Desgraciadamente, el metal en su estado libre- un buen poste de acero o un sólido candelabro de bronce-, representaba un elevado nivel de orden, y la Naturaleza era muy desastrada y prefería el desorden. La acumulación de óxido. La promiscuidad de las moléculas en solución. El caos de las cosas calientes. Los estados de desorden tenían muchas más posibilidades de producirse espontáneamente que un cubo de hierro perfecto. De conformidad con la Segunda Ley de la Termodinámica, era menester un esfuerzo muy considerable para resistir la tiranía de lo probable: para forzar los átomos de un metal a que se comporten como es debido
Ahora está todo el mundo con Jonathan Franzen, es un autor mainstream, pero en los tiempos de esta novela era aún un poco indie. El texto es una aproximación literaria casi perfecta al concepto de entropía, muy bonito lo de la tiranía de lo probable. Si yo editara un libro de Termodinámica esta cita iría al comienzo del capítulo dedicado a la entropía. Todo lo que dice tiene mucho fundamento físico. Qué concepto la entropía, qué apoyo moral a vagos y desordenados. ¿Para qué afanarse en mantener ordenado tu cuarto, si el propio Universo conspira de manera inexorable hacia lo contrario? Si lo llego a saber cuando era pequeño hubiera puesto en la puerta de mi cuarto, para que lo viera mi madre, un cartel que dijera: «En este cuarto se siguen las leyes de la Termodinámica»
Sobre la acumulación de óxido hablaremos otro día, la cantidad de dinero que se gasta en el mundo para luchar contra la corrosión. Que se lo digan a la torre Eiffel, que es pintada cada siete años para evitar su oxidación