Nos vemos colmados de alegría al haber recibido una respuesta a la petición de comentarios sobre los baños del Fernán Gómez. Y nada más y nada menos que de la señora Herrero (convaleciente, como dijimos en la entrada anterior), de la que tantas veces hemos afirmado que sostiene el teatro madrileño pagando sus entradas.
Pero hemos de confesar que tenemos un dilema, porque realmente no hace casi ninguna referencia a los baños, así que seguimos sin saber cómo son los baños de mujeres de este teatro, y por tanto, ¿hay ganador del concurso convocado en la entrada anterior? Y además hemos titulado esta entrada como de baños de teatros… Hemos de pensar esta cuestión durante un tiempo, pero por ser ésta la primera carta recibida por El gallinero, no podemos menos que mostrarla entera. La carta es la siguiente:
«Buenas tardes,
Agradezco mucho vuestro interés por el estado de mi pie y vuestros deseos de mejoría. El accidente fue efectivamente de camino al teatro, pero no como espectadora, sino para trabajar en él, así que ya podéis imaginar que las consecuencias están siendo más desmoralizadoras.
Os cuento lo que recuerdo del Fernán Gómez. De baños, no tengo memoria, si eran de otra manera o no estaban ahí, la verdad. Pero recuerdo, de cuando era el C. Cultural de la Villa, un Peribáñez en la Sala Grande, interpretado y dirigido precisamente por F. Fernán Gómez. Fuimos un grupo de clase de interpretación con Antonio Malonda, sería el año 78 o 79, y tampoco recuerdo cuánto tiempo llevaba abierto… En esa misma Sala Grande se hacían también infantiles. Yo trabajé en uno de Teresa Rabal (Una cigarra llamada Teresa) que se hacía los fines de semana, ese sí en el 79.
La Sala Pequeña ha existido siempre, y yo he llevado mucho ahí a mi hijo de pequeño a ver teatro. De esa sala se me ha quedado grabado La noche de Molly Bloom, de Sanchis Sinisterra, sobre el Ulises de Joyce, interpretado por Magüi Mira. La configuración de la sala era de otra manera. La entrada estaba por la misma puerta que ahora pero el escenario era a la italiana, situado a la izquierda en la pared del fondo. El patio tenía butacas, y así ha estado hasta no hace mucho, porque hará tres años vi un monólogo de una actriz uruguaya y fue a la italiana. De los infantiles a los que llevé a mi hijo en esa sala no recuerdo mucho, pero sí me acuerdo de que en uno de ellos estaba de espectadora Carla Matteini con sus nietos, los hijos de Mónica Zabala y su hermano, nos saludamos y cuando volví a ver a Mónica se lo comenté.
Estoy recordando que lo de Molly Bloom no fue en el escenario sino en un tablado exento y los espectadores estábamos alrededor…
Bueno, por hoy no hay más recuerdos. Espero que sí haya muchos espectadores.
Señora Herrero.
p.s. Os mando la foto de uno de los bastantes libros que me estoy leyendo en mi convalecencia. Saludos.»
Y esta ha sido la carta. Que disfrute de su libro, señora Herrero, y cuando termine si quiere nos puede hacer unos breves comentarios… ¡Y esperamos verla de nuevo por los teatros muy pronto!
nico guau
