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BrújulaLos invisibles

Los invisibles


 

 

Esperamos, como los náufragos,

que el nuevo día nos traiga

algas comestibles

una caja de naranjas perfumadas

una chimenea en el horizonte

y que la tripulación no sea de caníbales.

 

Esperamos que el próximo desahucio

no nos toque

que el próximo despido

no lleve nuestro nombre

inscrito en la guillotina

que ese pobre tirado en la esquina de la calle

no nos interpele

como lo haría

si fuera nuestro padre

un amigo de la infancia

un compañero de fatigas

que nos ayudó a eludir

el cerco de Sarajevo.

 

Esperamos que cuando llegue la noche de los tiempos

no solo tengamos una buena estufa

sino reservas de leña y carbón

un generador

y un puñado de buenas excusas

para esgrimir

frente al ángel exterminador:

una conciencia impecable

de esas que sirven

para pasar de largo

todas las veces que haga falta

en el curso de una mañana

y después de la medianoche

conciliar el sueño

porque siempre siempre siempre

hemos hecho lo que pudimos

para enjugar la miseria del mundo

exterminar nuestra cuota de roedores

vivir decentemente

y pensar que las revoluciones

ya no están de moda

ni tienen sentido

aquí

donde ya no quedan náufragos

hay pan y azúcar de sobra

y los mendigos

forman parte

del paisaje del mejor de los mundos posibles

mientras no lleven nuestra jeta

y podamos disfrutar

de una nueva temporada en el infierno

mientras sea el de los otros

cambiemos de canal como de calzoncillos

y no nos llueva cuando jodamos.

 

Esperamos. Como los náufragos.

 

 

 

Foto: Fidel Raso

 

 

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