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La televisión que no ve Faba (2)

 

Doctor Mateo. Antena 3.

Verano azul hizo mucho daño al futuro de las series televisivas. Las secuelas del chanquetismo dulcificado de la vida, (sin el talento de Antonio Mercero) pueden resultar completamente anodinas para la audiencia. Doctor Mateo responde a esta idea de serie entrañable para toda la familia, sin groserías, provocaciones, o inquietantes misterios. Una televisión llana y banal como la vida ordinaria, contada por mentes igual de livianas, que la de los personajes reunidos en este pueblecito de postal de la costa asturiana.

 

Una serie con una vocación tan entrañablemente real, corre el riesgo de no interesar, pues el arte –sostiene Faba- debe diferenciarse en algo de la calle. Aunque realizadas por un estimable elenco de intérpretes, las interpretaciones de Doctor Mateo, de tan realistas, resultan insustanciales, pues la serie apunta intenciones de comedia rural, y el realismo es un registro más vinculado al drama que a la catarsis cómica.

 

Quizás el talón de Aquiles de Doctor Mateo sea querer parecerse a la fabulosa Doctor en Alaska, o a tanto otro producto country televisivo estadounidense. Suelen estar mejor hechos aquéllos, además de saber con certeza el rumbo por el que transitan. Los toques de comedia sobre una historia más o menos dramática les hacen salir airosos del improbable combinado narrativo. Por el contrario Doctor Mateo se presenta como una comedia con toques de drama, lo cual descalifica el estilo de interpretación y el tono elegidos para la serie.

 

Gonzalo de Castro dando vida al doctor Mateo, demuestra una escasa telegenia. A pesar de ser un buen actor, no engancha con el público por su aspecto vulgar y corriente. No es cuestión de belleza, sino de capacidad de comunicación de un arquetipo heroico, con el que al público le resulte fácil empatizar; condición indispensable para un protagonista. 

 

Por último, insiste Faba en que a todas las series con musiquitas minimalistas-feng-chui, (copiadas de la ridiculez sonora de Mujeres desesperadas,) debería vetárseles la emisión en cualquier canal televisivo, público o privado.

 

 

Enemigos íntimos e Informe D.E.C.

Que la Tele del Corazón tenga su propia Serie B, pone en evidencia la vitalidad del género. Tampoco hay que extrañarse tanto de que los mentideros catódicos convoquen tan alto número de curiosos, ávidos de cotilleos. El periodismo nació con ellos. La primera publicación periódica que se imprimió en la Villa y Corte fue la Gaceta de Madrid (1661), en la que se reseñaba cuanto acontecimiento mundano destacara en la exclusiva vida social madrileña. Antes de que hubiera noticias, informaciones y pensamientos críticos en los periódicos, (que no surgirían hasta después de la Guerra de Independencia,) ya se escribían en la Gaceta de Madrid, reseñas del corazón público del Siglo de oro y del Siglo de las pocas luces españolas. Incluso hasta el término gacetillero es una herencia de esa primera revista que tuvo la capital del Reino.

 

Si Sálvame en Tele 5 y DEC en Antena-3 son los reyes rosas (Jorge Javier V. y Jaime Cantizano I) de la parrilla televisiva, Informe DEC en Antena-3 y Enemigos íntimos en Tele 5 constituyen esa segunda división regional de la televisión amarilla. Pensar que la zafia naturaleza de estos programas no fuera superable, fue un craso error de cálculo de muchos críticos. Frente a la tele, como a la vida, no se sabe cuántas sorpresas aún nos quedan por experimentar. Enemigos íntimos e Informe DEC, con sus ortopédicos presentadores, y una galaxia de colaboradores depauperados en telegenia, y titulados en vulgaridad natural, (a pesar de su colección de cirugías estéticas), introducen y entrevistan a terceras y cuartas generaciones de famosillos adosados, que aún no están suficientemente promocionados, como para poder comparecer en los buques insignia del Tele Corazón, navegando la noche de los viernes en primera línea de audiencia.  

 

Que todas las noches de la semana sea posible acceder a un programa rosa, viene a demostrar la primera tesis de Faba expuesta en estas crónicas: «la mejor televisión es la mala». Lo que menos obliga al espectador a concentrarse en esas horas, es lo que se le pide al televisor. Un run-rún intrascendente con voces contrastadas en fluida discusión, que en tantos hogares se convierte en antídoto de una pasmosa e indeseable soledad.

 

 

Zánganos y zánganas y viceversa. Tele 5.

