![Frontera-D-46-Portada-del-programa-del-concierto-de-Willam-Christie-con-Les-Arts-Florissants-Febrero-2025-Madrid](https://www.fronterad.com/wp-content/uploads/2025/02/Frontera-D-46-Portada-del-programa-del-concierto-de-Willam-Christie-con-Les-Arts-Florissants-Febrero-2025-Madrid.jpg)
Es habitual que con los Conciertos Impacta que se están celebrando en el Auditorio Nacional de Música en Madrid uno se quede muy bien sin saber qué decir. Ya que en general son conciertos de grandes y populares estrellas internacionales en un buen momento artístico donde no se corren muchos riesgos.
Eso es lo que pasa con el concierto con el que Les Arts Florissants celebraban los ochenta años de William Christie, su director musical. Director que fue sustituido en el último momento por Paul Agnew, el codirector musical de esta formación, por una indisposición del primero.
Cambio que no se notó. La formación mostró su competencia y excelencia habituales. Aunque se le echó en falta porque el concierto estaba pensado como una celebración. Una pequeña fiesta de cumpleaños que, al menos en España, iba a tener una minigira.
Para ese carácter festivo solo había que tener en cuenta la programación. Extractos de Les indes galantes de Rameu, y de Ariodante y el L’Allegro, il Pneseroso ed il Moderato de Händel. Piezas barrocas tocadas y cantadas como siempre.
Lo que es una garantía para aquella persona que se compra la entrada de que no se van a hacer experimentos con gaseosas. Que merece lo que se paga. Y que solo tiene que ir a disfrutar. Pas problème.
Cuando esto ocurre y la música suena tan festiva como la de este concierto, que dan ganas hasta de bailar, puede que se produzca la transmutación de un típico concierto de clásica en un concierto de pop.
Es decir, que pase de un concierto dominado por un atento silencio a un concierto, como el que nos ocupa, en que el callado espectador se vuelve aplaudidor porque le da la gana cuando le da gana. Y celebra, como celebra esta música, la alegría de estar vivos.
Una alegría que va más allá de la interpretación de un sonido desde el conocimiento y el estudio de un lenguaje abstracto como es la música. Es una alegría física. Solo hay que ver como se mueven los músicos y los cantantes cuando tocan y cantan.
De tal manera que el cuerpo está muy presente en esta interpretación. Incluso, que son esos movimientos con el que acompañan lo que hacen la clave de su interpretación musical. Y esto es así, para todos los que participan en el concierto.
De hecho, es la cantante que sale a cantar con el texto y la partitura, la que menos brilla en ese sentido. Aunque según las crónicas es la que tiene la mejor técnica. Lo que seguramente es verdad hablando desde el punto de vista técnico, de reproducción de unas notas.
Sin embargo, es ese movimiento corporal el que da la calidad humana que tiene la interpretación de esta orquesta y los cantantes. La que la pasa de lo que podría haber sido una plana y pobre interpretación a una de tres dimensiones. El que evita que se trate de la reproducción de una partitura, sin más. Y dota de personalidad, de gracia y simpatía humanas a este concierto.
Es decir, lo llena de vida. Y si hay una música clásica que se considere en la actualidad viva, esa es el barroco. Y, sino que se lo pregunten al público, cuyos aplausos iban más allá de lo meramente formales o de agradecimiento. Y, aunque a la salida celebraba el concierto, la verdad es que no encontraba las palabras para describirlo, hacerle una crítica.