En Huesos de sepia (1925), su primer poemario, el poeta italiano Eugenio Montale (1896-1981) describe la costa en la que pasó su infancia, ese mar de Liguria donde Cinque Terre alimentó para siempre su mirada y su memoria. El fotógrafo Ugo Mulas (1928-1973), también italiano, quedó subyugado por los poemas de Montale: “Quizá hay una imagen que me trajo suerte: mientras estaba sobre una roca mirando el mar […] vi un bañista tumbado al sol. En cierto momento se puso de espaldas boca arriba extendiendo piernas y brazos: parecía una estrella de mar. Entonces tomé esta fotografía y vinieron a mi mente esos bellos versos de uno de sus últimos poemas. […] Esa especie de metamorfosis con la que él sueña, la de convertirse en una piedra pulida por el mar”. Como recoge la galería ibizenca Parra & Romero, “Ugo Mulas leyó Ossi di seppia cuando aún era un niño, pero no lo olvidó jamás. Casi 30 años más tarde -siendo ya el fotógrafo oficial de la Bienal de Venecia y con un prestigio bien cimentado- le ofreció a la revista Pirelli ilustrar aquellos versos que, por alguna razón, aún recordaba de memoria. (…) Para el escritor Victor Rivera, en Ossi di seppia convergen una mirada concreta y simbólica al mismo tiempo, destacando las referencias tanto al desgaste humano como al impulso vital que resiste a pesar de todo. Montale describe Monterosso con gran añoranza en los 23 poemas que lo componen y, sin embargo, nunca quiso volver allí. Consideraba que había sido profanado por un negocio turístico que, incluso en aquellos momentos, ya arrasaba con el norte de Italia. En 1962, Mulas se propone la difícil tarea de volver a capturar, a través de la fotografía, la esencia de aquel Monterosso todavía no alcanzado por el turismo que guardaba en la memoria Montale. Presentaba así una suerte de doble retrato: el del poeta y el del lugar que le vio crecer. Sin embargo, Ugo Mulas entendió bien la necesidad de trascender el mero hecho documental en este caso: ‘Lo que importa es plasmar el clima general del lugar, es decir, encontrar esos elementos genéricos, inespecíficos, que vuelven continuamente, como un leitmotiv a lo largo del libro’. La idea de lo fósil como metáfora de aquello que perdura (como la memoria o la fotografía) se contrapone a la idea de descomposición, de pérdida, que sobrevuela todo el poemario. En su búsqueda fotográfica, Mulas encuentra sus propias metáforas, genera su personal alegoría de un Monterosso colmado por la vegetación y la ruina (simbólicamente aquello que se fue perdiendo) pero también por el mar, los riscos y la casa del poeta, Villa Montale (aquello que permanece a pesar del tiempo)”.
Dónde: Parra & Romero, Ibiza, España
Cuándo: Hasta el 1 de junio