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Los que fueron por lana (este o este)

 

La amenaza es muy seria.

 

Un fantasma se perfila en la sombra, erizando el cabello de los benefactores de la patria, amigos, paniaguados, cómplices, dependientes.

 

¿Tiene Jordi Pujol papeles de destrucción masiva? Parece ser que sí. ¿Se concitará contra Pujol una coalición internacional liderada por el país PP, con el país PSOE y otros aliados naturales: el país Coalición Canaria, el país Unión del Pueblo Navarro en el exilio –no el país CIU, ahora enemigo-? ¿Qué hará el país Ciudadanos? ¿Invadirán Pujol? ¿Veremos las estatuas de Pujol bajadas de su pedestal y arrastradas por las calles? ¿Se harán pasquines con la cara de familiares y colaboradores y empezará su caza sistemática? ¿Saldrá del País Pujol un nuevo orden mundial, Hermanos Catalanes -sin ERC ni CUP, que son de confesión heterodoxa-? ¿Pondrán al mundo en jaque, terroristas, desde sus bases en paraísos fiscales? ¿Habrá un, confesional, Estado Ferrusola que conquistará Andorra, para extenderse luego a la Península?

 

Invadieron Irak y pasó todo esto. Sólo que los papeles de destrucción masiva Sadam Hussein no los tenía. Jordi Pujol los tiene. Cuando provoca, provoca porque puede. Aunque a Jordi Pujol provocar no le gusta. Lo han llevado hasta ahí los otros pistoleros, en mitad de la calle y que saque el más rápido: lo que los pistoleros no querían. Por la espalda a Pujol. Y hasta es posible que ni quisieran eso. Que tirar de la manta fue porque hacía frío y no se dieron cuenta de que lo destapaban, a Pujol, armado hasta los dientes. ¿Echarán tierra encima? Si no lo hacen, no han parado de hacerlo, será por timidez. Por ellos, enterrado. Pujol no va a dejarse, que lo entierren y, menos, que lo saquen a la luz: quiere, querrá, no va a tener otro remedio que querer la cabeza de Felipe García. La de Alfredo Rajoy, herederos y deudos. No lo van a invadir. Porque no pueden.

 

SITGES RETROSPECTIVA

 

Sexto día (miércoles 14 de octubre)

 

Al revés de Pujol, que nunca estará solo ante el peligro, van a caer con él tirios y troyanos, quien se sienta en la sala de un cine se enfrenta a una experiencia contra todos. Quien habla. Quien no para de moverse. Quien enciende su móvil o su tablet y saca al espectador de la pantalla: el cine sucede en la butaca. Dentro de cada uno. Eso lo sabe el pistolero, el de verdad, el del cine, que se busca en un duelo interminable y así le da sentido a su existencia. Por uno mismo doblan las campanas. Y no vale la pena preocuparse.

 

Provocar, ¿es rentable?

 

‘GREEN ROOM’

 

‘Green Room’, de Jeremy Saulnier.

 

Provocar trae como consecuencia que provocas. Ir a un bar de Toledo a hablarles de lo bien que está Albacete; recordarle a Pujol que Andorra existe; tocar en una sala de conciertos neonazi y acordarse de la madre que parió a la raza aria: cuando la gente no se deja provocar es el Destino el que escucha y responde. Por buscarlo.

 

Ejercicio de resistencia que acude a un axioma universal, hay que ponerse en el lugar del otro; cuando menos: “donde fueres, haz lo que vieres”, no cortarte. Hacer lo que los otros hacen. Especialmente cuando te lo hacen a ti. Banalidad del mal: el lugar y el momento, poco más. La tensión, la sorpresa, la violencia. La magnífica voz, en la que la violencia se remansa, de Anton Yelchin. Con ‘The Gift’, ‘Green Room’ de lo mejor que se habrá visto en Sitges este año. Déjenme que adivine. “Más feliz y menos feliz” “No rey, pero padre de reyes” “Serás rey”. Palmarés: se quedará sin premio.

 

Antes, las brujas. A posteriori, no vale para nada.

 

‘MACBETH’

 

‘Macbeth’, de Justin Kurzel.

