Hay pocas cosas tan placenteras como una buena comida con amigos y familiares. Para mí, lo más importante no es ni el lugar donde se come ni tampoco lo que se come, sino el buen rato que uno pasa sentado a la mesa. Cuántos platos y recetas, cuántos sabores están ligados a historias, risas, discusiones, llantos y momentos de la infancia que todos guardamos en la memoria…
En su salsa nos abre las puertas a cocinas de vecinos, conocidos y desconocidos, amigos esparcidos por todos los rincones del mundo: un atlas del paladar. Nuestros anfitriones no son profesionales, son personas que nos invitan a elaborar con ellos su plato favorito, el que mejor les sale, el de chuparse los dedos. Son recetas estrechamente unidas a su biografía íntima, pero precisamente por eso también cuentan de dónde vienen y quiénes son. Mientras cocinamos, la conversación salta entre el pasado y el presente de un lugar, de una experiencia que al final va más allá de lo personal. Las cocinas son bibliotecas de sabores y conocimientos, de lo que el fuego y los alimentos, bien sazonados, despiertan en nuestros sentidos.
Estos encuentros con cocineros y cocineras que no tienen un restaurante con estrellas o tenedores en la puerta, relatan experiencias que no figuran en los libros de Historia, pero que sin duda forman parte de ella: de una Historia a la que todos pertenecemos.
Julio César vino a Madrid a hacer un Máster de Gestión Privada de Proyectos y Concesiones hace 5 años. Se ha casado con una española y tienen un hijo de 2 años.
Ambos trabajan en Madrid, y no descartan la idea de irse a Perú, donde dicen que ¨hay mucho por hacer¨.
Un exquisito lomo saltado, la cerveza y la música peruana nos llevó a todos a la sierra andina aquella tarde.
María Millán
Receta
750 g de carne de cerdo.
½ kg de tomates
4 pimientos ( 2 rojos y 2 verdes)
2 cebollas
1 limón
4 patatas medianas (cortadas y fritas en sartén aparte)
4 cucharadas soperas de aceite de oliva
1 cucharada sopera de vinagre.
Sal y pimienta al gusto.
Se trocea la carne en tiras finas, y se saltea en una sartén grande, o un wok, con el aceite bien caliente. Una vez dorada, se le añade la cebolla cortada a tiras no demasiado finas. Cuando está pochada se le añaden los pimientos cortados de la misma manera y se dejan cocinar a medio fuego. Después se echan los tomates, también troceados, y el zumo del limón. Se tapa la sartén 5 minutos.
Es importante saltearlo de vez en cuando durante todo el proceso.
Momentos antes de apartarlo del fuego, se le añaden las patatas fritas, y se mezcla con el resto del guiso.
Por último, se echa el vinagre y se deja reposar unos minutos antes de servir el plato.