La agenda 2030 se ha convertido en una farsa y un engaño al ciudadano, en un escudo que protege las incompetencias de los políticos y deja al descubierto los intereses geopolíticos de las grandes potencias y la belicosidad de los representantes europeos, tanto de derecha como de izquierdas, que se les llena la boca de lanzar llamamientos de desarrollo injustificables para que los ciudadanos se preparen para una guerra futura. La lucha por atajar la crisis climática por parte de los responsables mundiales, ha dejado de ser desde hace tiempo una esperanza, para convertirse en un olvido orquestado por intereses geopolíticos y falsedades que desinforman a los ciudadanos y cortinas de humo que intentan sembrar la duda y distorsionar la realidad.
Según Naciones Unidas, sólo el 17% de los objetivos van por buen camino. El propio Secretario General de Naciones Unidas ha declarado que “La conclusión es simple. Nuestra incapacidad para asegurar la paz, enfrentarse al cambio climático e impulsar las finanzas internacionales está socavando el desarrollo de la Agenda 2030”. Incapacidad, no de los ciudadanos, sino de los políticos que a pesar de cobrar y mucho del sudor de los ciudadanos junto con todos los privilegios, no son capaces de tomar soluciones efectivas que ayuden a paliar la situación crítica en la que vive la sociedad mundial. Naciones Unidas ha denunciado que en el mundo han aumentado los conflictos bélicos y la pobreza. La industria armamentística se frota las manos ante la falta de diplomacia de los representantes europeos y el aumento del gasto militar en el que todos los países se han sumido y que va en detrimento de la lucha por combatir la crisis climática y la paz.
Según el informe del Centro de Estudios por la Paz, ha aumentado en un 21,3% el gasto militar de todos los países desde 2013. En 2024 se nos está diciendo que nos tenemos que preparar para la guerra. ¿Por qué no hacen su trabajo para que el bienestar social mundial sea un hecho o no solo una mentira transformada en una agenda que no se va a cumplir?
Sólo un avión de combate consume 5.600 litros de petróleo por hora. Sin embargo, los gobiernos nos dicen que debemos utilizar vehículos eléctricos para no contaminar. ¿No es esto incongruente? ¿A quién quieren engañar? La industria militar sólo fomenta la guerra y los conflictos por propios intereses lógicos. Sin embargo olvidan el verdadero problema que se avecina y que ya estamos recibiendo avisos y coletazos referente a un cambio del clima que afectará a millones de personas, a numerosos países, a la vida humana y la tranquilidad. Y para combatirlo, no se necesita un caza, un tanque, un moderno submarino o los misiles nucleares. Es imprescindible la unión de todos los países, un cambio de rumbo radical de nuestro sistema social, una puesta en marcha inmediata de protección a la biodiversidad de nuestro planeta contando siempre con las comunidades locales, a terminar con la corrupción política, a solucionar de forma urgente los problemas existentes en los países de origen para de esta forma paliar las inmigraciones masivas, a utilizar la diplomacia en lugar de avivar los conflictos bélicos, a ser conscientes que sólo con un compromiso de todos incluidas las multinacionales que devoran los recursos finitos naturales, podremos salir airosos de estas arenas movedizas en las que nos han metido.
Según concluye el Informe de Estudios por la Paz: “Para combatir la mayor amenaza a la seguridad humana, la emergencia climática, todos los países – los miembros de la OTAN y los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Rusia y China – deben colaborar para priorizar el clima ante el militarismo. Ninguna nación podrá estar segura si nuestro planeta no tiene un clima seguro”
La guerra solo trae dolor y muerte, sangre y venganza, ira y miedo. Las armas son lágrimas calladas que han sido creadas para matar la esperanza. Son el hierro fundido donde se mezcla la incomprensión, la ignorancia, el poder, el honor y la ambición. Son el grito asesino que calla la verdad. Son el poder que siembra destrucción y sin miramiento, tumban la paz y el amor.
Abuelo, pregunta
una niña
mientras sus lágrimas
caen por su mejilla
buscando una respuesta.
¿Por qué los árboles
han desaparecido?
¿Por qué ya no se escuchan
a los pájaros cantar?
¿Por qué el silencio
hace daño al oído?
El abuelo calló
y sólo respondió
con nuevas lágrimas
recordando el ayer
y buscando en el mañana
una respuesta que no llegó.
Abuelo, ¿por qué lloras?
Lloro por haber destruido
tu reino feliz,
por no haber sido capaz
de daros un porvenir,
por haber sido incapaz
de conservar vuestro paraíso
para poder vivir.
No llores abuelo.
Con nuestras lágrimas juntas
podremos de nuevo
levantar el mundo
y sonreír.