Dos informes, uno de Foessa y otro de Unicef, dan cuenta de la situación social de los niños españoles. En este post, resumiremos los aspectos más destacados del de Unicef. La organización, en «Equidad para los niños», realiza una clasificación por países en función de la distribución de los ingresos, educación, salud y satisfacción vital de los niños.
España, en términos de ingresos, sufre una tasa de pobreza infantil del 20,2%, frente a tasas del 4,5% de Noruega o del 3,7% de Finlandia, por ejemplo. En Francia, alcanza el 9%, mientras que en Alemania ronda el 7,2%. España está en porcentajes similares a los de Estados Unidos y sólo ligeramente por debajo de países como Grecia, México, Bulgaría y Rumanía, por ejemplo.
Quizás más llamativas que las cifras de pobreza lo son las de desigualdad de rentas, medidas comparando los ingresos de los hogares con niños del percentil 10 (el 10% de la población más pobre) con los del percentil 50, donde se encuentra la mediana de la distribución. En España, la renta disponible del niño en el percentil 10 es un 62,62% inferior a la del niño del percentil 50. Los niños españoles, de acuerdo con esta distribución, son los más desiguales, sólo superados por los israelíes, los griegos, los mexicanos, los búlgaros y los rumanos. También podríamos decir que, en términos relativos, los niños españoles pobres son más pobres que otros, dada la distancia existente entre ellos y los que podríamos considerar «clase media» por colocarse en el ecuador de la distribución. La mayor igualdad económica la muestran Noruega, Islandia, Finlandia, Dinamarca, República Checa, Suiza y Reino Unido, donde la brecha de ingresos oscila entre el 37% y el 40%. Y ello debido a que las transferencias sociales reducen en un 48,4% la brecha de ingresos en el Reino Unido, por ejemplo; en Noruega, un 38,8%; en Dinamarca, un 35,8%; en Finlandia, un 34,1%; mientras que en España la actuación de las herramientas del Estado del Bienestar apenas es capaz de reducir la desigualdad de ingresos en un 16,7%.
Los niños españoles salen mejor parados cuando hablamos de educación. La brecha educativa, que resulta de un complicado cálculo para medir la diferencia en la puntuación obtenida en las pruebas PISA entre los estudiantes de la mediana y los del percentil 10, se encuentra en la media de los países analizados. Además, el porcentaje de niños por debajo del nivel 2 de competencia en las tres materias que evalúa PISA se encuentra en el 10,4%, un porcentaje relativamente reducido incluso si lo compramos con países avanzados como Suecia, Luxemburgo, Francia o Bélgica. La situación de España es, además, equilibrada, no ocurre como en Chile y Rumanía, los países con mejores datos en brecha educativa pero con peores datos en porcentaje de niños con bajas competencias en las principales materias analizadas.
Como en educación, en salud España también presenta relativamente buenos datos. La brecha de salud mide la diferencia entre los niños que declaran padecer problemas de salud con cierta frecuencia con los niños que se sitúan en la mediana de la escala de salud. En España se coloca en el 27,31%, con lo que es el décimo país dentro de esta clasificación, por encima de otros países como Estados Unidos, Reino Unido, Irlanda, Suecia o Francia. Además, esta referencia va acompañada de otra cuyo objetivo es medir el porcentaje de niños que tendría mala salud. En España, este porcentaje es del 23,9%, cifra inferior a la de Francia (30,7%), pero superior a la de Noruega, donde no llega al 15% o a la de Portugal, que se sitúa en el 17,7%. La brecha de género en términos de salud en España se encuentra en los 12 puntos porcentuales en contra de las mujeres, por debajo de Suecia y de Italia, donde ronda el 16%.
El sistema de redistribución de ingresos no funciona bien, como hemos podido comprobar en la primera clasificación. En cambio, la situación educativa y de salud de los niños españoles están, en términos relativos, bastante bien. Pero, ¿cuál es su nivel de satisfacción vital? No hay buenas noticias para España. En España, los niños poco satisfechos con su vida presentan niveles de satisfacción un 29,23% más bajos que los que se encuentran en la mediana de distribución. Por debajo de esta cifra se encuentran países como Canadá, Francia, Alemania, Bélgica, Israel o Turquía. Por encima, los niños de los Países Bajos son los que muestran una brecha de satisfacción vital más reducida: los menos felices son un 24,03% menos felices que los que se encuentran en la mediana en términos de satisfacción. El porcentaje de niños que dan a su satisfacción con su vida una nota por debajo de 4 (sobre 10) oscila entre el 4,4% de los Países Bajos y el 10% de Polonia. En España, ese porcentaje se coloca en el 5,6%.
El informe de Unicef también destaca que las niñas tienen más probabilidades de formar parte del extremo inferior de la distribución en términos de satisfacción. Existe una brecha de género en la satisfacción vital, sobre todo a partir de los 13 años y, especialmente, de los 15 (la franja azul claro que sobresale de la azul más oscuro es el plus de insatisfacción que sufren las niñas respecto a la que padecen los niños; si pincha en la imagen, podrá verla a mayor tamaño):
La brecha de género también existe en la salud, con peores resultados de la valoración de la salud de las niñas respecto de los niños y además con porcentajes abultados (del 12% en España y hasta de un 16% en Suecia e Italia):
Aunque en resultados educativos, la brecha de género es justo la contraria: son las niñas las que obtienen mejores resultados, como muestra este último gráfico que incluimos en este post. En España esta brecha es relativamente reducida respecto a otros países que incluye el estudio. De hecho, se encuentra por debajo de la media de la OCDE.
La distancia de los resultados de los niños respecto de la mediana es mayor que la que existe entre los resultados de los niños y la mediana.
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