Va a llegar un día en que la política se haga bajo una carpa, y ese día, al menos, nos la ahorraremos en la calle. El trabajo de los políticos cada vez se parece más al del circo. Tampoco están los edificios añosos y sus maderas nobles para las gracias de estos payasos. Si Pablo Iglesias fue al último debate de su vida política en coche oficial hasta la esquina y allí se subió a un taxi para que todos pensaran que en realidad había venido en taxi, los diputados de Más Madrid han llegado hoy a la constitución de la Asamblea de Madrid en bicicleta, no se sabe con exactitud desde dónde, pero con una intención simbólica intrigante. No parecían muy cansados, por lo que no venían de muy lejos. Quizá también desde la esquina. Yo recuerdo a Rajoy y a Esperanza Aguirre montando en bicicleta delante de todos. Hay que ver las cosas que tienen que hacer algunos. También recuerdo a Obama y Biden corriendo con corbata por la Casa Blanca para la foto. Ese es el quid de la cuestión: la foto. Recuerdo que iban sonriendo, Rajoy, Aguirre y Obama y Biden, como si fueran perfectamente conscientes del ridículo. Sensación que no parecían tener hoy, tan serios sobre sus monturas unas veces, tan divertidos otras con los selfis, los diputados de Más Madrid. Una de las peculiaridades de la política actual es que sus practicantes, sobre todo los nuevos, parecen sentirse trascendentales a través del espantajo que pagamos todos y que gana terreno, por ejemplo, a la seriedad, de forma imparable. Si el político se siente inclinado a la mamarrachada es porque es un mamarracho, porque piensa que sus votantes son unos mamarrachos o ambas cosas a la vez. La foto vale más que el hecho, de modo que un político puede fingir lo que quiera. Ya sabemos que ser político es tener que fingir a todas horas, lo que no sabíamos es que la evolución iba a ser mayormente el esperpento al que se ha llegado de modo natural, tan llenos de mojigangas y tan vacíos de lecturas.
