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Mientras tantoLarga vida a 'Biribó'

Larga vida a ‘Biribó’


 

El otro día tuve la suerte de estar invitada a la inauguración de un nuevo espacio: la sala Biribó.

 

Sal Biribó

 

Y como soy un desastre, aunque corrí como gallina sin cabeza casi me pierdo la presentación oficial… ¡llegué por las plumas! (Dos chistes más así y me echan de El Gallinero).

 

No se trata de poner los picos largos pero el piscolabis fue estupendo: mediasnoches o mediaslunas –nunca he sabido cuál es cuál- jamoncito, queso, tortillas… vino y cerveza que me dejaron más turuleta de lo que soy. (Ya paro, lo juro.) Quería decir que fue una fiesta por todo lo alto:

 

       – Aquello estaba de bote en bote, repleto de habituales “espectactores”, directores y dramaturgos con más tiempo libre del que les/nos gustaría.

 

        – Hubo Photocall con atrezzo para inmortalizar la asistencia, dj’s que amenizaron la jornada, pista de baile muy concurrida y muchas sonrisas, abrazos, jolgorio y buenos deseos.

 

        – Y lo más importante: mucho amor por el teatro, muchas ganas de hacer cosas, riesgo y valentía es lo que se respiraba en la Biribó.

 

Las instalaciones son fantásticas. Desde los baños, que son más grandes que dos salas de microteatro juntas y de los que se podrían rescatar no solo frases sino textos completos -para más de 10 actores, si me apuran-. Escuché alguna digna de ser inmortalizada y que, aunque no está relacionada con el teatro, no tiene desperdicio…

 

La libido

 

La sala consta de dos partes: la superior donde estaba el fiestorro, con la barra, y un sótano que encierra un espacio escénico maravilloso con muchos formatos posibles: italiana, tribanda, cuatribanda. El aforo no es nada desdeñable y me dediqué a cotillear por todos los rinconcitos y toquetear a mis anchas esas gradas móviles.

 

Sala Biribó

 

Pregunté quiénes eran los artífices de la hazaña y parece ser que los valientes que se han liado la manta a la cabeza para abrir el espacio también han hecho las ñapas del mismo con sus propias manos (aquí podéis ver el vídeo) y son Crismar y Arturo López –hermanos y residentes en Madrid- y Joaquín Navamuel. Los tres son el cuerpo y alma de Biribó y además los integrantes de la obra con la que han inaugurado, Juegos de guerra, que se puede ver los viernes, sábados y domingos.

 

Cuando regresaba a mi corral, ahí dejé la fiesta en todo lo alto, en  el Paseo de la Esperanza número 16, y pensé aturdida por el vino… «qué bonita calle para alojar este bonito espacio». Un poquito de esperanza para el teatro… nace una nueva sala, ojalá les vaya bien… ¡Larga vida a Biribó!

 

Turuleta


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