“En la mañana, baño mi intelecto en la estupenda y cosmogónica filosofía del Bhagavad-Gita, ante el cual nuestro mundo moderno parece insignificante y trivial”. (Henry. D. Thoreau)
El Bhagavad-Gita, o Canto del Señor, forma parte del libro sexto del Mahabharata, epopeya hindú compuesta hacia el siglo VI a.C. El texto, de enorme riqueza ética y espiritual, recoge los diálogos entre el Bienaventurado Krishna y su compañero y amigo, el príncipe Arjuna.
La acción desinteresada, el cumplimiento del deber, el desapego, el conocimiento de la naturaleza divina e inmortal de cada ser humano, la purificación de la mente y tomar conciencia del mundo, son algunas de las enseñanzas que Krishna va desgranando en un diálogo de belleza, sabiduría y sublimidad incomparables.
Dice el gran sabio de las religiones, Mircea Eliade, que en el Bhagavad-Gita está la clave de la bóveda del hinduismo, la síntesis del espíritu hindú y de todos sus caminos. El gran problema era si, para encontrar el sentido de la existencia, sería preciso abandonar la sociedad como los yoguis o dedicarse a la devoción. Krishna revela que todos pueden encontrar el sentido de la existencia superando esta nada de ilusiones y de pruebas con tal de que no se persiga un objetivo personal, de que no se actúe por odio, ira o codicia. Si se renuncia al fruto de sus actos. Así se supera el ciclo del karma, de causa y efecto.
En La prueba del laberinto, Mircea Eliade escribe: “Lo sagrado no es una etapa en la historia de la conciencia, sino un elemento de la estructura de esa misma conciencia. En los grados más arcaicos de la cultura, vivir como ser humano es ya en sí mismo un acto religioso, puesto que la alimentación, la vida sexual y el trabajo poseen un valor sacramental. La experiencia de lo sagrado es inherente al modo de ser del hombre en el mundo”.
Al final de sus días, como director del Departamento de Historia de las Religiones en la Universidad de Chicago, afirmaba: “Estoy seguro de que las formas futuras de la experiencia religiosa serán completamente distintas de las que ya conocemos en el cristianismo, en el judaísmo, en el Islam, que ya están fosilizadas, desvirtuadas, vacías de sentido. Habrá otras expresiones. La gran sorpresa es siempre la libertad del espíritu, su creatividad”.
Porque lo sagrado es la revelación de la realidad, el encuentro con lo que nos salva al dar sentido a nuestra existencia. Es “la contemplación del cielo inmenso lo que revela al hombre la trascendencia, lo sagrado”.
José Carlos Gª Fajardo. Emérito U.C.M. Fundador de Solidarios