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Mientras tantoMAca Workurs, temporada 1

MAca Workurs, temporada 1


 

Johannes Itten with his students at the Bauhaus in Weimar
Johannes Itten con sus estudiantes en la Bauhaus de Weimar

La joya de la pedagogía de la Bauhaus fue su Curso Preliminar, el Vorkurs, dirigido en su primera etapa, de 1919 a 1923, por Johannes Itten. Duraba un semestre y pretendía, entre muchas otras cosas, ayudar al estudiante a deshacerse de cualquier atadura que pudiera frenar su potencial creativo y su capacidad de experimentar. Se trataba de hacerle llegar a una especie de grado cero de su vocación en el que el talento pudiera fluir sin trabas. Era un periodo de prueba, un umbral, casi una iniciación. A pesar de eso, o quizás por eso, el Vorkurs se convirtió en la columna vertebral de la Bauhaus y en una leyenda de la innovación pedagógica. Su influencia ha llegado hasta nuestros días, y muchos profesores procuramos tenerlo siempre presente cuando recibimos, en primero de carrera, a estudiantes paralizados por las convenciones y el auto-boicot. Pero no es fácil luchar contra unos planes de estudio cada vez más heridos por el pragmatismo y la urgencia, planteados casi como escuetos pliegos de condiciones para la empleabilidad.

Queda muy poco sitio para lo preliminar dentro de la universidad española. En una sociedad obsesionada por la eficacia y lo útil, nadie toleraría perder tiempo y dinero en preliminares. Hay que ir al grano, pero del grano sólo oímos hablar luego, cuando nos lo venden como extra. Por eso ahora lo que triunfa es esa mezcla de epílogo y anexo llamada máster de postgrado. Siempre al final, siempre pretendiendo mejorar lo que, al parecer, no fue tan bueno, y siempre recordando al estudiante que todavía no es competente.

Afortunadamente, en toda esta hipertrofia neoliberal de suplementos de pago, están empezando a surgir másteres rebeldes que sí tienen vocación preliminar, que no se plantean especializar ni concluir sino, por el contrario, devolver cada profesión a un estatus en que, de puro incipiente, parezca de nuevo ajena y vacante. Funcionan como entornos transversales donde se vuelven a contextualizar saberes a partir del extrañamiento y el contagio. Están pretendiendo recuperar aquello que la gris universidad post-Bolonia dejó de hacer.

Ese el caso del MAca, un insólito postgrado conjunto de las universidades Politécnica y Complutense de Madrid, del que ya hablamos aquí hace algo más de un año, cuando todavía era un proyecto, y que ahora acaba de terminar su primera edición. En principio, sus siglas responden a Master en Comunicación Arquitectónica, pero no hay que hacerles caso, podrían significar cualquier otra cosa. Sólo son la excusa para un nombre extraño, resultón y versátil. MAca tiene lugar en un luminoso sótano de la ETSAM, donde funciona como una grieta por la que todo entra y todo se escapa. Un ámbito en el que tiene tanta importancia la palabra como la acción, donde es posible interrogar la profesión de arquitecto —y no sólo ella— como si acabara de ser instituida, abrirla a lo impredecible y plantear nuevas mediaciones con una sociedad con la que nunca ha sabido comunicarse demasiado bien. Por su primera temporada han pasado 14 alumnos, 55 profesores y 53 ponentes invitados. Arquitectos, sociólogos, periodistas, cooperadores, cineastas, diseñadores, editores, artistas, científicos, programadores, músicos, publicistas, filólogos, fotógrafos, actores, politólogos, poetas, comisarios de arte, psicólogos…

Si para que las universidades sean sostenibles ha de haber postgrados, al menos que algunos sean preliminares. Lo preliminar es lo fundacional, contiene todo lo posible. Situar lo preliminar al final de algo es darle la opción de renacer.

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