La madre al lado, encorvada, disminuida por su propio luto. Su cercanía es un agujero negro que consume su energía.
Me parece apropiada la imagen, un auténtico luto no admite nada más. El que lo padece sufre hacia dentro y se disminuye, como dice el texto, y acapara su alrededor entorno al luto, no deja escapar nada, como un agujero negro.
Una de las conversaciones más fascinantes que he escuchado en mi vida fue entre dos gitanas, bastante jóvenes, en el autobús 27 de Sevilla, que te lleva desde Sevilla Este a la Plaza de la Encarnación. Una le explicaba a la otra cómo cocinar cuando se está de luto, concretamente le indicaba lo inapropiado de añadir pimientos, rojos o verdes, a las lentejas. Me quedé con las ganas de escuchar más, pero llegó mi parada y me tuve que bajar