La Final de fútbol americano es, año tras año, el acontecimento más seguido del año. En éste, con 106´6 de teleespectadores, batió el record que desde hace tiempo tenía el último capítulo de la serie «Mash». Cuatro de los cinco espectáculos más vistos de la historia en la televisión yanqui son finales de la Super Bowl.No es raro, por lo tanto, que un spot durante la Super Bowl-en Estados Unidos los partidos se interrumpen-cueste una fortuna. El domingo pasado los 30 segundos costaban entre 2´5 y 3 millones de dólares.
Los anuncios son a menudo presentación en sociedad de productos de casas importantes, coches, ordenadores etc…, y son esperados con auténtica e insólita expectación. Mucha gente confiesa que en una final le han interesado más los anuncios que el encuentro.Este año uno ha levantado verdadera polémica Uno de los jugadores de la final, Tom Krattenmaker es el protagonista con su madre de un spot contra el aborto. La madre confiesa que cuando estaba de dos meses los médicos, por una, infección en el embarazo le recomendaron que abortara, ella rehusó y declara que su retoño, la fortaleza de éste y el buen estado de salud de ella muestran que no se equivocó y son la mejor prueba de su creencia en Dios y su defensa de la vida.
Los grupos proabortistas, que pierden en estos momentos terreno a nivel nacional, ponen el grito en cielo, intentaron que la televisión CBS quitara el anuncio por demasiado conrovertido, y arguyen que el mensaje de la madre y del deportista es engañoso y cruel. Resulta ahora, argumenta Susan Estrich, que si una madre es advertida de que soporta un feto defectuoso debe olvidarse de lo que dice el médico y contentarse con rezar.Los defensores de la decisión de Tom y su progenitora contraatacan diciendo que tienen todo el derecho a exponer su vivencia y creencias y que las feministas deberán concentrase más bien en combatir la cantidad de anuncios de la SuperBowl y de la tele americana que muestran imagnes degradantes de la mujer con tal de vender.
Kate Michaeldman en el Washington Post manifiesta que ahora que la CBS ha suavizado su veto a anuncios conflictivos, la gente que defiende el aborto como ella tiene que contratacar con spots tan efectivos como el de los Krattenmaker. Así la opinión pública entendería que una mujer violada, una cria de 14 años que queda embarazada o quien lleva un feto deforme tiene el derecho de escoger en uno u otro sentido.