La directora de la Biblioteca Nacional de España (BNE), Glòria Pérez-Salmerón, en el cargo desde julio de 2010, envió a sus subordinados un correo electrónico con motivo del fallecimiento de un directivo de la institución. El texto concluía con la piadosa y habitual frase latina Requiescat in pace, sólo que escrita ansí: Requiem cantim pace. ¿Que no se creen que alguien capaz de escribir eso presida la BNE? Pues vayan al BOE, o a la web del Ministerio de Cultura, o al maestro armero… a mí me lo ha contado alguien que lo recibió, lo leyó y quedó transido. Alguien a quien creo a pies juntillas (¡qué bonita expresión!). La ministra Sinde, que la nombró, dijo que GPS era una gran profesional, la persona idónea, que estábamos de enhorabuena…muy bien todo. Parece que ella reconoce deficiencias en su castellano y las atribuye a su condición de catalanohablante… Corramos un tupido velo sobre el particular y volvamos a lo nuestro: es que esto es de cultura general, oiga; cultura general y su poquito dee… latín para bibliotecarios.
Por otra parte, el presidente extremeño parecía muy ufano cuando dijo aquello de si té collons, que me lo diga a la cara, al contestar a un presunto ataque de un político catalán. Ahí estamos, en algo tan entrañable y tan nuestro como poner los cojones encima de la mesa. Nuestros políticos siempre en la vanguardia. ¡Lejos de nosotros la funesta manía de argumentar! ¡Bobadas! ¡Esto es mucho más efectivo, como en el bar de abajo! Seguro que los suyos, que le rodeaban en la solemne intervención, le dieron palmaditas en la espalda; muy bien, macho, así se habla. Eso es lo más deprimente.
Alguien ha publicado en la red un alegato contra Mariano Rajoy en su calidad de presidente. Le reprocha sus políticas con argumentos dignos de tener en cuenta. Le llama también hijo de puta, bastardo, mal nacido. El documento se le atribuye a un anciano profesor y escritor muy activo –incluso diría que activísimo- en los medios. Todavía no me puedo creer que sea él el autor; espero que sea un texto apócrifo, como tantas veces. El insulto no añade nada a sus argumentos, más bien los ensucia. Muy triste, sí señor, triste y peligroso.
