Una lectora atenta me pregunta por esta frase que coloqué en mi post de la semana pasada: “años que no eran aún petrolíferos”. La puse a modo de oráculo privado; y porque, aunque mi ideal es la transparencia, considero que a veces queda bien algún trazo de sombra. Pero se puede explicar. Aludía a estos últimos años míos, que han sido bastante hoscos. He vivido en la autotrituración íntima y en la ineficacia social. Consecuencia de cierto episodio en que mi alma se amplió, creció por desfondamiento: se venció su suelo y se abrió a un sótano oscuro, que yo he venido considerando de alquitrán pero que en realidad es de petróleo. Petróleo hecho, literalmente, de materia orgánica en descomposición, mi materia; un pozo turbio, pero utilizable como combustible. El sentimiento ahora es de alegría: creo que tengo para arder y calentarme (e iluminarme) por una buena temporada.
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