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AcordeónLos sin culto en la campaña presidencial estadounidense

Los sin culto en la campaña presidencial estadounidense

 

En su autobiografía, publicada en 1856, Peter Cartwright, predicador metodista conocido por sus giras a lo largo de Estados Unidos, llamó la atención acerca de esos protestantes cuya pretensión de “inspiración divina” les llevó a predecir un nuevo milenio mientras lo que en realidad hacían era jugar con “la ignorancia, la superstición y la credulidad de la gente”. Algunos, decía, incluso presumen de curar al enfermo y levantar a los muertos “como los diabólicos mormones”. En 1965 se publicó por vez primera El Reino de los Cultos, un libro muy popular utilizado por los evangelistas para estudiar y refutar a los mormones. Su autor, Walter Martin, escribe: “Cada mormón ha sido adoctrinado con la idea de que su práctica es la verdadera religión cristiana o, para usar sus propio términos, su movimiento persigue la restauración del cristianismo a la tierra. Los rituales secretos en los templos mormones, rituales vinculados con el bautismo para los muertos, los apretones de manos secretos , los símbolos y signos cifrados recluyen al mormón medio y su familia en lo que en términos psicológicos podría denominarse el conciliábulo. Los protestantes, en especial los protestantes evangélicos, durante mucho tiempo han tenido enfrentamientos teológicos  con los mormones y les consideran no como una secta o, como sugieren muchos académicos, una confesión de la América indígena, sino más bien como un culto herético, que practica un proselitismo muy agresivo de gran éxito. Y cuyas doctrinas, escrituras y rituales les sitúa más allá del cristianismo normativo u ortodoxo. De hecho, entre la mayoría de los conservadores religiosos de Estados Unidos, la palabra culto es un término negativo que exige una devoción ciega a sus seguidores, engañados para aceptar esas creencias y prácticas excéntricas”.

 

Sin embargo, en los Estados Unidos del siglo XXI esas dinámicas históricas se rompen de manera dramática, al entrar en colisión la política y el pluralismo religioso. La Asociación Evangelista Billy Graham, la organización del pastor internacionalmente venerado, decidió sacar a los mormones de su listado de cultos. Su página web informa de otras webs donde se detalla la doctrina mormona y se refuta, de manera especial, el hecho de que se presenten a la puerta de tu casa, una práctica muy común de la técnica evangelista. El catálogo de cultos de la Asociación continúa en la web con enlaces que informan y previenen sobre los testigos de Jehová, los cienciólogos (de la iglesia de la Cienciología), los espiritualistas y los unitarios…

 

Se entiende por tanto que los mormones no eran un culto, sus compromisos políticos y éticos eran ratificados  por los evangelistas, algunos de los cuales todavía rechazan incluir a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en la verdadera iglesia de Cristo. En octubre de 2011 el pastor tejano Robert Jeffress, ministro plenipotenciario de la colosal primera iglesia baptista, declaró de manera firme y contundente –lo  que causó cierta controversia-: “el mormonismo no es el cristianismo. Ha sido siempre considerado un culto por la mayoría de la cristiandad. Sin embargo, a medida que se acercaban las elecciones presidenciales del 6 de noviembre, dicha afirmación se modificó de modo considerable por una de las organizaciones evangélicas más importantes.

 

El mormonismo sin culto de la Asociación encabezada por Graham publicó un anuncio a toda página en el que aparecía una fotografía del doctor Graham y su declaración firmada  alentando a los americanos a votar: “por aquellos candidatos que apoyan la definición bíblica del matrimonio entre un hombre y una mujer, protegen la santidad de la vida y nuestra libertad religiosa”. Como los mormones comparten esos valores, implícitos en el candidato presidencial mormón [Mitt Romney], considerar un culto a este movimiento no ayudaba. Una decisión política que ya está provocando un rechazo teológico visceral entre esos evangelistas que ahora denuncian el cambio de postura de la Asociación. De hecho, un número considerable de evangélicos conservadores persisten en su ataque a Graham y a su hijo Franklin, presidente de la Asociación, por cambiar su doctrina demasiado rápidamente y de manera definitiva con tal de conseguir que el mormonismo fuera algo aceptable para los cristianos conservadores. Algunos incluso han llegado a sugerir a Franklin Graham como figura clave en el cambio de apreciación hacia el mormonismo. Resulta sobradamente conocido su conservadurismo político y sus conexiones con el Partido Republicano. Muchos cristianos conservadores temen que la elección de un candidato mormón meterá de lleno a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en el centro de la política americana, consiguiendo de ese modo aumentar los ya intensos métodos de ganar individuos para su fe.

