Desde que fueron conocidos los grandes simios (bonobos, chimpancés, orangutanes y gorilas), tanto los investigadores y exploradores como la gente en general cuando comenzaron a ser capturados y expuestos en zoológicos, se sorprendieron del gran parecido con los humanos. No en el aspecto exterior, pero si en numerosas capacidades cognitivas y expresiones gestuales. Desde entonces, no ha dejado de existir estudios sobre su comportamiento y su vida, descubriendo que además son capaces de resolver problemas que los infantes humanos no consiguen solucionar y que incluso han llegado a desarrollar mediante enseñanza, diálogos comprensibles mediante el lenguaje de símbolos o aprendiendo el lenguaje de signos humano.
Esta capacidad intelectual, les hace únicos entre el resto las especies, sin escatimar la profunda inteligencia de los cetáceos, elefantes e incluso muchas aves. En estudios más profundos dentro de su hábitat, se ha comprobado que además poseen una cultura propia y que incluso se diferencian entre las poblaciones de la misma especie con comportamientos diferentes y variados. Ya son muchas las voces científicas que aseguran que los grandes simios están ahora mismo viviendo la edad de piedra que los humanos pasamos hace miles de años. Cascar nueces con un yunque y un martillo de piedra, utilizar herramientas para sus hábitos diarios (comer, cazar, beber agua…), taparse con grandes hojas el cuerpo cuando llueve, construir su lecho todos los días entre las ramas de los árboles, utilizar palos para ver la profundidad de una charca por donde tienen que pasar o incluso vivir en cuevas para encontrar la seguridad y huir del calor como lo hicieron nuestros antepasados; son signos evidentes de su pertenencia al linaje de los homínidos.
La ciencia y el estudio del genoma de los grandes simios, han calificado sin ninguna duda su pertenencia por derecho propio a nuestra familia, son los más cercanos a nosotros y tenemos un mismo ancestro común. ¿Qué más necesitamos para que también por derecho sean protegidos de su exterminio, de su hacinamiento en cautividad y de sus derechos básicos fundamentales?
Los grandes simios, homínidos no humanos, se encuentran en la misma rama evolutiva que los ya desaparecidos homínidos humanos como los Australopithecus, Cromañon o Neandertal. Y mi pegunta es..¿Qué pasaría si una población de Australopithecus o de Neandertales se descubriera en pleno siglo XXI en un rincón no explorado de la Cuenca del río Congo?. Sin duda sería el descubrimiento científico más grande de la historia de la humanidad. Pero….¿procederíamos a cazarlos, a llevarlos a los zoológicos para que fueran expuestos, a experimentar médicamente con ellos, a utilizarlos para nuestro beneficio en estudios de salón para comprobar sus capacidades cognitivas, los utilizaríamos en espectáculos públicos, entrarían dentro de un programa de conservación de la especie para su reproducción intensiva separando a sus familias y sus hijos nada más nacer….? Posiblemente no. Serían considerados miembros por derecho de nuestra familia y por consiguiente protegidos por nuestras leyes. Su hábitat sería respetado y su protección sería total.
Entonces…¿porqué no hacemos lo mismo con los homínidos no humanos que aún sobreviven y que sin embargo los mantenemos encerrados sin ningún tipo de derecho ni protección?. Los animales domésticos se encuentran protegidos por las leyes. Su maltrato, abandono o muerte injustificada está penada por el artículo 337 de nuestro código penal. Los animales de granja destinados al consumo humano, también tienen reguladas leyes que deberían mejorar su bienestar. Sin embargo, los grandes simios no tienen ningún tipo de protección. Sólo cuenta con el Convenio Internacional CITES para especies en peligro de extinción y que sin embargo, este Convenio no vela por la integridad de la especie sino sólo por su valor económico. De hecho, casi todas las intervenciones existentes en nuestro país de incautación de especies amenazadas se les aplican sólo y exclusivamente la Ley de Contrabando. Y es más, según el Real Decreto 1333/2006 del destino de las especies intervenidas CITES, en su artículo 8, sentencia sin ningún tipo de juicio y sin importar el objetivo del CITES que es la protección de las especies, que si no se encuentra un lugar de depósito, podrán ser entregados a un centro de experimentación o bien ser sacrificados.
