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Mientras tantoLagarta, lagarta

Lagarta, lagarta


 

Es dulce, cariñosa, apasionada, inteligente, sensual, atractiva sin ser especialmente bella, curiosa. Le gusta escuchar, pero le gusta más hablar. Deja a su marido cuando le da la gana y cuando quiere vuelve con él, porque sabe que el chaval come de su mano. Él es un tío guapo, fuerte y listo, uno de esos que todas las tías y todos los maricones se querrían follar. Y el muy imbécil no mea por ella. Se le ve que arrastra una puta obsesión con esa mujer, pero ella siempre estará a años luz de él, por muy guapo que sea y mucho que estudie. Ya es una marioneta en sus manos pero acabará siendo un payaso y un desgraciado.

 

Estos días la he tratado más y me he dado cuenta en un tris que tiene mucho peligro. Hay mujeres a las que te puedes follar quince o veinte veces que, aún estando muy buenas, no dejan huella. Cuando sales a la calle y te cruzas con otra ya te han vuelto las ganas de meter, aunque sabes que no podrías hacerlo porque has estado follando a cuatro patas durante una hora y te tiemblan las piernas… Pero esta amiga mía no es así. A mí me recuerda a una de esas putas venezolanas que se «arrecochinan» a tu lado en la cama cuando acabas de correrte y ya están pidiendo más. Melosa susurrante que te mira a la cara mientras te la chupa y sus ojos parecen decir que lo que está haciendo es lo que más le gusta en el mundo. Y tú, claro, se te hincha el pecho y te sientes Dios. Y no eres más que un pobre pringado, otro gilipollas creído que muy pronto, como te despistes, acabarás siendo otra marioneta.

 

 He comido con ella varias veces y hemos tenido unas cuantas reuniones de trabajo. La muy puta empieza a tratarme como a un amigo del alma (mala señal porque acabaré siendo pronto un «pagafantas») al que cuenta cosas muy íntimas y dice a las claras que no es feliz en su matriomonio, pero tampoco manda una señal definitiva de que quiere algo. Es pura indefinición, un toma y daca, un hoy sí y mañana no. Y como los tíos tenemos que dar siempre el primer paso, pues ella tan tranquila a ver por donde salgo. Se la ve que está harta de follar, sabe desde los trece años que todos los tíos quieren acostarse con ella; por eso, por la pura ley del mercado, de la oferta y la demanda, el sexo por el sexo no le interesa. Quiere más, mucho más, que mandes a tu mujer y a tus hijos, y toda tu vida si hace falta, a tomar por el culo antes de acostarte con ella. 

 

¿Sabes una cosa, querido lector?  Yo no soy ni alto ni guapo, ni muy listo. Pero tengo canas en los huevos y ya no estoy para majaderías. Ella tiene kilómetros de polla dentro, pero yo he arrastrado mis pelotas por los puticlubes de medio mundo y sólo daré un paso cuando me venga con las bragas en la mano. Y si no lo hace pronto, que le pague las fantas su puta madre.

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