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La soledad del que mira y se cuestiona

Una modelo vestida por Givenchi, que apenas deja “entrever su rostro tras la cascada de pliegues y flores de seda que adornan su tocado blanco, entre hombres con sombrero de copa que miran con prismáticos”, titulada Chapeau Givenchi y hecha en 1958 por Frank Horvart para la revista Jardin des Modes, “nunca le convenció”. Al menos eso le confesó Fiammetta Horvat, la hija de una estrella del fotoperiodismo que tuvo la habilidad de sacar a las modelos de los estudios, a Gloria Crespo, que titulaba el pasado 24 de julio en El País su reseña de esta exposición en el Jeu de Paume parisino Frank Horvat, la soledad del ‘voyeur’. Horvat (Abbazia, Italia, hoy Croacia, 1928-París, 2020) es objeto de la primera gran exposición de una peripecia poco conocida, pese a que algunas de sus imágenes se convirtieron en icónicas. “Heterodoxo, nunca se identificó con un estilo, ni permitió que su instinto fotográfico se viera constreñido por los preceptos del fotoperiodismo o por los cánones más estéticos de la fotografía de moda. Horvat fue el eterno inconformista, siempre dispuesto a dejar su propio rastro allí donde las cosas no le eran dadas”, asegura Crespo, quien cita a la comisaria de esta muestra integrada por 170 tomas, Virginie Chardin: “Le interesaban los rostros, también la gráfica de las líneas que encuentra en la ciudad, pero no hay la crudeza que encontramos en Klein. Horvat era más suave y respetuoso. Más elegante e introspectivo. A lo largo de toda su carrera utilizó su obra para cuestionarse a sí mismo”.

Dónde: Jeu de Paume, París

Cuándo: Hasta el 17 de septiembre

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