Siempre se ha resistido Faba a referirse a este programa con su nombre original: Mujeres y hombres y viceversa. Si quien bautizó a este producto con ese imposible título, demostró altísimas dosis de afasia y de musicalidad, el contenido del mismo no puede afirmarse que se encuentre por encima del despropósito de su nombre. La televisión que juega a falsa Celestina, por interés crematístico, se convierte voluntariamente en mamporrera de estas juveniles bestias sementalescas. Poner toda la estructura de una emisora al servicio de que unos gañanes puedan meterla, y retransmitir a la audiencia el proceso de estas falsas conquistas, es una de las tareas más degradantes a la que puede someterse a todo un equipo de profesionales de la comunicación, y al público receptor de esta “peculiar obra de arte”.

 

En cualquier caso la televisión de Berlusconi sabe negociar con la baja estofa como otros rentabilizan el estiércol. El programa lleva varios años emitiéndose y es carne de reemisión en la segunda cadena de Tele 5, la Siete, lo que pone en evidencia sus admisibles niveles de audiencia. Estos zánganos y zánganas… son presentados por la vasca Emma García (una presentadora prescindible, fácilmente transferible a la televisión vasca,) que posee el arte de utilizar los afeites, los abalorios y el maquillaje, para parecer 20 años más vieja de lo que debe ser en realidad; todo un mérito en estos tiempos tan obsesionados por la juventud eterna.

 

Los logros de este constructivo programa han sido los de fabricar dos garañones televisivos denominados Efrem y Rafa Mora; dos grandes modelos a seguir por la juventud actual española. La convicción de todos los integrantes de este programa es casi superior a la de sus personajes invitados, interpretados –dícese además- por actores con un guión previo. Todo un alarde de invención dramática para dar a luz una criatura catódica tan perfumada como flor de cloaca.

 

 

Qué tiempo tan feliz. La Primera

Hay que reconocer que María Teresa Campos es una comunicadora paranormal. Cuando ya parecía finiquitada del medio televisivo, por sus controversias y la suspensión de su contrato con Antena-3; la Campos se operó la papada, y todo lo que hubiera que operarse, para regresar a Tele 5 con un aspecto de abuela lustrosa y mejorada.

 

Partiendo de un semiplagio de Cine de barrio de La Primera -pero sin película- la Campos ha sido capaz de inventarse -con gran coherencia y naturalidad- la televisión geriátrica, o lo que antes se llamaba Mundo Camp. No sabe Faba si será Qué tiempo tan feliz programa de visión obligada en todas las residencias de ancianos de España; o si tendrá que competir con la incombustible Carmen Sevilla en Cine de Barrio, donde ahora cuenta con la asistencia de Inés Ballester, que aún no ha perdido tanto la memoria como la octogenaria y activa folclórica.

 

«Cualquier tiempo pasado fue mejor» parece ser el lema de este programa que le ha robado el nombre en español a una hermosa canción (Those were the days) de la bellísima inglesa Mary Hopkin, que marcó la infancia de los que ahora se extasían con Cuéntame, allá por los años sesenta. (¡Alerta! ¡Amenazan en las telepromociones de La Primera con el regreso de tan nefanda serie!)

 

Qué tiempo tan feliz se desarrolla en torno a un tema semanal, que suele dar pie a una televisión musical, bastante desterrada –por otra parte- de las programaciones actuales. La magistral elaboración de video-collages reportajeados que suele emitir Tele 5, (buen ejemplo de ellos resulta Hormigas blancas,) garantiza el entretenimiento para una entrañable tarde de sábado, apta para cardiacos y melancólicos.

 

De entre los colaboradores que ha fichado la Campos, (la mayoría con un pie en el geriátrico, prueba de ello es su presencia en este programa,) destaca José Manuel Parada, inventor del formato familiar de Cine de Barrio, cuya presentación le fue hurtada (motivos hubo para aquello,) por la ineluctable reina de las ovejitas televisivas, Carmen Sevilla. En este programa, Parada es utilizado por los ejecutivos de Tele-5 como icono de la tarde de los sábados, grabado en la memoria y retina de los espectadores aficionados a la televisión nostálgica.

 

Para compensar este exceso de trienios reunidos en el equipo que da la cara, en la nueva temporada de Qué tiempo tan feliz, se han fichado algunos juveniles triunfitos reciclados, que bailan y cantan en directo, -es un decir- despertando la libido del doble asilo convocado a uno y otro lado de la pantalla.

 

Aunque precisa Faba -corrigiéndose- su deber en reconocer el más que aceptable resultado conseguido por este equipo, que semana a semana va superándose y configurando su personalidad propia. Tanto, que podría concluirse que el programa de la Campos, más que pertenecer a la negra lista de La televisión que no ve Faba, podría encabezar una relación nueva: La televisión que no le molesta ver a Faba; de la cual, volverán a tener noticias, si siguen visitando esta página.

 

 

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