a este mundo desde el deseo de quien decide ser tu madre. Para los que no, que no aborten. La dignidad es la capacidad de decir que no.
Hablar de aborto es hablar de vida. De la vida que no se merecen los que hubieran nacido sin ser deseados y/o sin poder ser alimentados, educados, cuidados, y ahora, también sin poder ser librados del dolor, de la enfermedad, de la dependencia. Estamos hablando de la vida de las mujeres, de su cuerpo, del riesgo de no querer abortar pero tener que abortar cómo sea y dónde sea y en las condiciones que sea, porque por ley, dejarán de ser consideradas ciudadanas con derecho a decidir sobre quizá el hecho más personal, íntimo y determinante de sus vidas, por ley dejarán de ser consideradas sujetos autónomos, libres y responsables.
Las leyes del aborto son leyes para mujeres pobres, de ellas dependerá su cuerpo, su vida y la vida de su descendencia no deseada. El legislador, el juez, el cura, el médico… y tú embarazada y sin querer abortar y sin querer estar embarazada. Con dinero el problema es psicológico, un mal trago. Sin dinero el problema es vital… nos va la vida en ello.