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Los derechos del alumno de un curso de ajedrez

 

Hace unos meses tomé un curso de monitor de ajedrez con un magnífico ponente llamado J. F. Suárez. En aquel curso, además de tocar temas de reglamentación, las funciones de árbitro, lo que se puede hacer, lo que no se puede hacer, el qué hacer cuando no se sabe qué hacer, técnicas de finales, temas fundamentales de ese famoso y complejo programa de Chess Base, también se tocó una parte interesantísima y que, en mi opinión, debería ser el pilar fundamental de todo profesor, maestro o monitor y que es: La pedagogía. Obviamente en un curso de ajedrez se tocó el tema de pedagogía aplicada al ajedrez, pero esos mismos principios son tan fundamentales que se convierten en universales.

 

Según las palabras de J. F. Suárez, pedagogía en ajedrez es: “La ciencia o arte de enseñar y educar en los procedimientos, métodos, y técnicas relacionadas con el ajedrez”.

 

Cabe señalar que esta definición no es ni única ni definitiva, pero si, un buen punto de partida para todo aquel que se quiera dedicar a la enseñanza (de cualquier tipo), también hay que tener claro que NO todo el mundo vale para enseñar, porque enseñar, querer transmitir algo, una idea, no basta con tener muchos conocimientos, sino también es un tema de empatía, y empatía no es otra cosa que ponerse en el lugar del otro, tratar de entender a la otra persona –y sus circunstancias. La labor del profesor, del maestro o del mismo monitor de ajedrez, supone una responsabilidad muy grande, ya que la actitud que tengan hacia ellos les puede marcar de por vida. En estos momentos si el lector ha llegado a este punto, estará haciendo una lista mental de profesores buenos y malos que ha tenido, a unos los recordará con cariño, afecto y agradecimiento y otros justamente por lo contrario. Una persona que quiera enseñar, debe tener cuidado porque pueda hacer que ame para toda la vida aquello que quiere enseñar o, que lo odie, lo aborrezca. En este segundo caso –y en la mejor de las posibilidades-, vendrá otro profesor o monitor, con más cualidades y amor en lo que hace y será capaz de romper esa negatividad hacia aquello que alguna vez le intentaron enseñar de una forma incorrecta. En el peor de los casos, aquel niño o joven, odiará aquella asignatura y no querrá saber nada de ella el resto de su vida. Lo mismo ocurre con el monitor de ajedrez, puede hacer que le descubra al niño, al joven, al adulto ese mundo maravilloso e infinito que suponen las 64 casillas, que le inyecte ese virus inocuo de los alfiles, caballos y torres y que dure para toda la vida. Así de importante es el trabajo de un monitor de ajedrez, especialmente el monitor de ajedrez base, porque de él depende que un niño pueda llegar a ser sociable, que pueda ser capaz de tomar decisiones propias, que sea capaz de aceptar la derrota y de ser autocrítico, que sea capaz de aceptar y entender que después de una victoria, tarde o temprano vendrá una derrota y que después de una derrota, tarde o temprano vendrá una victoria, así de sencillo, como la vida misma. Por otra parte habrá que tener cuidado cuando se usan las palabras “victoria” y “derrota” cuando se está enseñando ajedrez educativo (no competitivo), el monitor de ajedrez debe tener especial cuidado en no tomarlo en términos absolutistas y no asociar la victoria con ser “mejor que el otro” y la derrota “todos son mejores que tú”. Este punto puede hacer que un alumno huya de la clase de ajedrez y al ver a su padre le diga: No quiero volver a jugar al ajedrez, siempre pierdo.

 

Como hemos dicho, el monitor de ajedrez tiene y debe ser positivo y empático, interesarse por las circunstancias de cada uno de sus alumnos y, aunque el natural ego le lleve a prestarle más atención al alumno aventajado que siempre gana y muestra una clara predisposición, debe tener en cuenta que todos, absolutamente todos los alumnos de un curso de ajedrez tienen derechos, y de esos derechos se hablará de forma explícita en el siguiente artículo, pero de momento, es importante señalar cuáles son aquellos derechos y cerrar el artículo con una frase que proviene de la antigua China.

 

“Maestro no es quien siempre enseña, sino quien siempre aprende”.


Derechos del alumno de un curso de ajedrez:


1) Derecho a participar en competiciones sin discriminación por sexo o capacidad.

 

2) Derecho a contar con monitores cualificados.

 

3) Derecho a participar en medios sanos y seguros.

 

4) Derecho a la igualdad de oportunidades.

 

5) Derecho a ser tratado con dignidad.

 

6) Derecho a disfrutar jugando.

 

7) Derecho a NO ser CAMPEÓN.

 

                                                                 Mikel Iker Menchero Pérez

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