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Mientras tantoLos santos inocentes

Los santos inocentes

El dueño pálido de la tabaquería   el blog de Ernesto Pérez Zúñiga

Quería escribir sobre los perros que, en la mañana, se reúnen en las plazas, se saludan, se enzarzan en juegos, mientras los padres de sus Amos caminan hacia el trabajo, enfurruñados;

 

quería escribir sobre el 15-O del sábado, y los ríos que unen las ciudades, situarme en la manifestación ante una pregunta imaginaria (de un periodista o de otro ciudadano): 

¿contra quién protestas?,

contra mí y contra mis padres, diría, contra una clase endeudada con préstamos e hipotecas, década tras década,

contra nuestra forma de vivir,

contra nuestras letras-mes a mes (quien tiene la suerte de poder contratarlas y pagarlas),

y, sí, contra los abusos del banco, se hacen ricos, como en Mary Poppins, diría caído del guindo, ya era hora, por qué tantos años de sueño,

porque nunca han ido tan mal las cosas,

bueno, sí, peor lo tuvieron nuestros padres contra Franco,

ellos tenían Franco y Banco;

 

pero no, debo escribir sobre lo más urgente, lo que me acaba de ocurrir:

he escuchado la conversación de dos mendigos (que ni tienen perro ni la pinta de haber ido a la manifestación del sábado):

más de cincuenta años (o treinta, no se sabe), las greñas, el desarreglo en la barba, el desayuno de vino y cartón:

– ¿Sabes que echan esta noche en el Refugio?

– (Silencio).

– Los santos inocentes.

– ¿Los santos inocentes?

– La película, no me la pienso perder.

El otro por fin habla, asiente, hay demasiadas horas por delante, hace buen tiempo en las aceras.

Y esta noche volverán a enfrentarse a la historia del Amo de antes de la Democracia, que se ha quedado toda la riqueza, y provoca la tragedia de los desposeídos, de los que son ignorantes a fuerza de tristeza y de sometimiento,

la fuerza de la nada multiplicada por nada,

y preferirán la compañía de la vieja milana,

milana bonita,

inofensiva, que,

ella sí,

nunca le ha hecho daño a nadie y no tiene responsabilidad ninguna.

 

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