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Sociedad del espectáculoArteLazos sueltos: Lin Tianmiao y el cuerpo femenino

Lazos sueltos: Lin Tianmiao y el cuerpo femenino

 

 

Parece que la poderosa composición de obras bidimensionales, esculturas e instalaciones del tamaño de una habitación que nos ofrece la Sociedad de Asia, en Nueva York, ha contribuido a reforzar la ya sólida posición de Lin Tianmiao en el espectro de los grandes artistas de China. De gran prestigio en su país, Lin se ha convertido en una experta en la representación del cuerpo femenino como objeto de considerables y a menudo inexplicables angustias. Sus figuras suelen carecer de cabeza propiamente dicha, y aparecen rellenas de bolas acolchadas que emergen del cuello y de los muslos. Estos cuerpos fabricados con telas cosidas y embutidas, así como otros objetos cubiertos de hilo y, frecuentemente, acompañados de huesos sintéticos, otorgan a las instalaciones y esculturas teatrales un aire propio del Grand guignol del horror. A pesar de que el trabajo de Lin posee un aura emocional que incita a la melancolía, o al menos a la perplejidad, resulta evidente la ambición que la empuja a producir una obra que cuestiona la posición secundaria de las mujeres en todo el mundo, no sólo en China.

 

Muchas de sus obras presentan un aspecto fantasmagórico de cuento de hadas, lo que aporta un toque de universalidad al arte de Lin, algo insólito en una escultora originaria de la China continental. Su negativa a realizar figuras individuales, y objetos y cuadros que se presten a un análisis sencillo, pone de relieve la lucha incierta que las mujeres deben acometer en la sociedad, incluso en China, donde presuntamente las mujeres sostienen la mitad del cielo. Muy a menudo sus esculturas femeninas están decapitadas, y por lo tanto carecen de rostro, lo que permite a Lin abordar la cuestión de la identidad como quien se enfrenta a un verdadero enigma. El desasosiego general que produce la exposición emana de sus propósitos en cierto modo contradictorios: el rechazo, por una parte, a caer en la lamentación ante la condición femenina, pero también a representar a la mujer en el papel de heroína. Lin Tianmiao parece hablarnos de metamorfosis y de la constancia del cambio, tanto físico como metafísico. Por ejemplo, en Here? Or There? (2002) se nos presenta una serie de figurines fantásticos ataviados con extravagantes vestidos cubiertos de hilo y dispuestos en línea ante un conjunto de proyecciones de vídeo circulares. Estos constituyen una secuencia de estudios silenciosos de calles ciudadanas, y resultan abruptamente interrumpidos en algún que otro momento por estrepitosos ruidos callejeros que seccionan brutalmente la percepción del espectador. Las camisas y faldas de los maniquíes parecen evocar tiempos más tranquilos, si bien no necesariamente más felices; estos carecen de rostro y parecen atrapados en sus ropas. Y el ruido de la ciudad abarrotada nos impele (a cualquiera, en cualquier lugar) a reconocer el carácter desbordante e impersonal de tanta actividad; es el estándar de la vida urbana en China, pero se extiende a toda experiencia ciudadana en general.

 

¿Se trata de un trabajo de naturaleza feminista? Indudablemente contiene implicaciones femeninas, pero el énfasis se pone en la incertidumbre, de modo que resulta difícil realizar una lectura política por ejemplo de objetos completamente enmascarados y transformados por su envoltura de hilo. Lin pasó ocho años en Nueva York, a donde se trasladó en 1988 junto con su marido Wang Gong-Xin, el vídeoartista. En Nueva York, Lin descubrió una sólida tradición de arte feminista y provocador que, sin embargo, parece haber ejercido en ella una influencia menor de lo que cabría imaginar. Hay un cierto hastío y una preocupación por la muerte que socava cualquier interpretación claramente política. En definitiva, los temas de Lin son demasiado universales como para soportar una lectura únicamente política, lo que les confiere una fuerza y una amplitud de propósitos que cristalizan en notables realizaciones artísticas. Uno de sus autorretratos fotográficos, titulado Focus (2001), nos muestra a una artista contundente y completamente calva. Parte del lado derecho de su cara, incluido su ojo derecho, está cubierta de pelo e hilos de seda y algodón; la imagen resulta deliberadamente difusa en esta zona, así como en torno a su hombro izquierdo, mandíbula y mejilla, que han recibido el mismo tratamiento. Es como si las puntadas de hilo poseyeran una fuerza íntima que ha cegado a la artista. Además, al retratarse a sí misma calva ha desexualizado su imagen, y el efecto es perturbador.

