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Magia Potagia

Había un programa de magia en la TV española que se llamaba así, de un mago encantador: Juan Tamariz. Ahora parece que es su espectáculo en teatros. Viéndole y escuchándole uno se sentía a gusto con sus juegos de cartas, incomprensibles para los simples mortales.

Hay otro ‘mago’ oriental Cyril Takajama, al que seguía por YouTube cuando tenía buenas conexiones, que hace cosas sorprendentes. 

Pero todo esto es magia blanca, inocente. Otra cosa es la brujería.

 

 

A veces cuando echo la vista atrás de lo que voy escribiendo sobre Burkina Faso me da la sensación de que la mayor parte de lo que digo puede parecer peyorativo o que sólo cuento cosas negativas. Me da miedo transmitir esa imagen, porque no es así lo que siento, de otra manera no estaría aquí. Pero es verdad que escribo sobre las cosas que más me llaman la atención. A los ojos, ciegos a veces, de un occidental racionalista, cartesiano, ateo, marxista y no sé qué más que caracterizan un poco nuestra forma de entender el mundo, resultan extraordinarias muchas de las cosas con las que vivo día a día. 

Una de ellas es la magia, los brujos/as, la brujería.

Tenía intención de escribir más despacio sobre este asunto, pero ayer se me presentó de nuevo.

 

Árboles con ojos que todo lo ven, bocas que todo lo comen, manos que todo lo tocan… o casi

 

Supongo que ya he contado que estoy aquí construyendo una biblioteca-escuela y voy a hacer una granja. Para ello después de infinidad de problemas de todo tipo, he tomado la decisión de contratar a Ouakilou, un artesano de Ouagadougou, para que se venga a mi pueblo a ser mi ‘mano derecha’ y a que esté pendiente de todo y se ‘pelee’ con los de las obras o las otras cosas que estoy intentando hacer. 

Dejará a su mujer, no están casados, y a su bebé recién nacido y vendrá a verlos de vez en cuando, porque ella no quiere dejar Ouaga. Lo más importante es tener trabajo y algo más de 400 €/mes es mucho dinero para aquí.

Estábamos hablando de cuándo venía a vivir a Ouahigouya (OHG), mi pueblo, y me comenta que antes tiene que ir a su aldea.

-¿Es por lo de tu madre? ¿no está mejor? ¿no le han arreglado ya el tejado de su casa?

-No, no es por eso. Ya está mejor, aunque fue una pena que se perdiera el baptème de mi hijo Alassane, y mi hermano pequeño ya fue para arreglarle el tejado con el dinero que me diste…

-¿Entonces?

-No es nada, sólo que debo prepararme…

-¿Prepararte? ¿Para qué?

-Debo protegerme…

-…

-Protegerme contra algún wack. Tengo que conseguir un wack más poderoso, que me proteja.

El diálogo fue más o menos así, pero en francés.

 

Fetiches en la casa de un sorcier

 

Me acabó explicando que tiene un tío en su aldea que es un brujo muy poderoso, por lo visto vienen a visitarle de Costa de Marfil y de más sitios.

Un wack es un hechizo y puede ser bueno o malo. Si lo encargas tú se supone que será bueno para ti, pero no necesariamente para otras personas. Puedes pedir algo bueno para ti o para otras personas o algo malo para otros.

Por lo que me han contado TODO EL MUNDO CREE EN ESTO y cuando digo TODO EL MUNDO me refiero a todos los burkineses de origen, no a los acoplados como yo.

Es una cosa sorprendente porque se lo he preguntado a muchas personas de diferentes niveles sociales y de formación (abogado, enfermero/a, enseñantes, guías turísticos, camareras, empleados de hotel, veterinario, ingeniero agrícola, artesanos, músicos-griots, etc) y creencias religiosas. Porque hay musulmanes, protestantes, católicos… pero todos son animistas y todos creen en los sorciers (brujos) y en los wacks.

 

A mí lo que me parece más cosa de magia es cómo pueden llegar a funcionar los taxi brousse o algunos coches

 

Ouakilou me explicaba que al venirse conmigo a OHG a defender mis intereses y ‘pegarse’ con todo el mundo para que no me timen demasiado, más de uno y más de dos van a ir al sorcier a hacerle un wack para perjudicarle o acabar con su vida…

Me quedé atónito como cada vez que me pasa una cosas de estas. Le pregunté si me podían hacer un wack a mí la gente que no me quiere bien porque he llegado a estar muy enfermo y me decía que, en general, esto de los wacks no funciona con los nazzara (blancos).

Me quedé más tranquilo y achaqué, como buen racionalista, mis sucesivas enfermedades al estrés y lo influenciable que soy con los disgustos que me dan.

Y va el amigo y para tranquilizarme y que vea que estoy en buenas manos me dice que se va a comprar una pistola y sacarse el permiso para tenerla. Que eso de los wacks está muy bien, pero que por si las moscas que si vienen a por nosotros mejor que nos pillen confesados.

Y ahí ya se me acabó la tranquilidad y la paz de espíritu y, puestos a elegir, mal que me pese, prefiero una ráfaga de wacks a una balasera, que ya no estoy yo para tiros.

 

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