A pesar del invierno lluvioso y frío que vivimos, la primavera está al llegar y miles de alérgicos polínicos empiezan a proveerse de sus antihistamínicos y aerosoles con antiinflamatorios, para la que se viene encima…
Una violenta floración provocará una incidencia mayor que la normal en las estaciones precedentes, de sintomatología alérgica típica: estornudos, picor de ojos, secreción nasal. Y en muchos casos, ataques de asma.
En general, es poco conocido algo que empieza a tenerse como certeza científica. El efecto sensibilizante de los pólenes se ve potenciado por las partículas de la contaminación atmosférica.
Los humos emitidos por los automóviles diesel contienen partículas de hidrocarburos, de menos de 10 micras, capaces de unirse al polen y multiplicar su capacidad de producir alergias. De hecho, las partículas del diesel se pegan a los pólenes y los alteran con facilidad (ver Bartra J. y cols. Air pollution and allergens, en J Investig Allergol Clin Immunol. 2007;17 Suppl 2:3-8.)
Esta es la mejor explicación hasta la fecha de por qué antes los niños no sufrían asma ni alergias, pese a estar expuestos a mucho más polen que los actuales, y también explica por qué hay más asma en la ciudad que en el campo.
El efecto preventivo de la lactancia materna o el efecto perjudicial de la exposición tardía en la vida a los pólenes, también puede desempeñar un papel.
Las flores del mal, en el fondo, son bellas e inocentes y el verdadero problema está en el desarrollo tecnológico e industrial que aun no ha logrado eliminar esas partículas de hidrocarburos del ambiente.
Puestos a elegir, sin duda, mejor un vehículo de gasolina que diesel y si es de este último tipo, por supuesto con FAP (filtro antipartículas). Así contribuiremos a un ambiente más limpio en nuestra ciudad y puede que en el futuro las alergias dejen de aumentar su frecuencia.