No puedo más que volver a la tradición judía. A la que siempre regreso, y a la que tendremos que volver siempre. Una historia que fue narrada por los judíos de la Europa oriental y que Claudio Magris usó para titular su magnífico acercamiento a ese inclasificable autor que fue Joseph Roth. Dos judíos se reencuentran en una ciudad del Imperio Austro-Húngaro. Uno le pregunta al otro que hacia dónde va. La respuesta es: “A América del Sur”. A lo que su compañero exclama: “Te vas muy lejos, ¿eh?”. “¿Lejos de dónde?”, preguntó el otro desconcertado.
¿Lejos de dónde? Pregunta adecuada porque lo peor no siempre es cierto. Y en España el proverbio es tan cierto como en otros sitios. En una asignatura de la carrera, Historia Medieval del País Vasco, el profesor nos preguntó el primer día de clase el por qué estudiar la historia medieval del País Vasco. Aún recuerdo mi contestación: “porque es tan especial como la de cualquier otro lugar”. Y también me permito responder a la pregunta que iniciaba este párrafo de forma similar. ¿Lejos de dónde? Pues, lejos del amplio consenso dentro del cual se desarrolla nuestro imaginario emocional compartido. Habrá que dejar atrás los mitos: el falso carácter nacional español, aquello de que España siempre ha estado retrasada, o la obsesión identitaria, que tiene demasiado de oscuro presentismo político. Las peculiaridades españolas normalizan su historia, como las de cualquier otro país de nuestro entorno. Pese a todo.