
Todos conocemos a Luis Fraga por su etapa como presentador al frente del informativo matinal de Antena 3 (Atresmedia), pero lo que a mí me empujó a pedirle esta entrevista no fue su currículum. No. Fue un tweet. ¡Banalidades de la modernidad! 140 caracteres con los que avisaba a sus seguidores de la existencia de una página web (www.periodisticos.com) que diariamente actualizaba ofertas de trabajo para profesionales de la comunicación. A día de hoy, cuando los recursos escasean, cuando el futuro es más incierto que nunca y todos necesitamos un buen consejo, tropezar con un periodista de oficio, que no se olvida de los que nos hemos quedado un poco atrás, es motivo más que suficiente como para querer conocerlo.
Este gallego que no ha perdido el acento aceptó sin remilgos mi petición. Una actitud impulsiva que, estoy convencida, es la que le ha permitido llegar tan lejos. De hecho, descubro que con 14 años consiguió entrar en la emisora de radio de su pueblo y con 17 ya tenía su primer contrato de trabajo en la Cadena SER. Le echó empuje e ilusión. También tuvo suerte. Y no lo niega. Un viejo jefe (Bieito Rubido) siempre creyó en él y su llegada a Madrid fue inevitable. Lo fue por eso y por sus años como redactor ENG –y después como presentador y editor del informativo regional– en la delegación de Antena 3 en Galicia.
Una juventud anómala. Sacrificada, pero apasionada. Este licenciado en Historia y Geografía –que no en Periodismo– hoy es el editor de las noticias del fin de semana de Antena 3 Internacional. Con él he tenido la libertad de hablar de cosas amables, y de otras que no lo son tanto. De la crisis. Del futuro de las nuevas generaciones de periodistas. De mi futuro. De los grandes medios de comunicación. De lo que callamos. Del paro. De la esperanza.
Licenciado en Geografía e Historia y no en Periodismo. Lejos de cerrarte puertas te las ha abierto…
Ni una cosa ni la otra. Pero te diré que desde muy niño siempre tuve claro que quería ser periodista. Sino no se explica que un chaval de 14 años –un poco freak y a quien le había cambiado la voz muy pronto– se presentase con un casete en la emisora de su pueblo y accediese a hacer sus primeras prácticas. Pocos años después, con 17, ya empezaba a trabajar. Fue así como comenzó todo y, aunque llegué a matricularme en la Complutense de Madrid, era realmente muy difícil comprometerme con los estudios y el trabajo. Cierto es que pude trabajar y aprender de grandes periodistas siendo muy joven, pero el sacrificio y el azar fueron también dos componentes muy importantes en mi carrera.
Me imagino que tus conocimientos humanistas te han permitido especializarte y darle un valor añadido a tu carrera. ¿Crees que a día de hoy, con el panorama desolador de nuestro sector, profesionalizarse en una rama periodística puede ampliar tus posibilidades de encontrar un trabajo?
Sí sirve de algo. De hecho, ahora llevo la edición del internacional del fin de semana, pero no quiero ponerme como ejemplo. Considero que el camino es estudiar la carrera de periodismo y después especializarse. De algún modo, consigues crear una marca personal y afianzarte en un nicho de mercado. Aun así, tienes que ser lo suficientemente versátil como para ser un periodista generalista si la situación lo requiere.
Es decir, o todo o nada, ¿no?…
Yo creo que se pueden hacer ambas cosas, pero tampoco son tiempos en los que se pueda elegir demasiado. Lo lógico es pensar que alguien que está especializado también tendrá la capacidad de defenderse en el ámbito periodístico más generalista. Y no al revés.
Y aun así, no es garantía de nada…
No…
Teniendo en cuenta las dificultades que tienen los periodistas para acceder o mantenerse en el mercado laboral, ¿qué debe hacer o tener ese profesional para salir adelante sin renunciar a su vocación?
Difícil respuesta y más cuando yo nunca he tenido que pasar por ello. ¡Toco madera…! Pero aunque el mercado laboral es muy mediocre, creo que hay un campo muy interesante en el asesoramiento empresarial y el Community Management. Ahí se mueve algo…
Algo no. Mucho. Pero se aleja bastante de los motivos por los que muchos decidimos vivir de esta profesión.