Esta es la lamentable situación en la que se encuentran los grandes simios encontrándose desprotegidos en una tierra de nadie. Se realizan esfuerzos importantes en buscar restos de homínidos y sin embargo, los homínidos no humanos , que están vivos, que tienen poblaciones en su hábitat y que están siendo exterminados, son ignorados de forma continuada, explotados sexualmente, trasladados de un zoo a otro como si fueran cromos o comodines sin sentimiento, arbitrariamente se les separa de su familia y de sus amistades sin ningún tipo de control moral y se les mantiene encerrados en jaulas desprovistas muchas veces de toda intimidad y tranquilidad. Son los nuevos esclavos homínidos no humanos y los utilizamos para beneficio exclusivo de otro homínido que además es responsable directo de un cambio climático acelerado que está destruyendo todos los ecosistemas de la Tierra.
Es por ello que los grandes simios tienen el derecho propio a ser respetados y nosotros la obligación de protegerlos. Sin embargo no tienen una defensa adecuada y en consecuencia se necesita una Ley específica que regule su protección y derechos básicos para los que se encuentran cautivos. Que su maltrato físico, muerte injustificada, abandono, tráfico, uso indebido, utilización en beneficio de terceros, explotación sexual, carencia de bienestar, abusos, maltrato psicológico..sean penados y castigados severamente; que exista una herramienta eficaz que sea utilizada a favor de estos hermanos evolutivos vivos que comparten la historia de la humanidad y que son olvidados cómo también lo fueron los esclavos negros en épocas no tan lejanas.
El 25 de junio de 2008, hace más de una década (13 años), la Comisión de Medio Ambiente del Congreso de los Diputados de España, acordó aprobar una Proposición No de Ley sobre el Proyecto Gran Simio que puede ser consultada en el Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados Nº 48 de la citada fecha, en la que entre otras cuestiones relacionadas con Proyecto Gran Simio, se acuerda en su apartado 2 aprobado por 21 votos a favor y 17 abstenciones que:
“….en el plazo máximo de un año a partir de esa adhesión al Proyecto Gran Simio se lleven a cabo los trámites para la adecuación de la legislación española a los principios del proyecto Gran Simio, para establecer la prohibición expresa de la experimentación o la investigación cuando se cause daño a los simios y no redunde en su beneficio, garantizando, por tanto, que no se generalicen las prácticas que hoy existen de malos tratos y de experimentación con los chimpancés en aquello que no nos atrevemos a hacer con humanos, aprovechando esa coincidencia genética con ellos; se establecen condiciones rigurosas en ambientes óptimos para su desarrollo, para su tenencia o custodia, siempre con propósito de conservación la prohibición de la tenencia con fines comerciales o en cualquier tipo de espectáculo, así como un tipo penal agravado para los casos de comercio, tenencia ilegal o maltrato de simios”.
En su apartado 3 donde se “requiere el impulso y la necesidad de emprender las acciones necesarias en los foros y organismos internacionales que procedan para la protección de los grandes simios del maltrato, la esclavitud, la tortura, la muerte y la extinción”, es aprobado por unanimidad.
A pesar de de haber transcurrido trece años de esta aprobación por parte de la Comisión de Medio Ambiente, estos puntos no han sido llevados a efecto.
Jose María Bermúdez de Castro, Profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y Coordinador del Programa de Paleobiología de Homínidos del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana (CENIEH) de Burgos y Premio Príncipe de Asturias ha expresado su total apoyo a que se apruebe una Ley en España de apoyo y protección de las integridad física y moral de los simios antropoides:
“La propuesta no es ni capricho ni una ocurrencia. Cualquier acción humana tendente a la protección del medio ambiente y de las especies del planeta redunda en nuestro propio beneficio. Los grandes simios, chimpancés, gorilas y orangutanes, representan las especies vivas más próximas a nuestra especie, desde el punto de vista de su parentesco filogenético. Las similitudes entre nuestro genoma y el de las dos especies de chimpancé, Pan paniscus y Pan troglodytes, se ha estimado en el 99%. La similitud es del 98% en el caso de los gorilas, y se acerca a esta misma cifra en el caso de los orangutanes. Los seres humanos estamos incluidos en el orden de los primates, y la similitud genética con todos ellos es extraordinaria.
En primer lugar, no podemos permitir que los seres vivos más parecidas a nosotros terminen por extinguirse, simplemente por la codicia humana de poseer todas las riquezas del planeta, sin considerar el derecho a la vida de otras especies. Ese comportamiento terminaría, más tarde o más temprano, por volverse contra nosotros.
