«Tu post de hoy es un lío», me dijo. Era lo más positivo que podía afirmarse porque, en realidad, Geometrías sin porqués (o sí) era una castaña. Estuve a punto de tirarlo y escribir otro. Pero hay posts buenos y malos. Como días en la vida. Y, además, eso forma parte del juego del blog, opina Pablo. Con la explicación y pseudoflagelación pública he gastado ya sesenta y seis palabras. Setenta y tres. El viernes pasado, mientras la Real Filharmonía de Galicia y el Coro Gulbenkian interpretaban la Misa en si menor de Bach me pregunté qué tienen en común las letras y las notas musicales. ¿Qué pesa más? ¿Un kilo de letras o un kilo de dos, res, mis o fas? ¿Cómo sería una crónica escrita por un violín? Por segunda semana consecutiva seguimos dulcificados entre la geometría, ahora de una escalera. ¿De subida o de bajada? Con frecuencia, como un niño, descubro nuevas palabras en gallego que me resultan curiosas. La de ayer fue luscofusco. ¿Atardece en la fotografía? ¿O es, al contrario, luz azul y dorada de alborada y abrente?