
China está de luto nacional: la bandera de Tian’anmen a media asta, la misma programación en todos los canales de televisión, portadas negras en los periódicos. Ha pasado una semana del potente terremoto de Qinghai, una remota provincia del empobrecido oeste chino, y sorprende que la cobertura mediática se concentre precisamente este día.
Desde el primer momento se han hecho comparaciones entre éste y el terremoto de mayo de 2008 en Sichuan. Más que informar sobre el sismo del 14 de abril, los medios de comunicación internacionales se cuestionaban cuántas escuelas habrían caído o qué habrían aprendido las autoridades de la catástrofe anterior. Particularmente, lo que más me ha sorprendido hasta ahora es la escasa cobertura de los medios de comunicación nacionales, parece que han tardado en reaccionar. Durante los primeros meses de 2008 se vivía un intenso clima preolímpico: canales con programación deportiva en la televisión, el metro,… Tras el terremoto de Sichuan, la situación cambió radicalmente y el deporte dio paso a una cobertura melodramática que duró varias semanas. Entonces se comparaba con el silenciado terremoto de 1976 en Tangshan y se analizaba el cambio de respuesta ante la catástrofe.
Lo que está cambiado es la técnica informativo-propagandística. Aun así sigue siendo improvisada, como se demuestra estos días, y siembra dudas sobre la verdadera respuesta al desastre en términos de rescate y reconstrucción.