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Mientras tantoLeyendo la historia (V)

Leyendo la historia (V)

La historia no tiene libreto    el blog de Joseba Louzao

 

1. Tribus, economía y poder. A finales de 2011, la editorial andaluza Algón publicó Tribus, armas y petróleo. La transición hacia el invierno árabe, un trabajo colectivo sobre Libia elaborado por especialistas de la Universidad Autónoma de Madrid (Jesús Gil Fuensanta, Alejandro Lorca y Ariel José James). Se trata, por tanto, de una obra extravagante en el panorama editorial español, que no suele prestar atención a esta región del planeta (excepción hecha de Marruecos por vecindad). Tribus, armas y petróleo era un trabajo necesario pero en ocasiones, al estar escrito antes de la caída de Trípoli, algunas de sus reflexiones son extemporáneas. Con todo, merece la pena leerlo detenidamente para conocer mejor la historia reciente de Libia y lo qué puede significar la “Primavera árabe”. Además, estos tres académicos prometen nuevas aproximaciones según vayan evolucionando los acontecimientos. Esperaremos.

Los autores se detienen, y tienen razones para hacerlo, en el universo tribal libio. Y es que piensan que la resolución del conflicto en el país depende en última instancia de la consideración de los problemas derivados de la etnia, la identidad tribal y la auto-representación colectiva. No se puede desdeñar que para un occidental resulta complicado entender adecuadamente el intricado mundo político y cultural de las tribus, ya que se desarrolla en unas coordenadas alejadas de las que ofrecen las explicaciones derivadas de conceptos modernos, como el Estado nacional. Por ello, mientras en Occidente la mentalidad prioriza al individuo, en el mundo árabe son determinantes las etnias y tribus, lo que hace que sea imprescindible comprender estas relaciones para tomar decisiones en la geopolítica del siglo XXI. Y, en gran medida, el poder de Gadafi procedía del beneplácito que obtenía de las tribus que dominan Libia.

¿Y por qué razón fue elegido el título de la portada? Principalmente porque es una tríada circular que señala los aspectos claves del escenario político de este conflicto, y también de otros similares en la región. Para analizarlo, por tanto, hay que tener en cuenta quiénes son los que detentan las armas, y por extensión tienen el poder necesario; cuáles son las relaciones establecidas entre los diferentes clanes y linajes; y, por último, atender al petróleo de la portada, una metáfora que se refiere al manejo de los recursos energéticos. En definitiva, Tribus, armas y petróleo es un libro breve (unas 150 páginas) que nos ayuda a comprender lo sucedido en el norte de África y en el Oriente Próximo a lo largo de 2011. La pena es que la realidad, que avanza inmisericorde, haya envejecido rápidamente algunas de las reflexiones que contiene esta obra.

2. De la invención de la nave manca. También ganadora del IX Premio Algaba de investigaciones históricas, Naves mancas. La Armada Española a vela de Cabo Celidonia a Trafalgar es una magnífica obra de divulgación, atrayente por el tema y por la cuidada edición, ya habitual en el catálogo de historia de Edaf. Sus dos autores, Carlos Canales, un auténtico todoterreno de la divulgación, y Miguel del Rey Vicente, un escritor especializado en la historia militar, ya habían demostrado en otras publicaciones anteriores su extremado interés por el mimo editorial de sus proyectos. Algo que no es demasiado habitual en la historia divulgativa española, que parece no entender que el lector aficionado quiere sumergirse en el ambiente de la época descrita a través de una atenta selección de material visual.

En esta ocasión, ambos escritores se han unido para narrar una historia sorprendente y apasionante que recorre tres siglos de historia: la de los buques a vela de la armada española. Esas fueron las naves mancas a las que se refiere el título, surgidas del ingenio inventivo para ser impulsadas por el viento, y que lograron explorar diferentes océanos a lo largo del mundo durante más de tres siglos. El origen de su expansión fue la derrota de las fuerzas otomanas en el cabo chipriota Celidonia en 1616 durante tres días. Allí un pequeño grupo de seis veleros, dirigidos por el capitán Francisco de Ribera, pudo hacer frente a cincuenta y cinco galeras turcas. El combate representó el enfrentamiento entre dos mundos divergentes: uno, representado por los turcos, se basaba en la antigua flota de galeotes condenados a sufrir la pena de los remos; mientras el otro, representado por los españoles, comenzaba a componer un nuevo sistema renacentista que permitía que los barcos estuvieran repletos de cañones y fueran más ligeros y manejables. La victoria española fue un acontecimiento sorprendente que, además, cambió la historia naval mundial, y bien podría haber sido incluido en otro interesante volumen de la colección histórica de Edaf, Batallas desiguales. Un estudio de la audacia en el campo de batalla del militar retirado José María Sánchez Toca, donde se analizan, entre otras, la Noche Triste, la batalla de Cajamarca o la captura de los pasos del Mosa.