La ciencia está teniendo la oportunidad de conocer mucho sobre nosotros mismos, precisamente gracias al estudio de los grandes simios. La normativa internacional ya defiende ciertos derechos de los animales de laboratorio, en las investigaciones biomédicas. En el pasado, los grandes simios han sido utilizados por la ciencia con la misma crueldad con la que nos tratamos entre nosotros mismos. Quizá este aspecto tan denigrante haya remitido con la normativa que se aplica en los países en los que llevan a cabo investigaciones científicas. Sin embargo, los grandes simios siguen siendo empleados para nuestra diversión en parques zoológicos, donde sufren encarcelamiento de por vida ¿Cuál ha sido su delito para ello? Se sabe que el trato que se da a estos y otros animales no puede calificarse precisamente de humanitario, hacinados, muchas veces vejados y siempre lejos de su ambiente natural
Por todo ello, deseo insistir en mi total apoyo a las propuestas que se realizan desde el Proyecto Gran Simio, para la legislación de una Ley que los proteja y que nos dignifican como seres humanos.”
Científicos de la calidad de José María Bermúdez que ha lanzado públicamente esta llamada de atención y el apoyo de muchos otros científicos, académicos, Asociaciones, Fundaciones, en definitiva la sociedad civil, ven con buenos ojos este paso importante en la protección de los grandes simios. Tenemos mucho que aprender aún de ellos para poder entender nuestra propia especie y no podemos permitirnos el lujo de tratarlos despectivamente o ignorarlos por diversas causas, muchas de ellas debido a la ignorancia. Por ello es necesario regular una Ley que los pueda de alguna forma blindar ante los peligros con que se enfrentan como especies únicas. Si no lo hacemos, seremos responsables directos de un acto criminal hacia unas especies vivas de nuestra propia familia, un acto de xenofobia imperdonable en el siglo en que vivimos y que seguramente las generaciones futuras nos contabilizarán de cómo los estamos tratando en la actualidad.
Cuando llevamos a nuestros hijos a disfrutar de un día entretenido equivocadamente a un zoológico y nos reímos de ese chimpancé que se come sus propios excrementos, que nos tira objetos, que nos extiende la mano, que se desliza por las cuerdas con mirada fija en nosotros o se orina delante nuestro; nos estamos riendo de nosotros mismos, de nuestros antepasados, de la humanidad. No somos conscientes que estamos frente a homínidos vivos, frente a nuestro propio espejo evolutivo.
Todos ellos, todos los seres vivos, pero en especial los grandes simios que se encuentran en cautividad, tienen graves problemas psicológicos debido a su encerramiento, a su falta de ejercicio, a su aburrimiento y a las constantes miradas y sonidos que día a día no tienen más remedio que soportar.
Son muchas las voces que piden una protección especial a estos homínidos no humanos y al igual que se han legislado ciertos derechos a los animales domésticos, los grandes simios por sabiduría y acercamiento a nosotros también tienen que tener un reconocimiento jurídico que les ampare ante la Ley.
Jorge Riechmann, escritor, investigador y profesor titular de Filosofía Moral de la Universidad Autónoma de Madrid que apoya incondicionalmente la ley para los grandes simios, en su excelente libro “Ética extramuros”, sostiene que: “Sólo los seres humanos hemos creado una tecnociencia capaz de borrar a nuestra propia especie y a todas las demás especies de animales superiores de la faz de la Tierra. Sólo nosotros tenemos la tremenda capacidad de impacto ambiental, de alteración y devastación de la naturaleza, que nos convierte en una “fuerza geológica planetaria”. Y yo añado que sólo nosotros somos capaces de reparar lo dañado, de recuperar el tiempo perdido en destruir para construir, de legislar y proteger la esencia misma de la vida y como no, a nuestros compañeros de linaje que por evolución llegamos a un nivel más alto y como tal, tenemos la responsabilidad de protegerlos y otorgarles sus derechos básicos. Seguramente que si ellos nos hubieran adelantado en esta carrera evolutiva, también hubieran hecho lo mismo.
Quiero seguir creyendo en nuestra propia especie a pesar de estar viendo todos los días el daño que a nosotros mismos nos estamos infringiendo de forma continuada, que tenemos voluntad para seguir conquistando la dignidad, para comprometernos desinteresadamente en la conservación de nuestros ecosistemas para las generaciones futuras, en otorgar derechos a los no humanos y arropar con sensibilidad, cariño y bondad, a nuestros compañeros homínidos vivos no humanos.