¡Claro! Ahí voy: ¿es eso periodismo? O, ¿es el periodismo que el 99% de nosotros queremos hacer? Uno busca hacer reportajes, entrevistas, investigar…
Cambiar el mundo…
También. Pero hay que ser realista. Estamos en tiempos laboralmente de guerra y es necesario abrir la mente y darnos cuenta de que no todos podemos ser Arturo Pérez-Reverte o Alfonso Rojo. Hay que hacer que la profesión sea más amplia.
(…)
Veo que pones cara triste…
Sigo pensando que aún podemos no tirar la toalla…
¡Claro que hay que intentarlo!
¿Cómo lo intentarías tú?
Redes sociales profesionales, iniciativas como la de tu blog, networking y no pararse.
¿Qué es no pararse?
No caer en una depresión cuando te azota la falta de autoconfianza del desempleo y no creer en el fracaso. Ser consciente de que esto es un bache –tremendo, pero un bache– y que hay que romper moldes, porque la crisis nos enseña lo rígidos que podemos llegar a ser con nuestros sueños de infancia. ¿Por qué no puede ser atractiva la comunicación corporativa? Y algo más: hay que darse cuenta de que uno es mucho más que un periodista. Esto me lo dijo alguien cuando yo pasaba por un momento bajo –porque esta profesión es lo que tiene– y tenía toda la razón.
¿Te lo crees realmente?
¡Claro! Soy persona ante todo. Muchos periodistas pensamos que nuestra profesión lo es todo…
¿Y no es así?
Cuando la profesión nos falla, ¿nos falla todo? No tiene ningún sentido. La vida es más que eso.
(…)
¡Fíjate yo! Jamás me planteé la enseñanza como posibilidad laboral y ahora hace un año –cuando me cambiaron de turno en el trabajo– que doy clases en la universidad. Además, vuelvo a estudiar para, en un futuro, sacarme un doctorado. Al final, lo importante es siempre tener un plan B.
(Fuente foto: Rafael Bravo. La Voz de Galicia)
Ahora que me comentas lo del cambio de turno. Tengo entendido que tu etapa de presentador de informativos te apasionaba. Pero se acabó. ¿Por qué?
Bueno, en aquel momento consideraron que se había acabado un ciclo de trabajo bien hecho. Eso sí, automáticamente me preguntaron qué me gustaría hacer. Que te den la opción de elegir es de agradecer. Piensa que fueron ocho años como presentador y que la idea de poder llevar la edición me gustaba.
25 años de carrera a tus espaldas. Nunca en el paro. ¿Qué ha hecho para conseguirlo?
Creo que he trabajado mucho y he sacrificado cosas. Mi vida con 17 años no era la de un chaval normal, y he tenido mucha suerte porque aquello que me proponía siempre acababa saliendo. De hecho, cuando estaba haciendo radio me empezó a picar el gusanillo de la televisión y, justo en ese momento, al que había sido mi jefe en radio (Bieito Rubio) lo llamaron para trabajar en Antena 3. Y él fue quien se acordó de mí.
¿Algún modo de compensar la carencia de la suerte?
Trabajar más. Y no hablo exclusivamente de horas, sino de un plus de calidad. Pero, por encima de todo, ser buena persona porque al final alguien siempre se acuerda de ti.
¿Alguna vez has tenido miedo a perder tu trabajo?
Sí, por supuesto. Es un miedo repartido a lo largo del tiempo en el que tienes que ser consciente de que se trata de una profesión con muchos altibajos. Donde el lunes eres el rey y el viernes lo dejas de ser. De hecho, a mí me molesta mucho cuando algún compañero deja las fotos de los hijos o sus pertenencias en las mesas de trabajo. Aquello no es de nadie y a mí me gusta ser consciente de ello.
¿Un periodista es libre trabajando en un grupo como Atresmedia?
Nadie lo es totalmente. Ni siquiera el presidente de un consejo de administración. En mi caso, me siento libre con los condicionantes de trabajar y deberte a una línea editorial. Y esa impresión la tendré toda la vida trabaje donde trabaje.
¿Nunca ha resultado un problema para ti?
Casos puntuales.
¿Un ejemplo?
La frivolidad de algunos vídeos o de algún tema. O el exceso de vídeos en un cierre. Hace unos años había momentos en los que parecíamos más un magazine que un informativo. Quizá ahora hemos recapacitado un poco.
Pero ¿hasta que punto los servicios informativos de un grupo como el de Atresmedia pueden permitirse ser independientes? El grupo accionista es el que es.