 

En cierto sentido, Lin es el equivalente chino de Kiki Smith, la pintora y escultora americana que también se sirve del cuerpo femenino para denunciar las injusticias que padecen las mujeres. Sin embargo, la postura de Smith es de una dialéctica beligerante; su obra subraya la batalla de los sexos. Lin, por su parte, pretende expandir su marco de referencia hacia la parte femenina de la condición humana, lo que por supuesto encierra una dimensión política, pero en este caso se trata más de una afirmación del territorio común que todas las mujeres comparten. La obra More or Less the Same (2011) constituye un logro en este sentido. En una única habitación ha conseguido generar un ambiente insólito, mediante la yuxtaposición de diversos tipos de objetos, desde un rifle hasta unas tijeras, con huesos sintéticos atados con el hilo de un carrete. El color del hilo es un gris neutro, y el acto en sí de hilar es un recuerdo obsesivo para Lin, que evoca momentos de su infancia, en que cosía para su madre. Aquí, la combinación de su propia biografía con gestos de carácter general arroja como resultado una poderosa composición de objetos transformados en virtud de un procedimiento sencillo, mediante el cual se resaltan los contornos y cuya silueta destaca gracias al efecto aplanador del hilo. Estos curiosos montajes parecen el resultado de un enloquecido proyecto científico que consiste en injertar huesos y otros objetos extraordinarios y extraños, que no guardan la menor coherencia entre sí y son generalmente inquietantes, rasgo común de muchas de las obras de Lin.

 

Mother’s (2008), en muchos sentidos la obra más ambiciosa de la exposición, consiste en una habitación completamente blanca, cuyas paredes aparecen recubiertas de tela. Un cartel ruega a los visitantes que se cubran los zapatos con fundas blancas, ya que también el suelo está tapizado. La visionaria pureza imperante en la habitación es transgredida por la presencia de una serie de extrañas esculturas: dos perros, situados uno frente a la entrepierna y otro junto a un cuello sin cabeza, olisquean el cuerpo de una mujer. Dos mujeres obesas, encaramadas a unos pilares, están situadas frente a frente; una de ellas ostenta una gran abertura en forma de cuenco donde debiera estar la cabeza y la otra tiene el cráneo en forma de cono alargado y puntiagudo. Finalmente, del cuello de una carnosa figura femenina erecta brota una columna de hilo que se eleva hasta alcanzar y prácticamente cubrir un triángulo de esferas invertido. Recorrer este espacio, cuya pureza se ve violentada por una naturaleza de carácter aberrante, resulta una experiencia extraña a la vez que cautivadora.

 

No sería difícil calificar Mother’s de obra de arte psicológicamente introspectiva si tan sólo fuera posible otorgar un sentido descifrable a esta experiencia. Es una instalación de significación ambigua, lo que da mayor intensidad a la atmósfera creada, pero nos deja algo perplejos ante su simbología artística. Si hubiera que señalar alguna debilidad en el arte de Lin sería esta ambigüedad, que disfraza los motivos de la artista, y obliga a sus espectadores a adivinar lo que nos quiere transmitir. Desde el punto de vista del observador, sus símbolos de doble filo incrementan el impacto de sus obras, aunque planteen más preguntas que respuestas. El tiempo nos dirá si su trabajo logra conservar su valor enigmático, o si finalmente estos puzzles resultan ser un puro juego. 

 

 

Bound unbound (Lazos sueltos), de Lin Tianmiao, se exhibe en la Asia Society de Nueva York hasta el 27 de enero

 

 

 

Jonathan Goodman es poeta y crítico de arte. Ha escrito artículos sobre el mundo del arte para publicaciones como Art in AmericaSculpture y Art Asia Pacific entre otras. Enseña crítica del arte en el Pratt Institute de Nueva York. En FronteraD ha publicado, entre otros, Cindy Sherman: el precio de la fantasíaKeith Haring: Arte para el puebloEugène Atget: el lírico olvidoJohn Chamberlain: el ‘encaje’ de la esculturaWillem de Kooning: el primero entre iguales,Mark Lombardi, la conspiración como arte y Gema Álava, un mundo atrevido.

 

 

 

Traducción: Susana Lago

 

 

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