 

En un Festival de Terror ‘Macbeth’ sorprende. No porque no haya brujas, que las hay. No porque no haya sangre, que hay también. No porque no haya crímenes. Como los tienen otros clásicos de Sitges este año: García Lorca, Mary Shelley. Y, en los tres, la mano del Destino. Pero ¿destino Sitges? ‘Frankenstein’ encarna bien en Sitges. Y las cosas de Lovecraft: ‘Baskin’.

 

¿’La novia’?, sobre ‘Bodas de sangre’.

 

¿’Macbeth’?, sobre ’Macbeth’.

 

’Macbeth’ viene a competición, que compite Macbeth, no digo yo que no. Y compite la señora de Macbeth. Nadie lo niega. Pero venir a disputarle a Malcolm Sitges es mucho competir. ¿Y si gana ’Macbeth’? No ha sido así. Según escribo esto, ya lo sé. Es lo que pasa con las retrospectivas. Le quitan emoción al partido. ¿Y si hubiera ganado ’Macbeth’? Una ucronía. Podríamos tener, para el 2016, una nueva versión de ‘Historia de dos ciudades’: terror-Terror. Un ‘Crimen y castigo’. Un ‘La regenta’, que hay duelo de pistola y mueren un borrachín y una inocencia y el Magistral da miedo. Un ‘Heidi va al infierno’. En lugar del desfile de zombies, desfile de pastores y pastoras, institutrices y abuelitos; desfile de estudiantes y usureras; desfile de canónigos, calaveras y monjas; gorros frigios ¿es que no lo son las barretinas? ¿Y no es Sitges el Festival de Cataluña? Sitges pasaría a ser otro. No ha ganado ’Macbeth’. Lo han intentado.

 

COLOSSEUM

 

Colosseum. La canción de Jack Bruce: ‘Tema para un western imaginario’.

 

Fatalidad, pasiones, el espacio, que la persona mide sin tratar de reducirlo a su tamaño. Incluso a ras de tierra, el western mira al cielo. En un western Pujol (sus enemigos) sería un personaje de segunda: funcionario robando mantas a los indios. Comisionado para Asuntos Indígenas que manda a sus pupilos al desierto y avisa de la invasión a los soldados. Espía recibido en todos los hogares que guarda información sobre cada ranchero, comerciante, vecino. Aquel a quien desprecia su sicario: el verdadero antagonista. Pero Malcolm resulta ser un hombre, no un despojo, sin señalar a nadie. Ésa es la tragedia de Macbeth. Carne de western.

 

De las obras de Shakespeare recuerdo cuando menos dos que fueron notable cine del Oeste: ‘Lanza rota’, de Edward Dmytryk, ‘El rey Lear’ y ‘Cielo amarillo’, de William A. Wellman, ‘La tempestad’.

 

Cordelia con pistola. Duelos fuera de campo.

 

Sitges camina hacia la independencia. Independencia del cine de fantasía, de terror, que es el que lo ha llevado donde está. Gran parte del cine de terror nace de los clásicos. Hay un cine fantástico naturalmente imbricado en el western: ‘Westworld’, de Michael Crichton. Hecho aquí, por ejemplo, la magnífica aportación de Luis Berdejo al corto colectivo ‘Limoncello’: ‘Dio Vi Benedica A Tutti’, la de Jorge Dorado: ‘A Good Man’. Este año, en Sitges, el clásico y el western, como Jordi Pujol, llegan a la pantalla sin coartada, porque se piensa que no les va a hacer falta. Alguna para ‘Bone Tomahawk’, caníbales del tiempo.

 

‘BONE TOMAHAWK’

 

Coartadas no las hay para ‘Slow West’, de John Maclean. Compasión e inocencia. Bandidos, indios, seres desheredados y el peso decisivo de la suerte, que desbarata todo: estar donde no debes, justo cuando no debes. Ambigüedad moral.

 

¿Pero ciencia-ficción? ¿Fantasía? ¿Terror?

 

‘SLOW WEST’

 

Sitges salta al futuro.

 

El tiempo pasará y se dirá del Festival de Sitges lo que de España quería que se dijese Alfonso Guerra, precursor de Pujol en este aspecto, España: que no lo conocemos.

 

‘Ringo Gun’

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