Es que ningún grupo lo es.
Vamos, que todos en el fondo tenemos asumido que las reglas de juego son las que son.
Sí. La vida no es como te la enseñaron en la facultad. Son tiempos duros.
¿Qué equilibra tu balanza?
Me gusta todo lo que tiene esta profesión.
Pero no tienes lo fundamental: la libertad.
Sí, pero tampoco tengo una libertad absoluta en muchos ámbitos de mi vida.
No es comparable…
Lo sé. Y es cierto que nos hemos acostumbrado a ciertos límites en nuestra profesión.
Entonces, ¿entiendes a aquellos que defienden la idea de que el periodismo murió hace tiempo?
No. Yo, a pesar de todo, tengo un punto de idealista y estoy seguro que la profesión tiene una salida.
¿Y un sentido?
También. Todavía hoy puedes denunciar lo denunciable o ayudar a sectores de la sociedad. Y no me refiero a caer en un tratamiento dramático o morboso de la noticia, sino de un buen reportaje que, por ejemplo, ponga de manifiesto la situación límite de una barrio, de un hospital…
¿Y qué ocurre cuando, por ejemplo, ese hospital privatizado pertenece a uno de los accionistas del grupo de comunicación? ¿Podrá un periodista hablar de ello abiertamente?
No, claro. Pero seguro que habrá otros hospitales o barrios de los que sí podremos hablar.
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(…)
El mundo ideal sería un mundo libre. Pero tú ahora ponte en el caso de un accionista que ha invertido su dinero en el medio en el que trabajas. ¿Tú permitirías que un periodista pagado por ti levantase un reportaje contra un hospital donde tú también tienes intereses?
Seguramente no. Pero la pregunta que deberíamos plantearnos es si tiene algún sentido que los medios de comunicación los dirijan profesionales que no son de nuestro gremio, ¿no?
¡Claro! Pero…
Es lo que hay…
Sí. ¿Me gusta esa situación? Evidentemente que no.
¿Podríamos hacer algo por cambiarlo?
Tú no puedes cambiar el mundo. Ni yo. Ahora bien, desde tu puesto de trabajo puedes ser digno, ser buena persona y darle un barniz de dignidad a tu profesión. Y es cierto que todos los días vas a perder cosas, pero ganas pequeñas batallas. Y la batalla ganada no sólo es lo que cuentas, sino lo que dejas de contar. Eso es muy importante.
De hecho, tu viviste el ERE que sufrió Antena 3 con la llegada del grupo Planeta (año 2003) como accionista mayoritario. ¿Cómo recuerdas aquello?
Siempre es desagradable ver que hay compañeros que se van.
Y que echan. (215 trabajadores)
También. En aquel momento entendí que el trabajo podría no ser para siempre.
¿Por qué te salvaste tú?
No lo sé. A eso uno nunca tiene una respuesta.
Siempre digo que la crisis tiene un lado muy positivo: el resurgir de una sociedad que exige transparencia. La gente extrae sus propias conclusiones sobre el tratamiento informativo de cualquier medio, y es innegable que hemos perdido mucha credibilidad como profesionales. ¿Qué hacemos al respecto?
Yo creo que, sobretodo, hay que mantener la confianza en el individuo, en el periodista. Hay que recuperar el trabajo bien hecho y la dignidad, así como no olvidar que siempre ha habido y habrá grandes profesionales.
¿Qué te gustaría cambiar a ti dentro de los medios?
Pues volver a apostar más por la calidad, por el estilo propio. No tirar de tanta agencia y tener menos prisa para valorar los hechos que se tienen que contar. Fuentes propias, más reportajes de investigación. En nuestra cadena, por ejemplo, tener un equipo como el de A fondo me parece un lujo viendo los tiempos que corren.
Dame un mensaje positivo. Sigo sin trabajo.
A pesar de que la crisis lo ha complicado todo y que la mecánica “esfuerzo y constancia” ya no es una garantía, sigo pensando que para gente preparada, versátil, con un mínimo de contactos, que cree en sí misma y que mantiene un brillo siempre habrá algún lugar. Hay que luchar y aprovechar los golpes para crecer.
¿Te crees al 100% lo que estás diciendo?
La vida de un periodista en paro tiene que ser muy dura. Pero insisto: aunque cueste, se tiene que intentar. La profesión, a pesar de todo, sigue siendo maravillosa.