 

Sin embargo no es la primera vez que los evangelistas tienden la mano a los mormones, en un esfuerzo por aumentar su influencia en la sociedad. En 1979, cuando Jerry Falwell fundó la Mayoría Moral, un elemento fundamental de lo que se llamaba entonces el Nuevo Derecho Político Religioso, dejó muy claro que los mormones (así como los católicos y judíos) eran bienvenidos a formar parte del movimiento, ya que defendían los valores tradicionales sobre los que pesaba la amenaza del secularismo que impregnaba el tejido social americano. Cuando los evangelistas pusieron pegas, Falwell insistió en que aquello era una cruzada moral no teológica y que la Mayoría Moral no era una iglesia que exigiera uniformidad de doctrinas. Pero incluso en aquellos años hasta Billy Graham se resistió a asociarse con la Mayoría Moral, argumentando: ”Estoy a favor de la moralidad, pero la moralidad va mas allá del sexo, abarca también la  libertad humana y la justicia social”.

 

Los evangelistas no se identifican particularmente  con ningún partido o persona. “Tenemos que mantenernos en el medio para predicar a todo el mundo, sean de derechas o de  izquierdas”. Sin embargo, en este último periodo de las elecciones presidenciales 2012, el mormonismo sin culto ha experimentado un cambio significativo, no solo para Graham sino para muchos protestantes evangelistas, un cruce fascinante de pluralismo religioso, concesiones doctrinales y realidad política. ¿Qué puede esto significar ahora y más adelante?

 

En primer lugar parece que en la actualidad, los protestantes americanos necesitan toda la ayuda que puedan conseguir. Esta nueva apertura hacia el mormonismo tiene mucho que ver con el reciente estudio realizado por el Pew Center donde se sugiere que los protestantes conforman una minoría del 48% en la vida religiosa americana. Los grupos religiosos con variadas y contradictorias teorías se necesitan unos a otros más que nunca para reafirmarse en la cultura conservadora, especialmente ahora que han aumentado los Nones (Ninguno) y que agrupa a uno de cada cinco individuos religiosos no afiliados que  apoyan programas de izquierda o de centro. Nones constituye el  segundo grupo religioso más grande, detrás de los católicos fieles a Roma. Los mismos católicos han descendido de manera significativa en los últimos años, especialmente entre los europeos americanos. Según varios estudios, un buen número de ellos ha abandonado la iglesia católica. Únicamente la inmigración hispana ha permitido a los católicos poder seguir afirmando que cuentan con 65 millones de fieles.

 

La perspectiva de unas elecciones muy reñidas puede haber influido para que los conservadores se unieran con tantos elementos de mentalidad política similar como fuera posible, incluso con aquellos grupos cuyas teologías rechazan vehementemente. Los protestantes, incluso los evangélicos, están en crisis en Norteamérica, desconcertados acerca de la dirección espiritual de sus organizaciones. Más les vale asociarse con los mormones en su intento de asegurar un modo de promocionar los valores tradicionales.

 

En segundo lugar, la ausencia de un candidato presidencial protestante por vez primera en la historia de Estados Unidos sugiere que el pluralismo continúa abriéndose camino entre los recovecos del conservadurismo religioso. Lo que antaño era un culto diabólico podría pronto presumir de su primer presidente americano, dando así una mayor credibilidad a las tesis clásicas de John Murray Cuddihy en su Religión del civismo, donde se liman las asperezas de la mayoría de las sectas “incivilizadas”. En última instancia, dice Cuddihy respecto a los cuáqueros, antes considerados aberrantes sin culto, baptistas, católicos romanos, pentecostalistas y ahora también los mormones, “este complejo código de ritos nos enseña a ser religiosamente inofensivos, es decir, a no ofender, a ser consciente y respetuoso con las diferencias religiosas. Darse cuenta de nuestra apariencia religiosa en relación a los otros significa practicar la religión del civismo. Por lo tanto la religión civil es la coreografía social de la tolerancia. Reclama una actitud.

 

El no culto de los mormones de la Asociación Billy Graham podría reflejar una nueva tolerancia que pocos podrían haber imaginado cuando el patriarca mormón (y candidato presidencial) Joseph Smith fue tiroteado en Illinois en 1844. De forma paralela, la enorme reacción en contra de la acción de la Asociación Graham, evidente entre muchos conservadores, sugiere que la distancia teológica permanece. El debate sobre las relaciones entre los mormones y los protestantes sin duda alguna continuará.

 

Para concluir, las elecciones 2012 sugieren asimismo que las transiciones demográficas y políticas pueden provocar que una nueva minoría protestante  reclame un nuevo grado de civismo para sí. De repente el mormonismo y su obispo-candidato presidencial ofrecen una coalición fundamental para algunos protestantes forzados a negociar un pluralismo inevitable a costa incluso de sufrir su impacto en su propia integridad teológica y cultura privilegiada.

 

Una vez abierta la caja de Pandora, quién sabe hacia dónde  los sin culto pueden llevar a la Asociación Evangelista Billy Graham. Hoy son los mormones, ¿serán mañana los unitarios?

 

 

 

Bill J. Leonard es profesor de Historia de la Iglesia y Estudios Baptistas en la Universidad de Wake Forest, en Carolina del Norte, responsable de la cátedra James and Marilyn Dunn de Estudios Baptistas de la School of Divinity.  En FronteraD ha publicado La guerra justa

 

 

Traducción: Victoria Fernández-Cuesta

 

 

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