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Lunes, con la agenda apretada

L, su madre y S se bajan del taxi que los deja en la esquina de la calle de Goya con Lombia. Es lunes, son las 11:45, en 15 minutos L debe estar cerca del Palacio de Deportes donde ha quedado para hacer una entrevista. Caminan hasta la Plaza Salvador Dalí, y entran a una cafetería que está justo en frente de la entrada del Palacio. L pide un café para su madre, que mientras tanto se dispone a preparar todo lo necesario para darle la papilla a S. L llama por móvil a la persona que tiene que entrevistar, pero no contesta. Es el responsable de organización de un evento que se realizará en el Palacio de Deportes y L tiene que entrevistarlo para escribir un texto que se incluirá en un especial de eventos de primera de una revista de ocio de circulación nacional. Vuelve a intentarlo hasta que consigue que le responda: está en camino, que perdone pero ha tenido que hacer algunas cosas antes y se ha liado. L cuelga y respira profundamente para no despotricar de la impuntualidad de su futuro entrevistado. 

 

Mientras espera, aprovecha para darle algunas indicaciones a su madre que se quedará por la zona paseando con S mientras ella trabaja. Su madre le dice que no se preocupe, que paseará y verá tiendas, que hace buen tiempo para caminar. S ya comió y dará un respiro. L le deja el móvil y le recuerda que cuando termine esta entrevista tiene que ir a otra cita a las 13 h, en una oficina muy cerca de allí, que espera llamarla a la 13:30 h para quedar en un sitio y comer juntas. Se despiden cuando una chica saluda a L desde la entrada del café.

 

L y la entrevistada toman asiento. L no quiere perder tiempo para poder alcanzar a su madre antes de que cierren las tiendas. Apunta las respuestas de su entrevista y mira su reloj. A las 12:30 h llega el segundo entrevistado a quien termina de interrogar. L acaba su cuestionario, se disculpa por las prisas diciéndole a sus interlocutores que tiene otro compromiso a las 13 h. Se despiden y acuerdan responder cualquier duda a través del móvil o e-mail. L mira alrededor del café, pero su madre ya no está. Sale a la Plaza y tampoco la ve. Camina hasta la calle Alcalá y coge el autobús 146. Se baja en frente a la Plaza de Toros de Ventas y camina un par de manzanas. Llega a la oficina y se reúne unos 20 minutos. Al terminar llama a su madre, quedan en la Plaza Salvador Dalí para pasear juntas y comer algo.

 

L se baja del autobús, y aunque ya no le quedan muchas fuerzas, intenta apurar el paso. A lo lejos ve a su madre que empuja el carrito de S. El niño señala un perrito blanco que va paseando una señora mayor. La abuela se deja llevar por las indicaciones del nieto y se acerca todo lo que puede. L los mira, suspira. Acaba de acordarse que había quedado con D para comer a las 14:30, que debe buscar a M a la salida del cole y aún tiene que redactar una entrevista y preparar una presentación que debe entregar al día siguiente. Tendrán que dejar los planes de madre e hija para otro día menos complicado. 

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