Por tanto, Celidonia fue el inicio de un nuevo ciclo para la monarquía española en el mar, con sus éxitos y sus fracasos, que se extendió hasta el desastre de Trafalgar. No en vano, el dominio naval era un elemento central para la hegemonía política y militar, como lo demostraba el interés creciente de todas las potencias europeas. El poderío español, que tuvo como consecuencias la conquista de territorios y el establecimiento de diversas rutas comerciales, tuvo mucho que ver con esta innovadora forma de navegación. Sin embargo, y tras la catástrofe contra los británicos de 1805, se hizo apremiante la reconstrucción de la armada española porque el vapor estaba transformando de nuevo la tecnología naval. Casualmente, en esta nueva transición también fueron derrotados los turcos en Navarino (1827), donde la flota británica se demostró más potente y efectiva.

3. Rebeldes, pero reaccionarios. Los  profesores Ferran Gallego y Francisco Morente, coordinan Rebeldes y reaccionarios. Intelectuales, fascismo y derecha radical en Europa, 1914-1956 (El Viejo Topo). Estas páginas son el resultado de un seminario organizado en la Universidad Autónoma de Barcelona en el marco del proyecto de investigación “Las culturas del fascismo y del antifascismo en Europa, 1894-1956”. Es imposible dar cuenta de todos los ricos matices de este libro, por lo que he decidido hacer una breve descripción de sus contenidos, que seguramente podrá animar a los interesados a aproximarse a este libro. Y es que, por desgracia, las obras colectivas son muchas veces desplazadas de las mesas de novedades y obviadas por la crítica literaria, al tratarse de ejemplares tan variopintos como inclasificables.

Este libro se abre con un texto de A. Andreassi que analiza la utilización del término socialismo por parte de los teóricos de la revolución conservadora alemana durante el periodo de Weimar como un opuesto a la propuesta marxista. Los tres artículos siguientes  investigan la biografía y el pensamiento de sendos intelectuales europeos: G. Pala y G. Scoccu estudian la vida del joven intelectual antifascista Piero Gobetti,  A. Rinaldi se acerca al poeta norteamericano y propagandista del Eje Ezra Pound y S. Forti a la peculiar deriva – pero no tan atípica como pueda parecer- del francés Paul Marion, que comenzó siendo comunista para terminar engrosando las filas del fascismo francés. A nivel internacional, también es muy interesante la reconstrucción de la emigración científica alemana a los Estados Unidos durante el dominio nacionalsocialista (C. Rodríguez- López).

Con todo, la columna vertebral de la obra sigue siendo la experiencia española, como se demuestra a partir del amplio texto de Ferran Gallego (más de medio centenar de páginas), dedicado a la construcción de la edad Moderna en los años cuarenta. A este se suma el análisis del discurso de la violencia en las publicaciones de Ledesma Ramos y José Antonio Primo de Rivera (A. Purcet), de la participación de los intelectuales en la revista de Falange Vértice (M. Albert), del reflejo del ideario fascista y nacionalsocialista a partir del Instituto de Estudios Políticos (N. Sesma) o de la actividad de Dionisio Ridruejo en Italia (1948-1951) (F. Morente). Asimismo, como no podía ser de otra forma, otros dos artículos se refieren a las complejas interrelaciones entre catolicismo e ideología fascista en el primer franquismo (J. Rodrigo sobre la historiografía de la Cruzada y J. Muñoz Soro describiendo la síntesis católica de Joaquín Ruiz- Giménez).

En conclusión, estos trabajos son una prueba más de que el fascismo sí tenía una propuesta reaccionaria alternativa y radical. Y, sobre todo, que hay que tenerla muy en cuenta a la hora de entender lo sucedido en la Europa Negra del siglo XX. Como demuestran las trayectorias de los intelectuales estudiados en esta obra, desde Ezra Pound a Ledesma Ramos, los fascistas pretendían transformar el orden político y social buscando la construcción de una comunidad nacional orgánica, que aunaba tradición y modernidad e intentaba, al mismo tiempo, superar los proyectos liberales, democráticos y socialistas.

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