La selva oscura de Dante era una metáfora del dolor de la vida, de una vida de apetitos sensuales sin fe ni esperanza, un momento de la vida en el que parece haberse perdido el rumbo:
A mitad del camino de la vida,
me hallé en una selva oscura
porque me extravié del buen camino.
Es tan difícil relatar cómo era
esta selva salvaje, áspera y ardua,
que al recordarlo vuelvo a sentir miedo.
Inferno I, 1-6
Traducción de José María Micó
¿Pudo haberse inspirado Dante en algún paisaje concreto para concebir su selva oscura o se trataba exclusivamente de un paisaje del alma? Los habitantes de Arcidosso, en las estribaciones del Monte Amiata, en la Maremma, están convencidos de que su comarca sirvió de inspiración a Dante para concebir esta selva selvaggia e aspra e forte, impenetrable selva oscura de mal agüero, la antesala del Infierno. Y para confirmar esta creencia, o tal vez para motivarla, en un bosque de la comarca se encuentra una masa rocosa que no arroja duda alguna: es la efigie de Dante, por eso es conocida como Il sasso del Dante. ¿Cómo era la Maremma medieval? Quienes la describieron nos presentan una landa inhóspita y salvaje, cubierta de bosques impenetrables tierra adentro y marismas insalubres en la costa. Cuando nos introduce la selva de los suicidas, el círculo infernal donde los que habían ejercido la violencia contra sí mismos sufren el penoso castigo de convertirse en árboles, Dante lo compara con el lucus maremmano, entre Cecina y Corneto:
Antes de que llegase a la otra orilla
Neso, nos internamos por un bosque
no atravesado por sendero alguno.
Su fronda no era verde, sino oscura;
sus ramas, retorcidas y nudosas;
sus frutos, sólo espinas venenosas.
Ni las fieras salvajes que rehúyen
los cultivos de Cécina a Corneto
pueblan brañas más ásperas y espesas.
Es aquí donde anidan las Arpías,
que expulsaron de Estrófades, con fúnebre
augurio de su mal, a los troyanos.
Inferno XIII, 1-12
Traducción de José María Micó
“Maremma non cred’io che tante n’abbia” asegura el poeta describiendo la criatura que “pien di rabbia” galopa llevando sobre la espalda un dragón que escupe fuego. De nuevo, en el canto XXIV del Infierno, Dante vuelve a recordar este lugar insalubre, al describir los horrores del décimo círculo, donde los falsarios sufren su condenación en forma de terribles enfermedades. Tal espectáculo de sufrimiento de nuevo le hace evocar la Maremma:
Si en una fosa semejante a ésta
se juntasen de junio hasta septiembre
los infectados de la Valdichiana,
de toda la Maremma y de Cerdeña,
no igualarían esta pestilencia,
que era un hedor de carne descompuesta.
Inferno XXIX, 46-51
Traducción de José María Micó
La Maremma llegó a convertirse en un lugar nefasto por antonomasia, asolado por las miasmas de sus pantanos y por los bandidos que la convirtieron en un lugar harto inseguro. Ambas circunstancias alejaron de ella a los primeros viajeros del Grand Tour. Para colmo, la comarca estaba infestada de lobos. En los archivos comunales de Massa Marittima es posible encontrar documentos que dan fe de cómo varios municipios de la Maremma habían constituido una sociedad que se financiaba mediante un tributo anual para defender la comarca de los ataques de los lobos. De dicha sociedad formaban parte burgos que hemos tenido ocasión de visitar: la propia Massa Marittima, Montieri, Boccheggiano, Travale, Gerfalco, Tatti, Perolla, Prata, Gavorrano, Ravi y Giuncarico. Al igual que en los pueblos de mi tierra natal, se pagaba a un cazador, un alimañero, por cada pieza que cobraba. Es una lástima no poder escuchar desde los muros de Prata o de Tatti el aullido del lobo que viene desde la noche de los tiempos.
Esta historia de bosques impenetrables, malos augurios y aullidos de lobos, no puede terminar sin mencionar la increíble historia de David Lazzaretti, el profeta del Monte Amiata, creador de secta Giurisdavidica, una comunidad religioso-política fundada en principios de comunidad de bienes, ayuda mutua, instrucción elemental e igualdad de las mujeres. En una gruta en la cima del Monte Labbro construyo su Torre de David. El líder espiritual de la secta halló la muerte el 18 de agosto de 1878 en una procesión no autorizada junto con otros tres fieles a consecuencia de los disparos de los carabinieri. Lazaretti expiró en una casa de Bagnore y fue sepultado en un sepulcro etrusco en el cementerio de Santa Fiora, el único comune dispuesto a acoger sus restos mortales. Sus restos terminarían en el Museo de Antropología Criminal de Turín, fundado por el famoso alienista Cesare Lombroso. No obstante, la secta davidiana aún hoy en día tiene seguidores que viven en la esperanza de la promesa de paz terrenal de David Lazzaretti y que se reúnen durante la noche entre el 14 y el 15 de agosto encendiendo fuegos e invocando la memoria de su profeta del Monte Amiata.